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Tinduf aguarda ayuda urgente tras el diluvio que anegó los campamentos

Las lluvias torrenciales que caen desde la pasada semana destruyen más de 3.000 jaimas, tiendas y casas de barro y dejan sin hogar a 25.000 refugiados

El desierto se inunda. CARLOS CRISTÓBAL / CEAS

Los refugiados saharauis en los campamentos argelinos de Tinduf, en el Sahara Occidental, siguen mirando al cielo con el temor a nuevos aguaceros, pero al tiempo otean el horizonte del desierto en espera de la primera ayuda humanitaria tras las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales de los últimos días, que cayeron en la zona de forma paralela a las producidas en Gran Canaria. "Las previsiones apuntaban a posibles nuevas tormentas en las próximas horas y la gente sigue asustada y con miedo a que el agua vuelva a aparecer con la violencia de estos días", afirma una portavoz de CEAS Sahara (Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sahara), organización en permanente comunicación con los campamentos desde que el pasado día 17 varias tormentas se sucedieran durante cinco días ininterrumpidos, provocando la destrucción de 3.000 de las precarias viviendas de los refugiados y dejando si hogar a más de 25.000 de ellos.

"La situación es actualmente muy problemática, y aunque había dejado de llover, se esperaba alguna nueva tormenta para esta noche, por lo que todos siguen aún muy pendientes", señalan desde CEAS. "Nunca han vivido una situación de emergencia como esta, que es la más grave tragedia humanitaria en los campamentos en los 40 años de su existencia", señalan las organizaciones de solidaridad con los refugiados saharauis en Tinduf, aunque recuerdan que afortunadamente no se han producido daños personales.

"Todo ha quedado destruido, no sólo las casas, los lugares de trabajo, las tiendas, las guarderías, las escuelas, los hospitales. Las personas están en medio de la nada en uno de los hospitales más inhóspitos del mundo", afirmó recientemente Amin Awad, director de Medio Oriente y Norte de África de la Acnur (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados).

La misma versión ofrecen los cooperantes españoles presentes en la zona, que cifran en 90.000 las personas afectadas de alguna manera y señalan que más del 30% de las jaimas, tiendas y casas de adobe de los campamentos "han sido arrasadas". "La gente está completamente a la intemperie. Por miedo a nuevos aguaceros, muchos se han subido a las colinas próximas, pero están sin absolutamente nada", insisten los cooperantes.

El agua ha arrasado las viviendas y se ha llevado buena parte de las pertenencias de sus habitantes. También han perdido gran parte de las reservas de alimentos, tanto las de las viviendas como las de los pequeños almacenes habilitados en los campamentos.

Las primeras intervenciones de emergencia para paliar los efectos de las riadas en pleno desierto las han llevado a cabo en los campamentos de Dajla y Auserd, los más afectados junto al de Esmara, de unidades del Ejército saharaui y los bomberos de las localidades argelinas más cercanas. No se han producido propiamente operaciones de evacuación, pero sí desplazamientos más o menos espontáneos hacia zonas menos anegadas y hacia las colinas próximas. El gobierno argelino ha declarado todo el área 'zona catastrófica'.

Por su lado, la Media Luna Roja Saharaui (MLRS), en colaboración con las agencias de Naciones Unidas, se están ocupando de cuantificar las pérdidas y valorar las necesidades más urgentes. Por ello, se ha creado una comisión de emergencia formada por Acnur, Unicef, Oxfam y la propia MLRS para ayudar a los damnificados.

Los campamentos más afectados han sido el de Dajla y el de Esmara. "Se están ayudando entre ellos todo lo que pueden, y los que no han perdido su jaima, su tienda o su vivienda acogen a los familiares y vecinos. Se están improvisando todo tipo de remedios y asistencia, pero la vida está parada por completo, sin colegios y sin actividad de ningún tipo", aseguran las organizaciones de ayuda. La ayuda humanitaria seguía ayer preparándose desde distintos organismos pero aún sin que se acabara de hacer patente en los campamentos. La Acnur está preparando un envío de 1.500 tiendas y alimentos y agua en colaboración con Unicef y el Programa Mundial de Alimentos. Lo más importante para esta organización es reconstruir las letrinas y establecer un sistema de distribución de agua potable para evitar enfermedades relacionadas con la ingestión de agua contaminante.

Por el momento, el Gobierno español no ha anunciado su intención de participar en ningún programa de ayuda. Desde las islas se prepara un envío de ayuda auspiciado por los ayuntamientos de Las Palmas de Gran Canarias y de Santa Lucía y el Cabildo grancanario.

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