"Han hecho todo lo mejor que podemos hacer los militares: amar y servir, entregando su juventud por todos". El vicario general castrense, Pablo Panadero, definía ayer así en su homilía a los tres rescatadores de Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR), fallecidos en el accidente del helicóptero que cayó al mar el pasado jueves 22, durante el emotivo funeral que se celebró a las siete de la tarde en el hangar del 802 Escuadrón del Ejército del Aire, en la base aérea de Gando.

La consternación y el dolor de sus familiares se unió al llanto contenido de los compañeros de batallón, que permanecieron en posición de firmes durante la hora y media que duró el acto fúnebre, mirando al frente y sin poder secarse las lágrimas que corrían en muchos de ellos por sus mejillas. La entrada de los tres féretros portados por sus compañeros al son de una marcha fúnebre marcó el inicio de las exequias donde el ministro de Defensa, Pedro Morenés, el único miembro del Gobierno español que acudió al funeral, impuso a título póstumo la Cruz del Mérito Aeronáutico con distintivo amarillo al capitán José Morales, al teniente Saúl López y al sargento Jhonander Ojeda, el joven de 27 años, natural de Telde, que sobrevivió al accidente del anterior helicóptero del Ejército del Aire, ocurrido el 19 de marzo de 2014, donde fallecieron otros cuatro militares del SAR.

El vicario formuló en su homilía una cuestión que sigue sin resolverse: "Con mucho dolor nos preguntamos por qué, cómo, de qué manera", cuestionó. El silencio era abrumador, y eso que la ceremonia contó con una multitudinaria participación pese a la celeridad con la que se organizó el funeral, después de que los cuerpos de los militares fueran rescatados entre el viernes y el sábado, y llegaran a la Base Naval de las Palmas de Gran Canaria a primera hora de la mañana de ayer y posteriormente se les practicara la autopsia. La cabina del helicóptero permanece aún hundida a 74 kilómetros de la costas del Sahara Occidental, a la espera de que la recuperen cuando el tiempo mejore, y se pueda desvelar algo más sobre las causas de este accidente, el segundo de un Super Puma en 19 meses. Ya suman siete los miembros del SAR fallecidos por sendos siniestros cuando hacían maniobras o regresaban de ellas.

Al acto acudió una representación de los tres ejércitos así como el presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, el jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire, Francisco Javier García Arnaiz, el secretario de Estado de Defensa, Pedro Arguelles, la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, y la presidenta del Parlamento regional, Carolina Darias, entre otras autoridades.

Solo intervino el vicario, que ofició una misa en la que tuvo palabras de ánimo para los familiares a los que pidió que continúen adelante pese al dolor, pues sus seres queridos creían que "merece la pena vivir por un ideal: el de salvar vidas". También dio las gracias a las personas que de forma anónima han trabajado en el recate de las víctimas, en especial los buzos de la Armada. Al término del funeral, Pedro Morenés entregó las banderas que cubrían los féretros con los restos de los tres fallecidos y sus gorras a las familias, mientras les daba el pésame acompañado por Francisco Javier García Arnaiz y Fernando Clavijo.

Todos los militares entonaron al unísono La muerte no es el final, la marcha de Fuerzas Armadas en homenaje a los que han muerto realizando actividades militares, uno de los momentos más emotivos del funeral en recuerdo a sus compañeros fallecidos.

El juez togado militar mantiene la investigación abierta para saber qué motivó el siniestro hace hoy once días, cuando los tres militares regresaban de unas maniobras de adiestramiento en Senegal.

En el trayecto de vuelta realizaron una parada técnica en Mauritania y en el camino hacia la base de Gando el helicóptero cayó al mar por razones que se desconocen. Posteriormente, el Gobierno marroquí afirmó que los había rescatado un pesquero de ese país con vida y que los trasladaban a Dajla, lo que nunca llegó a suceder, pero propició que durante los siete días anteriores a encontrar los cuerpos en el interior de la cabina hundida se especulara con que estaban secuestrados o a bordo de un pesquero sin comunicaciones.