"Los buceadores estábamos dispuestos a morir por recuperar a los militares"

Alegre por haber aliviado el dolor de los familiares, el dolor del Ejército del Aire, de todas las Fuerzas Armadas y de toda España, porque cuando un militar muere en acto de servicio es un dolor para todos porque ha muerto por la seguridad de cada uno de nosotros y por la paz. Pero a la vez triste por haber perdido a tres compañeros.

¿Es la misión más dura que ha vivido?

Sí, es la misión de buceo más dura que he vivido y la más peligrosa.

¿Peligrosa en qué sentido?

Porque asumimos unos riesgos muy grandes, operamos más allá de los límites. El primer equipo fue activado inmediatamente el 22 de octubre, nos activaron a las ocho de la tarde y a las diez de la noche estábamos saliendo en un avión hacia Dakhla. El primer riesgo que tuvimos que asumir fue al día siguiente cuando tuvimos que saltar 18 metros desde un helicóptero porque el piloto marroquí no se atrevía a bajar más. Esto está ya fuera del límite. Ese día empezaron las operaciones de buceo con la ayuda de un patrullero marroquí.

¿Cuál es el límite para saltar?

El máximo son cinco metros para saltar con total seguridad. Diez metros ya está mal hecho, pero 18 es fuera del límite. El adiestramiento es fundamental, la gente está preparada. Asumimos ese riesgo y nadie sufrió ningún daño.

¿Qué misión se encomendó a los buceadores?

Al principio salimos con la misión de mantener a flote un helicóptero que había tenido un accidente a 74 kilómetros de Dakhla y que estaba soportado por unos flotadores, no se había hundido aún. Pero cuando llegamos allí, la noche del jueves al viernes ya el helicóptero se había hundido, así que el día 23 nos dedicamos a buscarles con la información que teníamos, con la mínima capacidad porque sólo teníamos un equipo de cinco buceadores, entre los que estaba yo.

¿El jueves por la noche fueron al punto del accidente?

No, llegamos a Dakhla. Estamos preparados para actuar de noche, pero el Ejército del Aire, los que estaban coordinando los medios aéreos, dijeron que no, que se iba a hacer por la mañana.

¿El hecho de que lo dejaran para el día siguiente fue porque se había dado por rescatados con vida a los tres militares?

No lo sé. No sé por qué motivo. Se decidió que fuéramos por la mañana y usamos un patrullero marroquí como base de operaciones de buceo. Saltamos del helicóptero, nos recogieron y estuvimos todo ese día buscando el helicóptero que había caído al mar.

¿Y qué encontraron?

Hicimos varias inmersiones. El segundo peligro fue la presencia de tiburones. Al principio había muchos tiburones de un metro. Había quince aletas de tiburones en superficie desde ese día. Después vinieron más grandes. El día 24 el patrullero marroquí nos llevó al buque de la Armada El Camino Español, donde venía a bordo mi segundo equipo de buceo y formamos un equipo operativo de buceo. Entonces éramos once buceadores de la Unidad de Buceo de Canarias. Esto nos permitió hacer más inmersiones. El día 26 seguimos con inmersiones continuadas, al máximo esfuerzo posible, con presencia de tiburones y la mar iba empeorando cada vez más. Luego se reforzó la búsqueda con seis buceadores más de la Unidad de Buceo de Medidas Contraminas que está en Cartagena, que llegaron a la zona el día 27 de octubre.

Aumentaron los medios.

Sí. El día 27 nos pasamos del barco El Camino Español al buque de acción marítima Rayo y llegaron los cazaminas Turia y Segura. También llegó el buque civil Olympic Zeus y, además, otros cinco buceadores más desde la Unidad de Buceo de Medidas Contraminas. Por tanto, teníamos un total de 22 buceadores que formaban un solo equipo de buceo, conmigo al mando y también era uno de esos 22 . Dependíamos del comandante de la escena de acción que va a bordo del Turia, el capitán de fragata Jorge Hernández de Armijo.

¿No había colorante verde en el agua que ayudó a localizar el helicóptero sumergido?

Hubo varios indicios y buceamos en todos ellos. Nunca hemos visto colorante, vimos manchas de combustible posiblemente, restos flotando y en cada posición que podía indicar que el helicóptero estaba cerca hicimos todo tipo de inmersiones. Una zona tan amplia es muy complicada de barrer con buceadores, requiere mucho tiempo.

¿Qué información tenían para tratar de localizar el aparato?

La información que teníamos era por un lado la posición de punto de impacto del helicóptero, que había dos posiciones porque había una baliza que estuvo funcionando y dio dos posiciones. Teníamos la posición de la última vez que se vio el helicóptero flotando y también la de un flotador con parte del tren de aterrizaje del helicóptero flotando, que se recuperó. El área donde podía estar el helicóptero era grande. Porque una cosa es el impacto, pero no se hunde ahí, luego flota, está a merced de las corrientes, de la mar, en un momento dado se hunde, no se sabe cuándo se hundió exactamente, aparecen restos flotando que posiblemente se desprende del helicóptero hundido... La zona posible del accidente del helicóptero era gigantesca. El comandante de la escena de acción fue recabando más información y con eso elaboró un plan de búsqueda, centrado en un punto y en menos de un día los cazaminas tuvieron un contacto sonar de un posible helicóptero, que los buceadores fueron a confirmar. Ya ese día había muy mala mar, condiciones fuera de límite.

¿Qué condiciones?

Olas de dos metros o más en superficie, corriente de cierta intensidad entre la superficie y el fondo, muy mala visibilidad, de un metro o menos. Había mar de fondo, todo muy turbio, presencia de tiburones grandes de tres metros, no sólo ya los de un metro en la superficie. A partir del día 28 aparecieron los tiburones grandes ya abajo.

¿Cómo se actúa en esas circunstancias adversas?

Las primeras operaciones de buceo hasta el día 28 bajaban buzos de dos en dos. A partir de ese día las condiciones son tan fuera del límite que ya decido que bajen de cuatro en cuatro y contamos con tiradores del equipo operativo de la Unidad de Seguridad de Canarias, que nos protegían de los tiburones en superficie. Había en total diez tiradores que iban rotándose por turnos para mantener siempre a dos. En cuanto a los tiburones bajo el agua, el Arsenal de Las Palmas hizo una gestión para adquirir fusiles antitiburón, que son especiales y luego el Estado Mayor de la Armada de Madrid inició las gestiones para adquirir un equipo que imite pulsos de sonido y que ahuyenta a los tiburones también.

¿Usaron esos medios?

No hizo falta utilizarlos, pero al menos estábamos protegidos. A partir del día 28 nos sentimos protegidos, antes no. Tuvimos que utilizarlo como medida preventiva, pero no hizo falta nada. Bajaban cuatro buzos y uno de ellos se encargaba de la seguridad en el fondo. La presencia de tiburones era lo menos peligroso, lo más peligrosos de todo era operar en condiciones de mala visibilidad y había mar de fondo que te empujaba contra estructuras cortantes, cables, redes donde te podías quedar atrapado, las palas del helicóptero que se movían y golpeaban. A mí me golpeó en una pierna y a otro compañero en la cabeza. Eso era lo más peligroso, quedarte enredado. Hubo pequeños enredos que se solucionaron. Lo verdaderamente peligroso, de alto riesgo, era actuar en esas condiciones. Los tiburones eran un añadido.

¿Y las linternas?

Eran imprescindibles, se usaban, pero tampoco servía porque había mucha partícula en suspensión. Ése era el problema. Estábamos al límite por la cantidad de horas de inmersión y el número de inmersiones, tan continuadas. Se operó fuera de límites. No obstante, poníamos medidas de seguridad y con equipos preparados para bajar inmediatamente en caso de que alguien se quedara atrapado. Teníamos medidas para controlar los riesgos pero aún así la operación era bastante arriesgada.

¿El día 28 se halló el aparato?

Ese día 28 los cazaminas detectan el posible helicóptero, los buceadores hacen una inmersión y se confirma. El día 29 se hacen dos inmersiones, la primera para evaluar la situación y confirmar si hay cuerpos dentro del helicóptero. En esa primera no se llega a confirmar que son tres cuerpos, se sabe que hay dos y posible tres, pero no se confirma, por lo que el juez solicita que se haga otra inmersión para confirmar que hay tres cuerpos.

¿Por qué fue tan difícil localizar el tercer cuerpo?

Mala visibilidad y era muy peligroso acceder al interior del helicóptero porque no se puede romper nada ni tocar nada para que no afectara a la investigación. La misión inicial era confirmar que había cuerpos dentro. Entonces fue necesaria una segunda inmersión el día 29 para confirmar que había tres cuerpos y aquí entramos y en un momento de dolor por la tragedia. A partir de ahí la alegría de cumplir todos los objetivos del plan de recuperación de cuerpos y de izado del helicóptero siempre estaba empapada de dolor.

¿Cómo se rescataron los cuerpos de los tripulantes?

Se hizo un plan. Hay dos posibilidades: extraer el helicóptero con los cuerpos o extraer primero los cuerpos. Se evaluaron ambas opciones y se vio que la extracción primera de los cuerpos era la alternativa más arriesgada para los buceadores, pero la más segura para recuperar los cuerpos.

¿En ese momento estaba el helicóptero entero?

No puedo describir cómo estaba el helicóptero. Era todo muy complicado abajo, pero no puedo dar detalles por lealtad. Se evaluaron las dos opciones y se hizo la más arriesgada, pero la más segura para conseguir los cuerpos. Con la otra opción había riesgo de perder cuerpos y no asumimos esa operación de hacerlo porque al izarlo, con las condiciones de mar tan complicadas, era posible que se perdieran cuerpos.

¿Y cómo se hizo?

Se hizo con cinco inmersiones con cuatro buceadores en cada inmersión el día 30 y ahí se recuperaron dos cuerpos. El tercero fue el más complicado y se hicieron tres inmersiones el día 31 hasta que se recuperó, pero era muy peligroso y fue ahí donde ocurrió un accidente. En todas las inmersiones fueron cuatro buceadores y uno de ellos vigilaba la seguridad y, al mismo tiempo, participaba en el operativo de recuperación.

¿Se vivieron situaciones emotivas en alta mar?

La gente estaba concentrada en cumplir la misión. Ahí tienes que tragar saliva, morderte los labios, seguir adelante y cumplir la misión como sea. Los 22 buceadores estaban dispuestos a morir haciendo esta misión. El ministro de Defensa, el almirante jefe del Mando Naval de Canarias y el comandante de la escena de acción estaban preocupados por la seguridad. Mi principal cometido fue garantizarla. Tuve que insistir muchas veces en que asumíamos heridos, posibles cortes profundos, roturas de huesos, golpes, pero una baja no. Tuve que insistir porque todos mis hombres estaban dispuestos a dejarse la vida en esta misión.