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Seguridad XXV aniversario del GOES de la Policía Nacional

Un cuarto de siglo en acción

Doce operativos integran el GOES de Canarias, que cumple 25 años - En toda su existencia nunca han abierto fuego contra las personas, uno de los galones que exhiben con orgullo

Dos operativos se descuelgan por una fachada. POLICÍA NACIONAL

Vibra el teléfono móvil en mitad de una cena navideña y los ojos de una mujer se clavan en quien lo descuelga. Sabe que para él acaba de terminar la velada y si ella la prolonga, lo hará con la intranquilidad de saber que a su marido nunca lo requieren para nada bueno. Es el inspector jefe del Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) de Canarias, la unidad que interviene cuando la situación se complica y que acaba de cumplir 25 años.

Gente de acción ampliamente preparada integra esta unidad. En la actualidad la componen "doce operativos", sustantivo común con el que se les designa. Más allá de eso solo hay nombres en clave, ningún rastro de dato que pueda identificarles. "Si algo tienen los malos en la cárcel, es tiempo", advierte otra fuente policial sobre la posibilidad de que los criminales se dediquen a recopilar información sobre quiénes son los responsables de su estancia en prisión.

Un hombre con problemas mentales -síndrome de Diógenes entre ellos- se ha apostado tras la puerta con un cuchillo de grandes dimensiones, en la vivienda se amontonan toneladas de basura y amenaza con hacer explotar una bombona de butano; su madre yace postrada en la cama. Una banda criminal muy violenta se hace pasar por guardias civiles para dedicarse a los vuelcos, el robo de droga y dinero aprovechando el momento en que se producen las transacciones. Otro sujeto cambia de planes sobre la marcha y lo que en principio iba a ser el atraco a un ciudadano que acaba de retirar dinero de un cajero automático se convierte en el asalto a la entidad bancaria convirtiendo en rehenes a quienes se encuentran en el interior.

Son ejemplos de los casos que tienen que resolver y en los que la prioridad siempre es "preservar la seguridad de las víctimas". El factor sorpresa, la intimidación, la táctica y el máximo respeto a los roles encomendados por el jefe garantizan el éxito y la propia seguridad de los operativos. Con orgullo, presumen de no haber tenido que abrir fuego contra personas en estos 25 años de existencia, siempre han podido resolver los problemas de manera menos expeditiva.

La preparación es la clave para lograrlo. Correr, nadar y las artes marciales -"practicamos todas", indica el inspector jefe- consumen la mayor parte del trabajo físico diario. Después, dos horas y media de Técnicas de Acción Operativa (TAO), el entrenamiento práctico especializado en el que el responsable del GOES pone a sus hombres en situaciones estresantes y lo más parecidas a las que después van a tener que afrontar. "Ahí me gano el sueldo. Luego, si todo va bien, soy el que menos trabaja, los dirijo y ellos resuelven", explica y remata: "Mejor hacerlo más complicado en el entrenamiento que en la propia realidad".

Tiene 38 años y, al igual que un tercio de los hombres que componen el grupo, ha estado en el GEO (Grupo Especial de Operaciones), la unidad más elitista del Cuerpo Nacional de Policía que tiene su sede en Guadalajara. Ha prestado servicio en el Irak más complicado tras la invasión estadounidense, protegiendo la Embajada de España y no es el único del grupo que ha viajado al país asiático. Dentro del país colaboran con la Casa Real para garantizar la seguridad de los reyes y sus familiares.

Esta unidad depende del jefe regional de Operaciones y también del GEO, el hermano mayor que da formación y surte de material. No obstante, ser el vástago pequeño no supone grandes diferencias. Los únicos casos en los que no pueden intervenir los GOES son aquellos en los que la amenaza son los ataques terroristas y, sorprendentemente en unos territorios totalmente rodeados de agua, tampoco en el medio acuático.

Una de las últimas actuaciones con mayor repercusión fue la detención de los integrantes de una banda cuyos componentes se hacían pasar por guardias civiles para robar dinero y droga en el momento en que los traficantes procedían a cerrar sus negocios. Desde que suena el teléfono requiriendo sus servicios, todos se ponen en marcha. El primer punto de reunión es el lugar en el que recogen el material. "Lo dejamos todo preparado", destaca el inspector jefe, con lo que no hay más que cargarlo y desplazarse al punto conflictivo.

En 40 minutos pasan de casa al aeropuerto si hay que desplazarse a otra isla. Así ocurrió en el caso de los guardias civiles ful. Tuvieron que viajar a Fuerteventura, donde se enfrentaron a una de las situaciones más peligrosas de entre las que deben abordar, "el asalto de vehículos. El coche en sí es un arma y a 80 kilómetros por hora no lo paras, la realidad no tiene nada que ver con las películas", relatan.

Cuando la fuerza no garantiza el éxito de la operación, la estrategia se torna aún más vital. "Es fundamental elegir el lugar adecuado", explica el inspector jefe. Zonas que no permitan una velocidad elevada y, ante todo, desiertas de ciudadanos para evitarles cualquier tipo de riesgo. Después de eso, saltar rápido de los vehículos y tener ganada la partida antes de que los malhechores puedan darse cuenta siquiera de lo que está ocurriendo. "El factor sorpresa y la nocturnidad son algunos de nuestros aliados", reseña el jefe con el común asentimiento de los hombres que dirige.

La tensión de la espera es lo que peor se lleva. Las actuaciones se dividen en dos tipos. En las previstas el problema está localizado y hay tiempo suficiente para esperar, por ejemplo, una orden judicial. Un atrincheramiento sin peligro de daños para terceros o la espera por el siguiente movimiento de un individuo y un grupo para su intercepción serían un buen ejemplo de ello. El material que portan los operativos del GOES para su propia seguridad es abundante: chalecos antibalas y cascos forman parte de él. Elementos que suman un calor que se deja notar cuando la espera se alarga, "y los delincuentes no suelen ser puntuales", afirman.

Las otras intervenciones son las imprevistas, las que requieren de un desplazamiento rápido y una actuación decidida y limpia. El atraco a una entidad bancaria del barrio de Siete Palmas de la capital grancanaria es un buen ejemplo de ello. El GOES ya estaba movilizado, "pero los compañeros lograron resolver el problema antes" de que llegara, rememora el inspector jefe responsable.

Saben que cuando les toca actuar a ellos es porque la situación se ha complicado. La pereza no es un concepto que tenga cabida a la hora de entrar en acción. De hecho, es el "gusanillo por el tema operativo" lo que les ha conducido hasta esta unidad. Son la última barrera de defensa, lo saben y esa circunstancia les carga de adrenalina el torrente sanguíneo. Tanto es así que los perros que hay en el interior de la vivienda, por muy defensivos que sean, corren a esconderse en el último rincón. Solo un can ha mantenido la actitud agresiva ante la irrupción del grupo.

También son conocedores de que en cada actuación se están jugando el pellejo. No es una afir-mación altisonante. Uno de los doce recibió un arponazo al acceder al interior de una casa. El sujeto buscado tenía cargada una ballesta y apuntaba con ella en di-rección a la puerta de entrada. El primero en entrar sufrió el daño en un hombro.

También en esos momentos de máxima tensión es importante mantener la cabeza fría y saber cómo actuar. Los compañeros no pueden perder la calma y variar la planificación por el hecho de que uno de ellos resulte herido. "Por eso es muy importante el entrenamiento que realizamos, hay que estar preparados para afrontar cualquier situación por complicada que sea con las máximas garantías de éxito", señala el hombre que está al mando del GOES en las Islas. Fue la altura del herido y condecorado con la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Rojo la que evitó daños mayores.

En un grupo tan reducido es sumamente importante que todos puedan realizar prácticamente cualquier actividad. Los tiradores selectos -"los francotiradores son los malos", apuntan- trabajan en pareja: un tirador y un observador. Cada cierto tiempo intercambian los papeles. Aunque nunca han disparado contra ninguna persona, tienen que estar preparados para detectar el peligro. En ocasiones, les ayuda un contrafrancotirador a pie de calle; otro de ellos que desde la cota cero intenta conocer dónde está quien dispara cuando en altura resulta imposible saberlo.

El deseo de todos es que transcurran otros 25 años en los que la rapidez, la táctica y el entrenamiento les permitan reducir a los malhechores sin hacer uso de las armas de fuego. Cada día se preparan para poder conseguirlo.

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