La Provincia - Diario de Las Palmas

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El clima y sus retos. El papel de los gobiernos locales

Las ciudades toman la iniciativa en la lucha contra el cambio climático

Los ediles canarios brillaron por su ausencia en la Cumbre de París

Las ciudades son responsables de aproximadamente el 76% del total de emisiones de CO2 que, derivadas del uso de la energía, forman parte del conjunto de gases de efecto invernadero (GEI) que están perjudicando la sostenibilidad del planeta. Están, además, más expuestas que otros núcleos de población a los efectos del cambio climático. Resulta lógico, por tanto, que un buen número de autoridades locales se esté implicando cada vez más en la lucha contra el calentamiento global del planeta.

Los ediles más concienciados y activos se reunieron este viernes en la Cumbre de Alcaldes que tuvo lugar en París, en el marco de la conferencia mundial contra el calentamiento global que se está celebrando en la capital francesa. En ella, un millar de representantes de gobiernos locales de numerosos países reivindicaron "el papel primordial" a jugar por sus corporaciones en la batalla climática.

Junto a París, Nueva York, Chicago, Río, Ciudad de México, Vancouver, Seúl o Shanghái, estuvieron representadas algunas capitales españolas como Madrid, Barcelona y San Sebastián. Los ediles de Canarias, algunas de cuyas ciudades se sitúan entre las más vulnerables de España a los efectos del cambio, brillaron por su ausencia este encuentro, bautizado con el nombre de Ciudades por el clima.

Un planeta urbano

"El papel de los alcaldes es fundamental en la lucha contra la contaminación y el cambio climático que genera porque progresivametne la mayor parte de habitantes del planeta vivirá en ciudades", resaltó el ex alcalde de Nueva York y enviado especial de la ONU, Michael Bloomberg.

A nivel mundial, la mitad de la población vive ya en zonas urbanas; y en 2050 es probable que las ciudades acojan dos tercios de los habitantes del planeta: "Por ello, una gran parte de la responsabilidad de las soluciones al cambio climático reposa sobre nuestras espaldas", declaró por su parte la alcaldesa de París, Anne Hidalgo.

En Canarias, el 40% de la población ya se concentra solo en cuatro ciudades: Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, Telde y La Laguna. Por ello, sus alcaldes acaban de poner en marcha una iniciativa para solicitar que las políticas tengan en cuenta este dato demográfico, ya que esta alta concentración humana acarrea serios problemas tanto locales como globales.

La contaminación atmosférica es uno de ellos. Madrid está siendo estos días un ejemplo de cómo la polución condiciona la vida de una ciudad. Las medidas de choque que el Ayuntamiento madrileño se ha visto obligado a aplicar para reducir los índices de contaminación, que persisten pese a la reducción del tráfico, ha provocado gran incomodidad y no pocas críticas a sus ciudadanos. Al respecto, Manuela Carmena reflexionó en la cumbre francesa: "Lo nuevo que podemos aportar es que si no integramos a los ciudadanos en la lucha contra la contaminación, las leyes que podemos adoptar no serán suficientes". También Londres y la propia París se han visto obligadas recientemente a tomar medidas más o menos drásticas para mejorar la calidad del aire. Las ciudades canarias tienen la ventaja de contar con unos aliados de excepción, los alisios, pese a lo cual soportan niveles de contaminación que también han superado los límites permitidos, según un reciente diagnóstico elaborado por la organización Greenpeace.

Junto a la contaminación y el control del tráfico, los centros urbanos tienen que dar soluciones a otros serios problemas relacionados directamente con el cambio climático: la reducción del consumo energético; la eliminación de los desperdicios y basura; y el abastecimiento de agua.

Una oportunidad

"Son los municipios y las administraciones regionales quienes mejor conocen y gestionan el territorio, sus aguas, aire y entorno", señaló Ana Oregi, la consejera vasca de Medio Ambiente presente también en el encuentro las Ciudades y el clima. "Si los Estados no actúan, las ciudades no podemos esperar", concluyó, por su parte la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

En realidad, el reto que el cambio climático representa para las ciudades ofrece una gran oportunidad para que estas conglomeraciones urbanas reduzcan sus niveles de contaminación, mejoren sus infraestructuras y, en definitiva, conviertan a sus urbes en centros de convivencia más amables y atractivos.

El resultado de la cumbre de París, que se prolongará hasta finales de la próxima semana, marcara la senda a seguir en las próximos décadas, tanto para las ciudades como para los Estados. Los esperanzadores discursos políticos realizados durante su inauguración contrastan con las tensiones que se vienen produciendo en las sesiones de trabajo, pese a lo cual los negociadores técnicos cerraron ayer un borrador previo.

El objetivo prioritario que saldrá de este encuentro mundial será evitar que la temperatura se eleve por encima de los dos grados en 2100 respecto a los niveles preindustriales. Y lo cierto es que tenga el alcance que tenga, los resultados de esta cumbre de París van a tener consecuencias de una u otro manera sobre los hábitos actuales de consumo. Así, tendrá previsiblemente efectos, por ejemplo, sobre el tráfico y la actividad turística, por el encarecimiento del precio del transporte para contribuir a la mitigación (aunque la espectacular caída del precio del barril de crudo mitigue a su vez la subida del precio).

¿Un final o un comienzo?

El documento pactado ayer por los equipos técnicos debe ser ratificado ahora por los dirigentes políticos de los 190 países presentes en la conferencia mundial que debe sustituir al Protocolo de Kioto. 183 de ellos ya han presentado ante Naciones Unidas sus respectivos planes de reducción de emisiones. Pero estos compromisos concretos deben ser además ratificados en cada país. Y el camino a recorrer es, en este sentido, aún largo y lleno de obstáculos.

De los cuatro principales emisores de GEI mundiales, India condiciona su compromiso a recibir 195.000 millones de compensación. China ha avanzado en su predisposición a colaborar por los graves episodios de contaminación que ha vivido en los últimos tiempos, mientras en la Unión Europea el escándalo del caso Volkswagen ha situado a Alemania en el dilema de no subir el listón de los controles para no restar más competitividad a la producción nacional.

Estados Unidos, por su parte, vive en la contradicción de contar con un presidente, Barak Obama, que defiende la necesidad de suscribir un acuerdo claro de lucha contra el cambio climático, y la oposición interna de los republicanos, que han mostrado ya su rechazo a firmar un acuerdo de carácter vinculante.

Así las cosas, el presidente Francois Hollande salió ayer al paso para solicitar a los países asistentes en la capital francesa a estar a la altura de los discursos lanzados hace menos de una semana en el acto de inauguración.

La costarricense Christiana Figueres, una de las representantes de Naciones Unidas en esta última cumbre del clima, resumía el dilema al que se enfrenta el planeta en los siguientes términos: "El acuerdo de París es políticamente posible; también puede ser económicamente aceptable; pero en mi opinión no será medioambientalmente el óptimo". Es decir, pese a las diferencias podrá asumirse desde el punto de vista político y económico, pero no será el que conviene al planeta.

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