La Provincia - Diario de Las Palmas

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El bipartidismo pervive en los pueblos

La irrupción de fuerzas emergentes se atenúa en las localidades donde el censo de votantes es menor

La maquinaria de la implantación de las fuerzas emergentes está perfectamente engrasada en las grandes ciudades, pero chirría en el ámbito rural. Podemos alcanzó muy sonados éxitos en la noche electoral del pasado domingo en bastiones históricos del Partido Popular (PP) -Las Palmas de Gran Canaria- y en ciudades también altamente pobladas en las que PP, Partido Socialista Canario (PSC-PSOE) y Coalición Canaria (CC) se disputan de manera habitual la supremacía, caso de La Laguna.

En el trazo grueso, el bipartidismo se hace fuerte en los pueblos y lo hace con especial énfasis en La Palma. En los catorce municipios de dicha isla, la carrera electoral al Congreso de los Diputados muestra a PP y PSOE alternándose en los dos primeros puestos, con más lustre para los conservadores, que lograron el mayor número de votos en once de ellos.

Cercanía

Si bien en esta ocasión se elegía a los representantes en las cámaras legislativas estatales, la cercanía con los correligionarios de los candidatos de los partidos de siempre se hace más factible en los pueblos de menor tamaño, circunstancia que complica variar el sentido del voto.

También la media de edad se eleva en los municipios más recónditos y con menor número de ciudadanos censados. En buena medida, también ese factor influye de manera determinante a la hora de cambiar las costumbres y el voto se ejerce en idéntico sentido a como se ha hecho toda la vida.

La provincia occidental

Como toda regla, también esta cuenta con las necesarias excepciones que vienen a confirmarla. Podemos fue el partido más votado en Lanzarote -tres de siete municipios- y Fuerteventura -tres de seis-, lo que conduce a la segunda conclusión sobre la resistencia de los partidos tradicionales: soportan con mayor solvencia el embate de nuevos contrincantes en las islas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

La formación que capitanea Pablo Iglesias alcanzó el liderazgo en diez localidades de la provincia de Las Palmas, prácticamente el 30% de las 34 que suman entre Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Sin embargo, solo en el mencionado caso de La Laguna lograron imponerse en la provincia occidental, ni siquiera un 2% de los 54 municipios contenidos en las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

El factor CC

Más claro, el tradicional bipartidismo PP-PSOE, o viceversa, se repitió en 16 ciudades y pueblos de la provincia oriental, el 47% del total; mientras que en la occidental fueron 41 de 54, lo que supone que el esquema largamente repetido en las últimas décadas de colocar en los dos lugares más elevados del podio a las huestes de Ferraz y Génova continúa repitiéndose en tres de cada cuatro municipios (75,9%) encuadrados en la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

El diferente grado de resistencia en las dos provincias encuentra explicación en una dispar estructura de voto. En Gran Canaria, la presencia de CC es prácticamente testimonial y es la isla que acapara la mayor parte de los municipios de Las Palmas. Sin embargo, en las islas occidentales, a excepción de La Gomera, los nacionalistas aún cuentan con suficiente fortaleza como para impedir una fuga de votos masiva hacia Podemos o Ciudadanos. Las fuerzas emergentes encuentran allí un escenario en el que no solo tienen enfrente a PP y PSOE, sino también a Coalición Canaria.

La decisión de NC

Nueva Canarias (NC) optó en esta ocasión por acudir a las urnas junto a los socialistas. A juzgar por los resultados, no fue ese un factor que jugara a favor del bipartidismo y no porque PSOE y PP tuvieran alguna oportunidad de colocarse a la cabeza en lugares tan eminentemente nacionalistas como Agüimes.

NC arrasa tradicionalmente cuando toca colocar las urnas municipales, insulares y regionales en la patria chica del presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales. Sin embargo, esos siempre fieles votantes decidieron el domingo castigar el acuerdo con el PSOE y pasarse a Podemos, a la que convirtieron en primera fuerza en esta localidad del Sureste grancanario. El esquema se repitió en Santa Lucía de Tirajana, la otra plaza fuerte que los nacionalistas de Román Rodríguez -presidente de NC- defienden con mayor éxito en los comicios municipales.

De modo directo

Ese factor contrario a los intereses de la preeminencia de populares y socialistas no cabe aplicarse, sin embargo, a los grandes triunfos que puede exhibir la formación morada. En la capital grancanaria fue la instalación por derecho en el imaginario colectivo de la idea de cambio que propugnan Pablo Iglesias y los suyos lo que les condujo directamente al primer puesto.

En La Laguna, se reprodujo ese mismo comportamiento del electorado, aunque allí sí existía un tercero en liza, en este caso CC. De nuevo fue el tamaño de la población -tercera del Archipiélago tras las dos capitales- lo que jugó a favor de la pujanza de las formaciones de nuevo cuño.

El mordisco de Ciudadanos

En esas dos plazas principales, el bipartidismo también registró la irrupción impetuosa de Ciudadanos. Los naranjas no pasaron de ser cuarta fuerza en número de votos en ninguno de los 88 municipios canarios y repitieron el quinto puesto en las más de cincuenta ocasiones -casi siempre en la provincia de Santa Cruz de Tenerife- en que CC logró adelantarles.

Hasta el inicio de la campaña, las encuestas daban mayor dimensión a los resultados que lograría el partido de Albert Rivera. A pesar del sabor agridulce de la noche electoral, Saúl Ramírez, por la provincia de Las Palmas, y Melisa Rodríguez, por la de Santa Cruz de Tenerife, consiguieron billete para la Carrera de San Jerónimo. Es de perogrullo que lo lograron a base de votos, gran parte de ellos arrebatados al PP y, por tanto, al bipartidismo.

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