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Fracasa el proyecto para realizar vuelos espaciales con turistas desde Gando

La Zona Especial da por cerrado el expediente de la empresa suiza, que pretendía comercializar viajes de ocio suborbitales, al no terminar el proceso de inscripción

El proyecto de la empresa suiza Swiss Space Systems (S3), que pretendía realizar vuelos espaciales turísticos y lanzar minisatélites desde el Aeropuerto de Gran Canaria, se ha quedado en la nada. La Zona Especial Canaria ha dado de baja el expediente después de que la compañía suiza no culminara el proceso de inscripción ni cumpliera con los criterios de inversión y de creación de empleo que constaban en su proyecto. La ZEC autorizó a la empresa a finales de diciembre de 2013, con lo que S3 podía beneficiarse de los incentivos fiscales que ofrece este instrumento del Régimen Económico y Fiscal. Tras esta diligencia, S3 tenía un plazo de dos años para formalizar su propuesta, extremo que nunca sucedió porque no realizó la tramitación, con lo que el expediente se da por cerrado, y si en un futuro se quiere volver a instalar en la ZEC deberá iniciar uno nuevo.

El proyecto de la empresa suiza tuvo una gran repercusión mediática y concitó el respaldo del Ministerio de Industria, dirigido por José Manuel Soria, y de la ZEC, por situar a Canarias en el punto de mira mundial del turismo espacial y de los vuelos de gravedad cero. La compañía preveía una inversión para el período 2013-2020 de entre 60 y 90 millones de euros y la creación de unos 175 puestos de trabajo de alta cualificación en las Islas, además de los que estimaba generar en el sector de la construcción, con la ejecución del primer puerto espacial (spaceport) de Europa en el recinto de Gando.

Fases de la propuesta

Por tanto, el aeropuerto de Gran Canaria debía albergar el primer puerto espacial europeo en el año 2016, según las previsiones de la empresa suiza, lugar desde el que estaba previsto realizar vuelos de gravedad cero, lanzamientos de minisatélites al espacio, viajes suborbitales para turistas a 100 kilómetros de altura y vuelos supersónicos comerciales entre continentes que alcanzarían cinco veces la velocidad del sonido.

El proyecto de esta empresa iba a desarrollarse en distintas fases. La primera consistía en la realización de los vuelos de gravedad cero con un Airbus A-300 modificado en su interior, donde los pasajeros pudieran sentir la ausencia de gravedad sin salir al espacio. Esto estaba previsto para mediados de 2015. Una segunda fase del proyecto consistía en poner en órbita alrededor de la tierra a minisatélites de 250 kilogramos de peso en el año 2018; en tercer lugar, en 2020 se harían vuelos espaciales de ocio con un avión suborbital reutilizable (SOAR), impulsado por cohetes, y más adelante, utilizando esta misma tecnología, se proponía comercializar los vuelos supersónicos intercontinentales.

Los vuelos parabólicos de gravedad cero, que iban a comenzar en julio de este año, tenían un coste de unos 2.000 a 5.000 euros. Para estos viajes, que proyectan ya otras compañías, se utiliza un Airbus A-300 que debe subir hasta los 7.300 metros de altura. Alcanzada esa distancia con el suelo se inicia un vertiginoso ascenso en un ángulo de 45 grados que lleva la aeronave hasta los 10.300 metros en solo 20 segundos. Desde ese punto, se invierte el proceso dejando los motores prácticamente al ralentí. El avión desciende entonces con la misma inclinación hasta los 7.300 metros originales. Durante la caída es cuando el pasaje experimente la sensación de gravedad cero durante unos 25 segundos.

En una segunda fase, S3 proyectaba convertir a Gran Canaria en la primera sede de Europa Occidental para el lanzamiento de minisatélites. Para ello, el avión Airbus A-300 también se iba a modificar en su exterior para transportar en el techo una nave de menor tamaño, un avión suborbital reutilizable, impulsado por cohetes, que era la encargada de lanzar los minisatélites para recabar información sobre la tierra y para transportar a los pasajeros al espacio. El proceso es el siguiente: tras alcanzar los 10.000 metros de altura, el SOAR se separa y el Airbus regresa al aeropuerto. Mientras, la pequeña aeronave asciende a unos 100 kilómetros de altura, desde donde lanza otro módulo espacial que sube hasta unos 700 kilómetros para poner en órbita los minisatélites alrededor de la tierra y el SOAR regresa a la base planeando.

Una vez probada esta tecnología del SOAR en los lanzamientos de minisatélites, se proponía que en 2020 esta nave pequeña pudiera transportar pasajeros - en torno a seis y dos tripulantes- para realizar vuelos al espacio. Sería el mismo proceso que con los minisatélites: el SOAR con turistas despegaría en el techo del Airbus, se separaría y subiría hasta llegar a los 100 kilómetros de altura, donde pararía los motores y se produciría la sensación de ingravidez y se contemplaría la tierra durante unos minutos.

Para ejecutar su propuesta, la compañía suiza necesitaba hangares e infraestructuras en las instalaciones aeroportuarias de Gran Canaria, pero finalmente este proyecto no se ha desarrollado y, de hecho, en su web exponen que ha habido un retraso para los vuelos de gravedad cero desde Suiza.

Los directivos de S3 que vinieron a presentar la propuesta a las Islas hace dos años fueron Pascal Jaussi- presidente ejecutivo- y Augusto Caramagno -director de la filial española que ya no está en esta empresa, según confirmó a este periódico. Al parecer Swiss Space Systems sigue desarrollando en Suiza la tecnología aeroespacial para el transporte de minisatélites y vuelos suborbitales de ocio.

La página web de la empresa continúa vigente y captando potenciales inversores para el proyecto espacial, que también realizan otras empresas como la Virgin Galactic, del multimillonario inglés Richard Branson, quien lleva años desarrollando la tecnología para los vuelos suborbitales con la máxima seguridad, pero aún no ha podido efectuarlos. De hecho, a finales de 2014 sufrió un accidente durante un vuelo de prueba donde falleció el copiloto. No obstante, Virgin Galactic ya está comercializando estos vuelos.

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