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Análisis España como Italia

El maldito 'imbroglio'

El maldito 'imbroglio'

Matteo Renzi, primer ministro de Italia, comentó esta semana: "España se parece cada vez más a la Italia de hace unos años". Se refería a ese largo período de inestabilidad y crisis que vivió Italia en los últimos años. Se sucedían gobiernos cada dos años en medio de luchas partidistas por el poder sin más. Se extendió la corrupción y se produjo esa peligrosa mescolanza de política, negocios, poder judicial y poderes mediáticos, que culminaron en el esperpento de los sucesivos gobiernos Berlusconi. A esa ridícula opereta, los italianos le llamaron il maledetto imbroglio.

Italia pasó así, casi sin darse cuenta, del espectacular milagro económico de los sesenta y setenta a décadas de decadencia política y declive económico. Hace unos años, Zapatero sacó pecho y dijo: "España está superando a Italia y acercándose a Francia, vamos cada vez mejor". Inmediatamente después nos cayó encima la gran crisis. Evidentemente Zapatero demostró no conocer el viejo proverbio chino: "Cuando estás en la cresta de la ola se prudente, es cuando más cerca estás del suelo". España entró entonces en una profunda crisis económica y social, acompañada de una grave degradación política.

En ese momento, en 2012, la Comisión Europea estudió la posibilidad de un rescate de los dos países, Italia y España, pero pronto entendió que saldría demasiado caro. Eran dos países demasiados grandes y que resultaban muy costosos rescatar, a diferencia de Portugal y Grecia, con rescates más factibles para los recursos europeos. Entonces se decidió aplicarles la receta de "el rescate sin rescate". España aceptó, a cambio de un parcial rescate bancario, aplicar las políticas de austeridad radical que defendían los alemanes. Se llevó a cabo una dura reforma laboral, con importante reducción de salarios, menos inversión pública y más paro, reducción del gasto en sanidad y educación y subida de impuestos. Sin duda un auto-rescate sin apoyo financiero. El Gobierno español defendió que era el único camino para ganar competitividad y salir de la crisis.

Pero en Italia, Berlusconi se opuso y la Troika, sin elecciones, lo echó. Y puso en su lugar a un prestigioso tecnócrata de la Comisión, el italiano Monti, para que Italia se aplicara su auto-rescate. Las políticas de Monti, que son un cruce entre las de Guindos y Montoro, produjeron una fuerte reacción social y política en Italia. Se tuvieron que convocar elecciones y tanto Monti como Berlusconi fueron duramente derrotados. En una Italia indignada, ganaron los socialistas de Bersani y un nuevo y sorprendente grupo llamado Cinco Estrellas, dirigido por el cómico Beppe Grillo, que combinaba con gran éxito chistes y discursos. Era este un movimiento de protesta radical, sobre todo de los jóvenes. Muy semejante en su composición a Podemos, indignados contra el sistema y que utilizaban internet como el principal instrumento de organización de una nueva fuerza política. Pero con una diferencia esencial, Cinco Estrellas se ha quedado solo en un movimiento asambleario anti-sistema y contra la casta e Iglesias, por el contrario, ha convertido a Podemos en una potente fuerza política que aspira a transformar el sistema desde dentro.

Por eso, Cinco Estrellas tomó una decisión que empujó a Italia de nuevo al bloqueo político y a la inestabilidad. Decidió no apoyar un gobierno con los socialistas. Grillo dijo: "Nosotros no apoyaremos a nadie porque nuestro objetivo es echar del poder a toda la casta, incluidos los socialistas". Italia estuvo así bloqueada un año, hasta que en 2014 entró Renzi, alcalde de Florencia, en un pacto con una escisión de la derecha (algo así como Ciudadanos en España). Y lanzó un gran proyecto político que ganó a la mayoría de la sociedad italiana: siete grandes reformas democráticas en mil días. El camino está resultando difícil pero por ahora la propuesta está avanzando con éxito. Tanto que en el presupuesto de carácter expansivo que acaba de aprobar este mes ha hecho un desafío abierto a los criterios que pretende imponer la Comisión Europea. Ante las presiones de Bruselas, Renzi acaba de declarar: "Estoy harto de consejos de la Comisión que parecen los reproches de una tía regañona". Y como a continuación, lógicamente, le preguntaron si se refería de paso a Angela Merkel, contestó: "Tengo apreció por Angela, tenemos una excelente relación personal. Pero seamos francos? Europa tiene que servir a los propósitos de los 28 países y no de uno solo".

Ya embalado, Renzi añadió: "No sé lo que va a suceder a mi amigo Mariano, pero lo que sí sé es que todos aquellos que han sido fieles defensores de las políticas de austeridad radical, han perdido sus cargos: sucedió en Varsovia, también en Atenas, en Lisboa y puede que ahora en Madrid".

El embrollo español

Empezó la semana con la reunión Rajoy y Sánchez. Hace mucho tiempo que no se veía un despliegue igual de los poderes económicos y mediáticos para forzar así a aceptar un pacto de Estado con un gobierno de gran coalición. Pero Sánchez sabe que un gobierno con el PP presidido por Rajoy supondría el descalabro definitivo del PSOE y el avance incontenible de Podemos. Después del cara a cara y lo que se dijeron, está claro que los electores no comprenderían un acuerdo de estos dos líderes políticos. Rajoy cuenta así el encuentro de ambos en Moncloa: "Nos sentamos y antes de que pudiera hablar me dijo: Tengo que ser claro con usted, señor presidente, ni mi partido ni yo votaremos su investidura ni la de ningún otro candidato del PP". Rajoy comentó después: "Allí se acabó la reunión, no sé que más se podría añadir".

El que añadió fue Sánchez, que al salir de la reunión dijo: "Si fracasara la investidura de Rajoy intentaré conseguir los apoyos para presentar la mía". Y enseguida volvió el lío: Iglesias puso como condición central para un acuerdo lo que es imposible de aceptar por los socialistas: el derecho a decidir de Cataluña. Susana Díaz y otros socialistas del sur se entrometieron: "No podemos caer en aventurerismos", dijo la Díaz (aunque en realidad estaba tan enfadada que se trabó y dijo "aventurismos"). Lo que sirvió para que Podemos contestara y tensara más la cuerda: "¿Quién manda en el PSOE? Quizá lo conveniente -aventuró Iglesias- es pactar un independiente para la Presidencia del Gobierno".

Todas estas propuestas van en realidad en serio, aunque coincidan mañana lunes, 28 de diciembre, con el Día de los Inocentes. Fecha en que se reunirán por separado Iglesias y Rivera con Rajoy y se celebrará el comité federal del PSOE. Y aunque parezca lo contrario, los socialistas no se van a pelear en su reunión. Las posiciones hechas públicas tan contradictorias y conflictivas no son para ahora sino para después. Ahora toca decir No a Rajoy y también decir No a la propuesta de autodeterminación de Podemos. Si nos tomamos en serio los dos No, hay que concluir que estamos abocados a unas nuevas elecciones.

Un escenario cambiante

Pero todos sabemos también que el escenario va a ir cambiando y que cada acto del melodrama condicionará y cambiará el acto siguiente. Para empezar tenemos que recordar que la CUP decide hoy si apoya o no a Mas en la investidura. Si no lo hace se carga el proyecto independentista catalán. Y si lo hace, lo que parece más probable, Mas sería investido presidente de la Generalitat antes del 10 de enero. Y conociéndolo, no extrañaría que cayera en la tentación de acelerar al máximo el proceso de ruptura con el Estado. Este sería el mejor regalo que puede recibir Rajoy en este momento. Tiene mayoría absoluta en el Senado, que es la Cámara que tiene competencias para aplicar el artículo 155 de la Constitución e intervenir financieramente al Gobierno catalán. Es decir, paralizarlo. Si esto ocurriera, el PSOE se vería obligado a apoyar al PP, lo que se llevaría por delante la alternativa progresista. Y la consecuencia: nuevas elecciones con un PP fortalecido.

Pero antes se producirán elecciones para la Presidencia del Parlamento español y de los otros ocho miembros que compondrán la Mesa. Una batalla central y quizá decisiva. El día 13 de enero se votará: el candidato del PP y Ciudadanos tendrá 163 votos, el del PSOE entre 91 y 96, si le apoya el PNV con quien tiene un preacuerdo. Y Podemos podrá alcanzar 88 votos si construye un consenso con todos los partidarios del derecho a decidir. Pero la cuestión es: ¿qué hará el PNV si la coalición auto-determinista le ofrece la Presidencia? Si aceptara: 94 votos frente a los 91 del PSOE.

¿Qué quiere decir esto? Según el reglamento, pasan a la segunda votación los dos candidatos más votados. El del PP, que perderá, y el del PSOE o Podemos, que ganará. ¿Pero cuál de los dos? Lo decide el PNV. Esta votación marcará decisivamente los escenarios posteriores y la posibilidad de la investidura de Sánchez. Pero la realidad es que, aunque no lo digan, casi todos quieren elecciones, incluyendo a la mayoría del PSOE, con la excepción de Sánchez y Rivera. Que por ahora no son suficientes para impedirlo.

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