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Los canarios marcan tendencia

Fueron los nacionalistas canarios los primeros en provocar el desbordamiento del Reglamento del Congreso para obtener grupo parlamentario propio

Ana Oramas

Coalición Canaria ha podido perder todo su esplendor de antaño en la política nacional y sobrevive ahora como puede con el único escaño de Ana Oramas en el Congreso, pero al menos puede presumir de marcar tendencia y de ser punto de referencia en algunos de los debates que se suscitan en este inicio de legislatura de grandes novedades. Es así por ejemplo en relación con la polémica para la formación de grupos parlamentarios en la Cámara Baja, aspecto sobre el que se abre un horizonte inexplorado por las peculiares características de la nueva etapa política.

Fueron los nacionalistas canarios los primeros en provocar el desbordamiento del Reglamento del Congreso para obtener grupo parlamentario propio (con derecho a más dinero, y una mayor visibilidad política) con un escaño prestado temporalmente por otro partido, y con ello abrieron un camino, recorrido de distintas formas y por diferentes partidos durante las últimas legislaturas, que algunos juristas han calificado de "fraude de ley".

El actual intento de IU por constituir grupo propio pese a tener únicamente dos diputados y sólo el 3,67 % de votos (frente a los cinco escaños y el 5 % de apoyo electoral requerido) y la pretensión de Podemos de formar cuatro grupos distintos en función de su procedencia territorial, reabre la polémica y vuelve a poner sobre la mesa la interesada interpretación de la norma por parte de los grupos mayoritarios en función de sus intereses o acuerdos políticos. Si en algo hay total coincidencia en este momento, es que tanto el PP como el PSOE han permitido, a través de sus respectivas mayorías en la Mesa del Congreso, el desbordamiento del Reglamento cuando les ha interesado para obtener apoyos parlamentarios que necesitaban. Desde esa óptica, tanto IU como Podemos consideran ahora que la flexibilidad de que se hizo gala para el caso de CC durante cuatro legislaturas debe aplicarse ahora también, por mucho que sus pretensiones sobrepasen la letra y el espíritu del Reglamento de la Cámara.

El caso de los nacionalistas canarios es bien paradigmático porque su constitución en grupo parlamentario con sólo cuatro diputados, frente a los cinco a que obliga la norma, se propició alternativamente con el apoyo de uno de los dos partidos estatales, y las reticencias del otro, según las circunstancias de cada uno de ellos. En su primera aparición en unaa elecciones generales, las de 1993, los cuatros diputados de CC (Lorenzo Olarte, José Carlos Mauricio, Adán Martín y Luis Mardones) pudieron formar grupo junto al único diputado del Partido Aragonés Regionalista (PAR), José María Mur, y tras previo informe del servicio jurídico del Congreso, que en todo caso dejaba al criterio de la Mesa la decisión.

El problema surgió entonces porque se entendía que Mur debería permanecer toda la legislatura formando parte del grupo canario, y que si se marchaba al Grupo Mixto, como obviamente pretendía, aquel quedaría disuelto y los cuatros diputados de las Islas pasarían también al Mixto. La Mesa decidió finalmente, con el apoyo del PSOE, CiU y PNV y el rechazo del PP, que Mur podría dejar CC en la primera semana del segundo periodo de sesiones sin que ello afectara al grupo canario, lo que se entendió por muchos juristas como contrario a la letra y al espíritu de la regla.

Era la primera vez en toda la vida parlamentaria de la democracia que se utilizaba el préstamo temporal de diputados para formar grupo, y se rompían las costuras del Reglamento de forma que ahora pueden amparar nuevas presuntas irregularidades en la organización de la Cámara.

La operación en el caso de CC se repitió en 1996 con la victoria por los pelos del PP y su necesidad de contar con los votos de los cuatro diputados nacionalistas canarios para la investidura de José María Aznar y la gobernabilidad del país. En ese caso el préstamo lo propició el PP a través de sus aliados en Navarra, UPN, cuyos dos diputados se integraron en el grupo canario durante el primer periodo de sesiones. Esta operación tuvo la dificultad de que los diputados navarros, comandados por Jaime Ignacio del Burgo, se negaban a ella, pero fueron obligados por la cúpula popular. Otro tanto sucedió en el año 2000, en el que Del Burgo y sus dos compañeros (UPN logró tres diputados en esas elecciones) alegaban que el PP tenía mayoría absoluta y no necesitaban a CC. Pero ocurría que populares y nacionalistas canarios compartían tareas de gobierno en Canarias en un pacto que implicaba apoyo en el Congreso para formar grupo. La tensión estuvo a punto de romper la alianza conservadora en Navarra.

La interpretación del Reglamento se forzó aún más tras las elecciones del 2004, en las que los tres diputados obtenidos por CC no encontraban en el Parlamento ninguna formación dispuesta o con posibilidades de realizar el préstamo de los dos escaños necesarios. Tras el acuerdo inicial con el PSOE para la investidura de José Luis Rodríguez Zapatero, el grupo canario fue posible gracias a la incorporación temporal de dos diputados de Toledo del propio PSOE, lo que se podría contravenir el artículo 23.2 de la norma que señala que "en ningún caso pueden constituir grupo parlamentario separado diputados que pertenezcan a un mismo partido". Se pasó por alto el espíritu de la regla y se interpretó que en realidad los dos diputados toledanos no "constituían" grupo, sino que se integraban en un tercero, el de CC. Era justamente el punto que se añadió al Reglamento en los años 80 para impedir que los diputados socialistas catalanes formaran grupo distinto al del PSOE. Ocurrió sin embargo que el entonces diputado Román Rodríguez rompió con CC, fundo Nueva Canarias y abandonó el grupo en el Congreso en junio de 2007, lo que provocó la disolución del grupo canario al perder más de la mitad de sus miembros originales.

CC ya no tuvo oportunidad de beneficiarse de esta flexibilidad en la aplicación del Reglamento porque desde entonces nunca ha superado los dos escaños, pero al abrigo de la costumbre parlamentaria instaurada en su beneficio se han abierto distintos debates y aprobado diferentes medidas siempre rodeadas de polémica. Sucedió cuando se impidió al BNG, con tres diputados, la formación de grupo en 2000 con el apoyo de sendos escaños de CiU y PNV porque no alcanzaba el porcentaje de apoyo necesario (15% en las circunscripciones donde se presentaba), una decisión que los gallegos recurrieron sin éxito al Tribunal Constitucional. La misma razón se arguyó en la legislatura pasada frente a Amaiur, pero no se utilizó en 2008 cuando se permitió a ERC formar grupo pese a estar en las mismas circunstancias. Ahora, con diez partidos representados, seis de ellos integrados inicialmente en un Grupo Mixto con una decena de diputados, y varias mareas dentro de Podemos que quieren representación propia, las costuras del Reglamento del Congreso se ponen a prueba como nunca.

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