El número de inmigrantes llegados en pateras a Canarias se triplicó en 2015 con respecto a 2014, hasta cerrar el año con 874 personas rescatadas o interceptadas en sus costas y con indicios de que ya no solo parten de Marruecos y el Sahara, sino también más al sur, desde Mauritania.

De acuerdo con cifras de la agencia europea de Fronteras (Frontex), el año pasado llegaron al Archipiélago en pateras o cayucos más inmigrantes que en los tres años anteriores juntos: 874 frente a 695 (170 en 2012, 250 en 2014 y 275 en 2014). En su último informe anual sobre la situación del fenómeno migratorio en Europa, Frontex recuerda que Canarias llegó a ser hace diez años el principal punto de entrada de inmigrantes irregulares por mar en la Unión Europea, con casi 32.000 personas en 2006.

Por eso subraya que, a pesar del repunte de actividad que se ha detectado en las rutas hacia las islas, con un crecimiento del 217 % de 2014 a 2015 (599 personas más), las cifras de inmigración irregular por vía de pateras en Canarias son "irrelevantes".

Ruta cerrada

De hecho, a su juicio, la ruta de pateras o cayucos a Canarias sigue estando "efectivamente cerrada", lo que impulsa a las redes de inmigración ilegal a probar otras opciones, como la de embarcar personas en barcos mercantes, como polizones o con la complicidad de las tripulaciones, como ha detectado la Gendarmería senegalesa.

La mayor parte de las pateras que llegaron a Canarias en 2015 o que fueron rescatadas cerca de sus costas habían partido de Marruecos o del Sahara Occidental, desde las costas de Agadir, Sidi Ifni, El Oauatia (Tan-Tan), Tarfaya, El Aaiún, Cabo Bojador o Dajla.

Frontex considera que el grueso del tráfico de pateras que persiste entre la costa de Marruecos y del Sahara y Canarias no está organizado por mafias, sino por individuos concretos. "Los pasajes en las pateras suelen ser concertados por individuos que trabajan de manera independiente, sin recurrir a redes organizadas", apunta la agencia. Sin embargo, también remarca que las características de algunas barcas llegadas a Lanzarote, de pequeño tamaño y con muy pocos inmigrantes, sugieren que el principal objetivo no era introducir personas, sino drogas.