Hace cuatro meses, el pasado 12 de octubre, arribó a la playa de Tarajalillo, en el sur de Gran Canaria, una patera con 14 inmigrantes a bordo. Lo peculiar de esta embarcación es que entre sus ocupantes viajaban dos mujeres que declararon ser hermanas y procedentes de Siria. Esta circunstancia cogió por sorpresa al personal que atendió a los inmigrantes y a los agentes policiales. Al estar indocumentadas comenzaron las investigaciones para determinar si las dos mujeres eran de este país en guerra. Una de ellas realizó la singladura en silla de ruedas por una operación en el fémur.
Esta especial situación motivó que la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) acogiera a las dos mujeres en uno de sus centros, donde existen plazas de atención para inmigrantes con riesgo de especial vulnerabilidad. Según explica el coordinador de CEAR en Canarias, Juan Carlos Lorenzo, la investigación para averiguar la nacionalidad de los inmigrantes es competencia de la policía y los miembros de la organización humanitaria no entran en este tipo de detalles.
Lorenzo sí admite, sin embargo, que las refugiadas no demostraron nunca ser de origen sirio y que la policía tuvo sus dudas en todo momento porque, además de no tener documentación, tampoco pidieron asilo político. El representante de CEAR puntualiza, no obstante, que este tipo de identificaciones son difíciles de demostrar tanto para el refugiado como para las fuerzas de seguridad.
Las dos mujeres terminaron yéndose del centro al poco tiempo de estar en el mismo y tras la recuperación de la refugiada que vino en silla de ruedas, las dos se fueron a la Península por sus propios medios, según la organización.
Cuando llegaron a la playa de Tarajalillo, una de las mujeres declaró llamarse Sarah, de 33 años, mientras que la otra tenía problemas en un oído y guardó silencio durante horas.
