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El templo fraguado en la batalla

La ermita de San Cristóbal de La Laguna, donde el Gobierno buscará los restos de Fernando Guanarteme, ha sido objeto de varias reconstrucciones desde el siglo XVI

Aspecto interior de la ermita de San Cristóbal, en La Laguna. J. L. GONZÁLEZ

La ermita de San Cristóbal pasa desapercibida. Pequeña y flanqueada por edificios más jóvenes y modernos, parece haber sido condenada a las estrecheces eternas. Ni su fachada, construida en 1928, ni las pintadas que adornan el lateral de su puerta principal, se corresponden con su importancia.

La historia de esta ermita, que ha vuelto a estar de actualidad tras el anuncio del Gobierno de Canarias de retomar las investigaciones sobre la sepultura de Fernando Guanarteme, está directamente relacionada con la conquista de Tenerife. Última en ser doblegada por los castellanos, la victoria sobre los aborígenes tuvo su espaldarazo definitivo en la conocida como Batalla de Aguere o de La Laguna.

Hace 520 años, en medio de aquella batalla, el gaditano Alonso Fernández de Lugo encomendó su suerte a San Cristóbal. Con ese gesto el Adelantado decidió el nombre de la ciudad y, de golpe, determinó sin saberlo la construcción del edificio que se levanta ahora tímidamente frente a la plaza de La Milagrosa. "En los terrenos que coincidían con el sitio de la batalla de La Laguna, se levantó por el mercader catalán Antonio Jové una ermita dedicada al patrón del municipio", explica el historiador Manuel Hernández.

Poco queda sin embargo de aquella primigenia construcción. La historia del templo y su deriva es reflejo, precisamente, de lo poco que ha calado siempre el fervor por el patrono de la ciudad. Un fervor que tradicionalmente se ha dirigido más hacia el Cristo lagunero y ha dejado en un cierto segundo plano al protector de los viajeros.

La primigenia institución local, el Cabildo, fue la primera en intentar dar lustre a estas celebraciones. Había incluso una procesión que salía desde la sede municipal y llegaba hasta la ermita. Las dos parroquias principales de la ciudad, Los Remedios y La Concepción, rivalizaron entonces por acoger las celebraciones eucarísticas en honor al santo. Finalmente, en 1542 se llegó al acuerdo de que las misas se alternaran entre ambos templos año tras año.

Existen documentos que dan fe de la existencia de este templo ya en 1530. Eso lo convierte en una de las construcciones más antiguas de todo Tenerife. No obstante, ha sido fruto de constantes cambios y reconstrucciones. El primero llegó en 1552 con una reedificación del recinto. Luego, en el siglo XVIII, acabó prácticamente en ruinas. "El templo fue trasladado de lugar y reconstruido en 1835 al modificarse su emplazamiento por la nueva alineación del camino hacia Santa Cruz de Tenerife. A partir de su plaza se sitúa una alameda trazada a fines del siglo XVII por el corregidor José Tabares de Cala y reformada en el XIX", recuerda el historiador.

Con tal sucesión de cambios y reubicaciones, muchos son los que opinan que es improbable que si algún día los restos de Tenesor Semidán (nombre aborigen de Guanarteme) estuvieron bajo el templo, se conserven aún. Un escribano de la época dejó constancia de que entre sus paredes fue sepultado el que es desde 2008 Hijo Predilecto del municipio grancanario de Gáldar. Allí habrían llegado, no obstante, trasladados desde su original sepulcro en la vecina iglesia de La Concepción.

Con todo, una placa colocada en la fachada por la Real Sociedad Económica de Amigos del País en 1923 ofrece un recuerdo sobre este insigne enterramiento. Además, en su interior una lápida también lo atestigua. Ayer, fuentes del Obispado de Tenerife explicaron que en breve se producirá una reunión con el director de Patrimonio Cultural de Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Clavijo, para conocer los resultados de la primera parte del proyecto: el análisis documental.

Después, y antes de una posible excavación, se realizará un estudio previo con georradares para averiguar si hay enterramientos en este azaroso subsuelo.

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