La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Día Internacional de la Mujer

Hacer añicos el techo de cristal

Cada vez hay más mujeres universitarias, pero los sillones del poder político y económico siguen dominados por los hombres

Hacer añicos el techo de cristal

El Día Internacional de la Mujer, que se conmemora hoy, fue propuesto por vez primera por Clara Zetkin, una representante de la Conferencia de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910. Además del derecho al voto y a ocupar cargos públicos, exigían el derecho a trabajar. Más de un siglo después, la lucha de las mujeres por su liberación y la igualdad todavía no ha acabado. El principal avance de las mujeres es precisamente la conquista de sus derechos. Eso sí, lentamente y en buena medida gracias a los movimientos feministas.

Se han producido algunos hitos, como el sufragio universal de voto, la legalización del aborto, la ley del divorcio, el uso de anticonceptivos, la ley de igualdad y la de violencia de género, pero queda camino por recorrer para la equidad plena.

Las mujeres llevan ya muchas décadas siendo mayoría en el alumnado y profesorado de las universidades, pero su presencia se desvanece conforme se asciende en el escalafón. La integración de mujeres en elevados puestos de dirección se resiste. Les cuesta alcanzar o rozar las esferas del poder político, económico, sociocultural y científico. No tienen las mismas posibilidades de acceso a las cúpulas ni la misma remuneración salarial.

En el sector privado las barreras son más fuertes, pues los criterios de selección son más opacos y no suele haber medidas para evitar la limitación velada de la promoción laboral. En general, las mujeres no sólo ganan menos que sus colegas por el mismo trabajo, sino que el número de hijos aumenta la probabilidad de tener un contrato parcial en el caso de las féminas, mientras que lo contrario ocurre para los hombres, confirmó ayer Eurostat.

La crisis ha frenado en España y, en concreto, en Canarias, cualquier mejora hacia la paridad en el trabajo. La conciliación para la mujer queda reducida a una palabra envuelta en malabarismos diarios. Su progresiva incorporación al mercado laboral no ha ido acompañada de la mayor implicación del varón dentro del hogar, aunque se van introduciendo cambios paulatinamente, de modo especial en las parejas más jóvenes y de mayor nivel económico y cultural.

Así lo explica Asunción González de Chávez, doctora en Psicología, fundadora del Aula de la Mujer de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y autora de numerosos libros. Entre las causas que subyacen a los techos de cristal, alude a la predominancia de los hombres en todos los estamentos e instituciones del poder, así como la "hipervaloración social de la maternidad en la identidad femenina y el ideal maternal". "Las mujeres se sienten mucho más responsables del ejercicio de la maternidad. En consecuencia, son exigidas socialmente y ellas se exigen a sí mismas dedicarle mucho más tiempo al cuidado de sus hijos, de manera que si no obedecen el mandato social se sienten culpables y son consideradas por el entorno como malas madres. Nada de eso sucede con los varones, a quienes se les presupone el derecho/el deber de primar la vida laboral y social por encima de sus responsabilidad de padres", destaca. Según González, la maternidad supone para las mujeres "un frenazo en su desarrollo profesional y en la posibilidad de ascender a puestos de mayor responsabilidad y poder". No casualmente las mujeres están retrasando cada vez más ser madres o incluso algunas renunciando a ello para no ver entorpecida su carrera.

Igualmente, para la profesora titular del departamento de Psicología y Sociología de la ULPGC, Lourdes Urbaneja, la igualdad real sigue siendo "una asignatura pendiente". Curiosamente advierte de que en la actualidad hay mujeres con poder, por ejemplo la canciller alemana, Angela Merkel, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, o la ministra española de Empleo, Fátima Báñez, que aplican políticas económicas que impiden avanzar en esa dirección.

Por tanto, estima que esas desigualdades tienen un carácter estructural que la crisis ha profundizado, cuyas consecuencias han sido un deterioro de las políticas de bienestar social, que han llevado a que sean las familias, y en particular las mujeres, las que se hagan cargo de la atención a los mayores o al cuidado de los hijos, y que ha tenido como consecuencia que éstas se hayan ido desplazando en el mercado laboral hacia sectores precarizados y temporales para compatibilizar trabajo no remunerado en el hogar con trabajo en precario mal remunerado.

De hecho, Urbaneja cree que "mientras la economía no reconozca y valore el trabajo supuestamente altruista de las mujeres en el interior de los hogares y las familias, esa igualdad no llegará".

Es más, lamenta que la crisis haya cercenado los derechos tanto de hombres como de mujeres, pero ha golpeado con mayor fuerza a estas últimas, que han visto que su derecho a ser madres "se ha convertido en un problema".

La crianza de los hijos "sigue recayendo casi en exclusiva en las mujeres y eso en muchas ocasiones significa que la promoción profesional se vea limitada", remarca la profesora asociada del departamento de Psicología y Sociología de la ULPGC, Noemi Parra, para quien el impulso del feminismo ha conseguido importantes logros en igualdad que se vienen plasmando en el ámbito legislativo y ocupando la vida pública, pero falta que se materialicen en la vida cotidiana.

Brecha

Insiste en que los recortes con la excusa de la adversidad económica han supuesto un retroceso en las políticas de igualdad en múltiples planos: se queda estancado el trabajo de transformación social y educativo, se desestabilizan los servicios de atención a la violencia sexista y se paralizan medidas en favor de la conciliación y la corresponsabilidad, entre otros. "Este momento de vulnerabilidad social afecta de forma sangrante a las mujeres, los recortes profundizan la brecha de género", apostilla Parra.

La directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad de La Laguna, Sara García, añade que "las mujeres saben que los hijos son un problema si quieren desarrollar una carrera profesional. Lo son porque el reparto de las tareas de cuidados aún no se ha producido tampoco en la pareja. Y ellas acaban dedicándole más tiempo diario a los cuidados, que ellos, quieran o no". "Sólo en las parejas donde ambos son profesionales de un nivel similar se produce una negociación que permite que puedan desarrollar sus carreras con reparto de las tareas de cuidados", subraya García.

Liderazgo

En cuanto al liderazgo, esta socióloga reconoce que el poder no se lo ha puesto fácil a las mujeres. Cuando llegan a cargos de responsabilidad siempre se les ve como "las otras"; si son duras, son "la dama de hierro", a pesar de "tantos señores de la guerra que ha habido"; y si son lideresas empáticas entonces "son demasiado suaves para gobernar". "Es decir, hagan lo que hagan, no se les reconoce en el modelo de liderazgo, porque es un modelo definido por parámetros masculinos muy tradicionales", remarca García, que insiste en que "una sociedad donde más mujeres llegan al liderazgo es una sociedad mejor, porque evidencia que algunas barreras han sido eliminadas". Sin embargo, "eso es todavía más futuro que presente. Aún estamos en el camino de las conquistas", admite.

No obstante, apunta que "hay hombres también que creen que la igualdad entre géneros es fundamental para tener una mejor sociedad y están apoyando esta lucha". "Pero no pocos de ellos sienten esta reclamación de igualdad como una amenaza, porque, en realidad, representa una cesión de poder, un equilibrio que a algunos les da miedo, ya que han basado sus relaciones con las mujeres y con el mundo en el mando y no en la negociación y el respeto verdadero", agrega.

La igualdad sólo se obtendrá "cuando los hombres entiendan que la presencia de mujeres en el poder no debe ser testimonial", interpreta la abogada integrante de la Asociación de Mujeres Juristas Themis Pino de la Nuez, quien anima a trabajar con las nuevas generaciones ante "actitudes machistas". Reclamó acciones para eliminar obstáculos discriminatorios y dejó claro que "las políticas laborales y sociales no son un lujo; al contrario, definen el éxito de un país".

Para arrancar de raíz la desigualdad por razón de género y contribuir a compaginar trabajo y familia, las expertas consultadas apelan a la responsabilidad de las empresas y administraciones públicas a fin de fomentar políticas sociales eficaces que pongan en un primer plano a las personas y hacer entender que los hombres también ganan con la igualdad. Es muy difícil romper las inercias, pero ése es el desafío: hacer añicos todos los techos de cristal.

Compartir el artículo

stats