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El Gobierno abre el debate sobre si se deben exhibir las momias aborígenes

Patrimonio Cultural reunirá a los profesionales de los museos de las Islas en un congreso para reflexionar si es ético mostrar los restos o se deben retirar

La conservadora del Museo Canario, Teresa Delgado, en el centro, durante una visita guiada en una de las salas con restos óseos y momias aborígenes. LP / DLP

¿Es ética la exhibición pública de momias aborígenes o es sólo un atractivo teñido de morbo para la atracción de turistas y visitantes? El Gobierno de Canarias abre el debate social de una polémica que lleva ya instalada más de tres décadas en distintos países de Europa, EEUU, Canadá o Australia.

Hace unos 500 años, tres niños incas quedaron momificados por las bajas temperaturas en la cima del Volcán Llullaillaco de los Andes tras ser sacrificados. Los infantes se quedaron dormidos al ser intoxicados por la consumición de hojas de coca y beber chicha (bebida fermentada de maíz). Una vez que perdieron el conocimiento, los tres menores fueron colocados en nichos de enterramiento, donde murieron congelados a 6.700 metros de altura en la cima de la gélida montaña.

En 1999 una expedición descubrió sus restos, ya conocidos como los niños de Llullaillaco, que se conservaban en perfecto estado por las bajas temperaturas. Parecen dormidos. Desde 2004, el Museo de Arqueología de Alta Montaña, ubicado en Salta (Argentina), exhibe los cuerpos de los tres niños momificados, extremo que ha generado una larga polémica en el país andino, donde aún quedan comunidades indígenas.

Este no es un caso aislado. De hecho, en EEUU se aprobó en 1990 una ley para la protección y repatriación de los restos indígenas que exhibían los museos. La norma ordenó a los centros públicos que pusieran a disposición de las comunidades indígenas las momias o restos que podían ser de sus ancestros.

El caso de las momias de los aborígenes de las Islas, de antes de la conquista en el siglo XV, que se muestran en el Museo Canario, en Gran Canaria, o en el Museo de la Naturaleza y el Hombre, en Tenerife, "es más complicado, porque, por un lado, se podría decir que los aborígenes desaparecieron y podría no haber ningún problema ético-moral pues, en principio, no corresponden a antepasados de personas conocidas, pero, por otro lado, no se puede soslayar que son restos humanos y no objetos materiales".

Así se expresa el antropólogo y profesor de la Universidad de La Laguna Fernando Estévez, que dirigirá, junto al catedrático en arqueología Antonio Tejera Gaspar, el primer congreso de museos de Canarias, que se celebrará en noviembre con representación de profesionales de todas las Islas.

Encuentro de profesionales

Este congreso tiene por finalidad poner en contacto a todos los centros museísticos canarios (arqueológicos, arte sacro o militares, entre otros,) para debatir sus problemas, necesidades y coordinar actuaciones. En ese contexto se abrirá el debate entre profesionales sobre la necesidad de exponer o no las momias aborígenes en los museos de las Islas.

El encargo proviene del director general de Patrimonio Cultural del Gobierno canario, Miguel Ángel Clavijo, también profesor universitario de la ULL e investigador en arqueología. "Tenemos la responsabilidad de revisar todo lo que tiene que ver con los cuerpos humanos que se exponen en Canarias", señala Clavijo. El Gobierno regional no tiene una decisión a priori, sino que plantea que sean los profesionales quienes reflexionen sobre si es necesario exponer estas momias o conservarlas en privado en condiciones, para poder estudiar e investigar el modo de vida y hábitos de los aborígenes.

Fernando Estévez a título personal lo tiene claro: "Aún exponiéndolos con respeto, el problema sigue subyacente, porque ¿en qué medida es determinante o no para explicar el origen de los aborígenes canarios, su sociedad o sus ritos funerarios, que estén los restos humanos expuestos?", pregunta. "Dicho de otra manera, ¿estaríamos dispuestos por esa regla de tres a exponer los restos de nuestros abuelos? No, porque sería una cuestión éticamente muy discutible y, sin embargo, sí nos podemos permitir el lujo de exhibir otros restos humanos que son del pasado", reflexiona.

A su juicio, si el objetivo de los museos arqueológicos en Canarias es mostrar el origen, la historia, la sociedad y la cultura aborigen, "en absoluto es imprescindible exhibir los restos humanos. Se pueden perfectamente buscar muchas soluciones museísticas para explicar cualquier aspecto de las culturas aborígenes". Defiende que esos restos se conserven para poder ser analizados, "pero hay un abismo total entre conservarlos y exhibirlos".

No lo percibe de igual modo la conservadora del Museo Canario, Teresa Delgado, donde exponen 15 momias completas de aborígenes de Gran Canaria. Considera que sí se deben mostrar, pero siempre vinculadas a todo tipo de explicaciones para dar a conocer cómo, a través de las investigaciones de huesos, piezas dentales o de la mortajas, han podido conocer valiosos datos de sus formas de vida o roles sociales. Cuestión distinta es que se exhiban como objetos, sin información que ayude a comprender el pasado. "Eso sería un grave error", puntualiza.

La conservación en los museos de estas momias o restos es crucial, en su opinión, porque cada vez surgen más tecnologías con las que pueden descubrir nuevos datos sobre la cultura aborigen. Por ejemplo, recientemente corrigieron científicamente un error. A la momia número 8 se le atribuía la presumible identidad de Artemis o Artamy, hijo del rey Gumidafe, un guanarteme de Gran Canaria, que murió en la conquista de la Isla.

La fecha de defunción aproximada del sujeto momificado, según las dataciones radiocarbónicas, se sitúa entre los años 415 y 560, y no entre 1404 y 1414, con lo que no es la momia del guanarteme. También por los huesos y los dientes con técnicas actuales pueden saber que las mujeres tenían un acceso limitado a ciertos alimentos, comían menos proteínas que los hombres, lo que explica la existencia de desigualdades sociales. Son múltiples las líneas de investigación.

Cree que " el compromiso de los museos es difundir la investigación. Perdería riqueza y sería más difícil de entender, por ejemplo, no poder visualizar los amortajamientos de las momias", subraya.

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