La rapidez con la que actuaron los hombres bajo su mando fue otro de los motivos que sirvió al jurado para conceder este galardón junto a los miembros del 802 Escuadrón del SAR. Por poner un ejemplo, los miembros de la unidad subacuática de la Armada tuvieron que lanzarse al mar desde 18 metros de altura, puesto que el helicóptero de las FAR de Marruecos no se atrevía a bajar más. Hay que apuntar que el límite está en cinco metros para saltar con total seguridad. Al principio los marinos nadaron entre tiburones de un metro de longitud, pero pronto hicieron su aparición los escualos de tres metros. Gracias a la actuación de los tiradores de la Unidad de Seguridad de Canarias, las inmersiones se hicieron con cierta seguridad. Según el capitán de corbeta, "el mayor peligro lo representaban las estructuras cortantes, cables, redes y demás piezas del helicóptero que se movían".

El SAR Canarias y los buzos de la Armada Española están de enhorabuena porque el jurado del IV Premio Sabino Fernández Campo ha decidido distinguir su labor. El jurado no tuvo duda sobre que este galardón debía ser en esta ocasión para los miembros del 802 Escuadrón de Fuerzas Aéreas y RCC Canarias (SAR) con base en Gando y los buzos de la Armada Española que participaron, en condiciones adversas, en el rescate de los cuerpos de los tres pilotos fallecidos al estrellarse su helicóptero en aguas del Sahara el pasado 22 de octubre, cuando regresaban de una misión de cooperación internacional con el Ejército de Senegal.

La entrega de la distinción tendrá lugar el próximo día 29 en Sevilla y por parte del 802 Escuadrón del SAR y RCC acudirán el teniente coronel jefe Fernando Rubí Maté, el comandante jefe de operaciones de la escuadrilla de helicópteros Jesús Ramos Muñoz, el jefe operativo del RCC, subteniente José Amat, y el suboficial mayor de la unidad, el subteniente Roque Sosa.

Unanimidad

El jurado acordó por unanimidad conceder el reconocimiento de actuaciones destacadas desempeñadas por personas o unidades militares en el ejercicio de su deber con reversión manifiesta a la sociedad: "A la operación de rescate del helicóptero del 802 Escuadrón del SAR del Ejército del Aire en Canarias". Este servicio se desarrolló tras tenerse conocimiento de la pérdida de uno de los aparatos del escuadrón en el que viajaban el capitán José Morales Rodríguez, el teniente Saúl López Quesada y el sargento Jhonander Ojeda Alemán. Los tres habían partido desde Nouadibou, donde pararon para repostar en el viaje de regreso desde Dakar. En Senegal habían participado en un ejercicio internacional para adiestrar a la incipiente unidad SAR del país. El aparato, un Súper Puma, desapareció cuando volaba hacia la base aérea de Gando a unos 520 kilómetros de Gran Canaria. En un primer momento se habló de que los tres tripulantes habían sobrevivido al accidente, tras un mal entendido con las autoridades marroquíes, y se creyó que eran transportados en un barco pesquero hacia la antigua Villa Cisneros.

Horas después se producía un desmentido oficial del Ministerio de Defensa y comenzaba una operación de búsqueda contra reloj en la que participaron el resto de medios del 802 Escuadrón del SAR, aviones F-18 del Ala 46, así como el buque de acción marítima Rayo, que les sirve de base de operaciones, y dos cazaminas de la Armada, el Turia y el Segura. Estos buques emplearon sus equipos de sonar, lo que permitió ampliar la capacidad de búsqueda bajo el mar, un trabajo al que se unieron dos robots y un equipo de 22 buzos de la Armada.

Este premio no quiso dejar pasar por alto el valor demostrado por los buceadores de la Armada, quienes llegaron a poner en riesgo su vida al nadar entre tiburones, con corrientes, olas de dos a cuatro metros que complicaron las tareas de rescate, impidiendo elevar a la superficie el helicóptero siniestrado. Algunos de estos marinos de guerra tuvieron incluso que ser evacuados durante la operación hasta la cámara hiperbárica.

El Almirante de la Flota de la Armada, Francisco Javier Suanzes Franco, en una entrevista en este periódico, en noviembre del pasado año reconocía que "sin duda alguna la operación de la Armada dentro de lo lamentable y triste de la situación, ha sido exitosa".

Relató que en cuanto tuvieron conocimiento del accidente actuaron con celeridad para disponer los medios necesarios para el rescate. Así, dispusieron rumbo a la zona del siniestro a los cazaminas Turia y Segura que estaban en Huelva, el buque Camino Español que transitaba hacia Canarias, y el buque de Acción Marítima Rayo, que se encontraba patrullando el mar de Alborán. Resaltó que la rápida llegada de los cazaminas permitió localizar el helicóptero a las diez horas de su llegada y alabó "la labor de los 22 buceadores que trabajando, no exentos de riesgos, consiguieron rescatar los cuerpos".

Los miembros del jurado quiso reconocer también las actuaciones de personal civil o entidad jurídica con aportaciones manifiestas que ensalcen y contribuyan a poner en valor el colectivo militar, al pintor Augusto Ferrer Dalmau. Este pintor especialista en temas castrenses ha retratado a numerosas unidades militares. Entre sus obras destaca El Camino español, que refleja la dureza de los Tercios de Flandes en su marcha desde España hasta Italia o la Patrulla, que refleja el quehacer de las tropas españolas a lo largo de los 14 años que permanecieron en Afganistán.

El jurado estuvo compuesto por José Ballester Llamazares, director territorial del BBVA para Andalucía y Extremadura; el periodista de cadena COPE Ángel Expósito Mora; Juan Francisco Iturri Franco, director general del Grupo Iturri, y monseñor Juan del Río Martín, arzobispo castrense, que actuó como presidente del IV Premio Sabino Fernández Campo, organizado por el diario ABC y BBVA. A la reunión solo faltó Gonzalo Rodríguez de Austria Rosales, pero remitió su voto al presidente.