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Diez canarios ante la barbarie

Los isleños afincados en la capital belga relatan cómo vivieron la jornada mientras se sucedían los atentados terroristas - Preocupa la incertidumbre por la escalada de violencia

Diez canarios ante la barbarie

En Bruselas reside y trabaja una amplia comunidad canaria. Muchos pertenecen al aparato administrativo de la Unión Europea, pero también hay profesores, consultores, estudiantes y deportistas. Todos tienen su propia historia, en primera persona, en el escenario del ataque terrorista. Diez de ellos, todos a salvo, relatan cómo vivieron, evitaron o incluso escaparon del vagón contiguo al atentado.

Jorge Cólogan - Técnico de la UE

"Tuve suerte, si llego a subir a otro vagón igual no estoy aquí"

Jorge Cólogan trabaja en la sede de la Dirección General de Comercio y el vagón que le llevó a su oficina se encontraba al lado del que explosionó en la parada de Maalbeck. "La verdad es que tuve suerte, porque si llego a coger el vagón de al lado igual no estoy aquí", reconoce, tras explicar como vio una nube densa de humo blanco y las personas que iban junto a él cayeron al suelo. Este no cree que nadie resultara herido.

"Salí como pude", declaró este lagunero de 32 años que vive en Bruselas desde el mes de febrero. Todo ocurrió sobre las 9.30 horas, pero pudo llegar a su puesto de trabajo, donde esperó a que las autoridades le informaran sobre lo que debía hacer. "De momento no podemos abandonar el edificio", declaró a media mañana.

Este explica que en la calle todo estaba en calma y que pasó bastantes horas en su oficina, esperando algunas declaraciones oficiales. "Pero claro que estamos preocupados", sentencia. "Gracias a Dios a mí no me ha pasado nada y, aunque tengo muchos amigos, de momento todos están bien y no conozco a nadie que haya sufrido heridas", explicó. Desde los atentados que tuvieron lugar en París el pasado mes de noviembre, la presencia militar en Bruselas era notable, pero éste advierte que en los últimos días los ciudadanos no había notado ningún reputen de la presencia de militares y todo parecía en calma.

Adolfo Roy - Consultor

"La onda expansiva en el metro se sintió a una parada de distancia"

Adolfo Roy es tinerfeño, tiene 29 años y vive desde hace cinco en Bruselas. Su despacho, como consultor externo en la Dirección General de Cooperación al Desarrollo de la Comisión Europea, se encuentra a unos escasos 200 metros de la estación de Maalbeck. Normalmente, empieza su jornada a las 9.30 horas por lo que a las 9.00 toma la línea del metro que fue atacada para bajarse en Schuman a una sola parada de la estación donde se produjeron las explosiones. Su prudencia le evitó estar cerca del peligro. "Al oír la noticia sobre el atentado en el aeropuerto decidí ser precavido e ir caminando al trabajo. Al llegar me encontré con el cordón policial, con una zona de seguridad de unos 50 o 60 metros donde se atendía a los heridos, y mucho movimiento de policías, ambulancias y cuerpos de seguridad", expuso. Este señala que varios de sus compañeros sintieron las explosiones cuando se encontraban en el interior del metro y a solo una parada de distancia.

Adolfo Roy describe el shock en el que se ha sumido la población y los usuarios de la sede de la Comisión Europea. "No paran de oírse todo tipo de sirenas y las calles están tomadas por ambulancias y militares".

Carlos Rodríguez - Asistente en el Parlamento

"Me niego a vivir con miedo"

Carlos Rodríguez, de Las Palmas de Gran Canaria, trabaja para un eurodiputado y se encontraba dentro del Parlamento Europeo cuando se produjeron las explosiones. Este asegura no llegó a sentir el atentado pese a la proximidad de las explosiones. Sin embargo, sí vivió de primera mano los efectos y reacciones dentro de este espacio en el epicentro de la actividad política del continente. "En un primer momento se vivió mucha incertidumbre, incredulidad y confusión, también asombro y después de un rechazo frontal y contundente ante lo sucedido", explicó.

Este recuerda que la primera pregunta de los diputados fue el por qué y Carlos admite que su lógica intentó buscar alguna explicación ajena al terrorismo. Este pensó que se trataba de una explosión de combustible en el aeropuerto. Posteriormente, con las réplicas en el metro, quedaron claro los motivos y el origen del ataque. "Enseguida vimos como se empezaron a llenar las calles de vehículos militares y fuerzas de seguridad", señaló, mientras, a ellos, explica, no les dejaron salir del edificio por seguridad. De hecho, permanecieron recluidos, por recomendación de la policía, hasta las cinco de la tarde. Este describe una ambiente de enorme crispación, por la inseguridad, el miedo y, especialmente, la incertidumbre política y social.

"No sabes lo que va a pasar, qué medidas se van a tomar o si va a haber más atentados. Yo me niego a vivir con miedo, pero veo a la gente en la ciudad muy nerviosa. Lógicamente, es un suceso que dejará una huella difícil de borrar en la capital y el resto del país", apuntó. Además, este muestra la tensión social en un ciudad en la que "las autoridades aseguran que existen una red terrorista en las afueras de Bruselas con capacidad para actuar en cualquier momento". Por último, señaló que muchos entendían este acto de barbaría como una reacción ante el arresto del cerebro de los atentados de París.

Carolina Trujillo - Profesora

"Si llega a pasar un día antes o después, me hubiera pillado"

"Tuve la suerte de que no me tocaba trabajar en el turno de mañana, porque si no tendría que haber cogido ese metro", explicó Carolina Trujillo Pérez, traductora de profesión y profesora de inglés y español en una universidad del centro de Bruselas. "Si hubiera sido un día antes o después, probablemente me hubiera pillado", añade ya que debe pasar a las 8 de la mañana por la estación de Maalbeck.

"Estamos siguiendo las noticias y te sientes mal y en shock al pensar que podría ser yo la que aparece en esas fotos", valoró. "Hemos tenido suerte y cuando lo ves tan cercano a ti, te quedas mal", añadió esta tinerfeña que lleva cinco años en Bruselas, pero que la conoce muy bien la ciudad porque pasó parte de su infancia en la capital belga.

Samuel Pulido - Técnico de la UE

"Bruselas se convertirá en una ciudad fantasma"

"La gente aquí en Bruselas está muy inquieta, siguiendo las órdenes de las autoridades. Nos han pedido que nos quedemos en casa y eso he hecho. Mi hija, mi mujer y yo estamos bien pero preocupados", asegura Samuel Pulido, que cerca de Grand Place, la plaza central de la capital belga. Este tinerfeño ya tiene experiencia en este tipo de situaciones., con la ciudad tomada por el ejercito y el comercio cerrado, vivido tras los atentados de noviembre de París. "Justo después de lo de París, en Bélgica se decretó la máxima alerta y estuvimos tres días con todo cerrado y paralizado. Ahora, que los atentados ocurrieron aquí, va a ser peor. Esperamos en las próximas horas una ciudad fantasmagórica, sin apenas nadie en la calle salvo el Ejército y la Policía. Son momentos de mucha inquietud pero es lo que hay que hacer", explica. Este apunta que apenas han recibido información. "Nos han pedido que no nos preocupemos, que ellos garantizan la seguridad. Pero (a media mañana) yo estoy pegado a los informativos y las redes sociales esperando noticias y, sobre todo, para que me autoricen a ir a buscar a mi hija, de ocho años, y que se ha quedado en la escuela" por precaución, apunta.

Clara Vidal - Estudiante

"Sentí que podía pasar en cualquier lugar y en cualquier momento"

Clara Vidal, natural de Las Palmas de Gran Canaria, cuenta cómo se enteró del suceso: "Mi compañero de piso se despertó a las nueve y cuarto y enseguida vino a despertarme para decirme que habían atentado en Zaventem. Estábamos bastante nerviosos, porque justo habíamos estado ayer [por el lunes] allí, recogiendo a un amigo, y nuestro compañero de piso portugués había estado por la mañana también solventado el asunto del vuelo que le había cancelado Ryanair por la huelga en Francia. A los quince minutos salió lo de las explosiones en las estaciones de metro en el barrio europeo y nos pusimos más nerviosos aún, porque te invade ese sentimiento de que puede pasar en cualquier parte y en cualquier momento. Luego ya parecía que la cosa se calmaba un poco y nos hemos tranquilizado".

La joven admite igualmente que, además de nerviosa y asustada, se siente "cabreada e indignada", y decepcionada "con la humanidad en general", así como con "esta gente que destruye la diversidad religiosa y todo lo que pilla a su paso".

Mili Mejías - Jugadora de hockey

"Resulta duro sentir miedo cada vez que uno coge un tren"

Mili Mejías, de la capital grancanaria y jugadora de hockey profesional, asegura que, desde los atentados de París, "ha sido un poco caos". Por ejemplo, para ir a la casa de su novio, que vive al lado del barrio de Molenbeek, tiene que coger dos líneas de metro: la 1, que pasa precisamente por las estaciones del Parlamento Europeo, entre ellas Maelbeek, donde ocurrió la explosión, y la 6, que para en Simonis, estación de metro del barrio de Molenbeek. Mejías reconoce que, viniendo de Gran Canaria le resulta "un poco difícil" vivir este tipo de situaciones tan de cerca. "Estando en las Islas, todo nos parece lejos, y ahora estamos en el medio de todos estos atentados. Uno siente miedo y no sabe muy bien cómo actuar. Es súper duro estar alerta y sentir miedo cada vez que uno toma un tren, un metro... Pasé varias veces por el aeropuerto de Brussels National en los meses de diciembre y enero y estaba repleto de militares por todos lados, ahí es donde nos damos cuenta, creo yo, de que ninguna medida de seguridad es suficiente para prevenir estos ataques de fanáticos religiosos, que no tienen límite", indica.

"La gente está paranoica y con miedo", prosigue, "y es algo que se nota dentro del metro sobre todo, en el tren... Hace dos semanas, por ejemplo, subiéndome al metro vi a un hombre con una actitud extraña y cambié de vagón, y cuando estaba subiéndome al siguiente vagón, toda la gente del vagón del que me bajé salió corriendo; así que me bajé del metro y esperé al siguiente. Quizás no fue nada, pero por lo mínimo sentimos miedo. Uno nunca espera estar en medio de algo así y es algo que puede llegar en cualquier momento. Con los atentados de París sentí miedo, ahora estoy más indignada porque cuando parece que las cosas se calman, esta gente vuelve a actuar".

La joven, que se pregunta "cuándo va a terminar todo esto y cuál es el limite de esta gente que mata y hiere personas con esa sangre fría", garantiza: "No tengo miedo, no voy a dejar de salir a la calle, no voy a darles ese gusto; Bruselas es una ciudad hermosa y la vida en ella también".

David Nuez - Entrenador de hockey

"Después de algo así te quedas un tiempo viviendo intranquilo"

Entrenador de niños en un club de hockey, David Nuez, también de la capital grancanaria, reside a cuatro kilómetros del aeropuerto de Zaventem, donde durante gran parte del día no paró de escuchar sirenas y algún que otro helicóptero sobrevolando la zona. Nuez confiesa que está viviendo una situación "bastante complicada", y que en un momento así "uno tiene miedo hasta de ir al supermercado". "No sabemos qué puede llegar a pasar", apunta, "y nos aconsejan no salir siquiera de casa; para nosotros es algo bastante impactante, aunque ya vivimos algo parecido cuando sucedieron los atentados de París".

La alerta de nivel cuatro en la que se encuentra el país, tal y como cuenta Nuez, provoca que la gente viva "con la incertidumbre de no saber si en cualquier momento puede pasar algo". "Sinceramente", señala, "esperamos que la cosa se normalice lo antes posible y poder hacer vida normal, aunque después de algo así estás un tiempo viviendo intranquilo; si tienes que ir al centro o a algún sitio emblemático te lo piensas dos veces".

Ubay Martín - Coordinador cultural

"Las repercusiones en la confianza y en la libertad son grandes"

Ubay Martín, que es natural de Las Palmas de Gran Canaria y trabaja como coordinador cultural en el barrio de Saint Gilles, afirma que en esa zona, donde también reside, "estaba tranquila". Sin embargo, tuvo que presentarse en la embajada española, en pleno epicentro de la catástrofe. "Después de unas llamadas, casi todas las actividades de Bruselas se paralizaban: reuniones, trabajo, cursos e incluso los eventos de ocio de esta noche", cuenta. Tanto es así que una sesión de cine a la que pretendía asistir anoche se anuló, y tuvo que improvisar "un cine club en casa con una docena de amigos".

"Fuera continúan las investigaciones policiales", agrega, "todo está cortado: estaciones, redes de transportes...". "Esperemos que Bruselas no tarde en curar esta herida abierta, porque las repercusiones en la confianza y en la libertad son muy grandes", valora.

Jari Notredame - Estudiante

"La gente tiene miedo; los trenes no llegan ni salen a su hora"

"La gente tiene miedo y está enfadada". Ese es el resumen que hace Jari Notredame de la jornada en Bélgica. El joven tiene 20 años y, aunque se crió en Granadilla de Abona, ahora vive en la ciudad de Brujas, donde estudia Magisterio. "Estamos todos bastante preocupados, sobre todo porque hay trenes que no está saliendo ni llegando a su hora", explica el isleño.

Durante buena parte de la jornada, al igual que en el centro de Bruselas, las fuerzas de seguridad prohibieron el tránsito de ciudadanos por las calles: "A nosotros, por ejemplo, nos han pedido que nos quedemos en el colegio". Notredame, al igual que muchos otros canarios en Bélgica, tuvo dificultades para ponerse en contacto con sus familiares. "Las líneas deben estar operativas solo para recibir las llamadas de emergencia y ya pude decirle a mi familia que estaba bien", relata el tinerfeño.

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