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Escalada prebélica en el Sahara

La expulsión de 84 miembros de la Minurso de la excolonia española deja muy tocado el proceso de paz - El Gobierno de Marruecos y el Frente Polisario exhiben músculo militar

Ban Ki-moon en los campos de refugiados. EFE

Marruecos ha subido el diapasón de la tensión en el Sahara Occidental. En sólo una semana ha descabezado la presencia de Naciones Unidas en este territorio que ocupa desde 1975 y ha dado la estocada, quizás definitiva, a un proceso de paz que, todo hay que decirlo, llevaba demasiado tiempo en vía muerta. La expulsión de 84 miembros de la sección política y civil de la Minurso, el cierre de la oficina militar de enlace de Dajla y la suspensión de la contribución económica marroquí suponen un serio revés para esta misión.

Pero en el delicado juego de contrapesos y equilibrios políticos y militares del Magreb, nada pasa por casualidad. Rabat olfateó el ambiente y supo que era el momento propicio para asestar el golpe. En el otro bando, el Frente Polisario ha vuelto a exhibir sus tanques y obuses, pero sus tambores de guerra no despeinan a un Marruecos consciente de su fortaleza como aliado estratégico de Occidente ante el avance del yihadismo y la inmigración.

Ocurrió el pasado 5 de marzo. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que estaba de visita en Tinduf, se mostró impresionado por la situación humanitaria de los refugiados que sufren el exilio desde hace más de cuarenta años. Allí, el surcoreano habló de "Sahara ocupado" por Marruecos y luego cursó visita a Bir Lehlu, el lugar donde nació la República Saharaui. La gira nunca fue del agrado de Rabat y desde hace meses la estaba boicoteando. Las autoridades del reino alauí han puesto palos en las ruedas de la Minurso, que tiene como objetivo declarado la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental, desde su creación en 1991.

Hostilidad

Su respuesta ante lo que consideran un posicionamiento del secretario general no se hizo esperar y fue de una hostilidad contra Naciones Unidas antes nunca vista. Pocos días tardó Marruecos en dar un ultimátum a la Minurso, a la que entregó una lista de 84 miembros del total de 220 que componen dicha misión que debían abandonar el territorio, acusados de parcialidad. La amenaza se concretó el pasado fin de semana con la evacuación de estas 84 personas a Gran Canaria y, posteriormente, con el cierre de la oficina de enlace militar de Dajla. Mientras tanto, en Nueva York las cosas no pintaban bien para el secretario general de la ONU. El Consejo de Seguridad se mostró dividido y no ofreció una respuesta contundente y a la altura de la provocación marroquí. De hecho, no ofreció ninguna respuesta y se limitó a exigir a Marruecos, con tibieza, que cumpliera sus obligaciones internacionales.

Y es que Marruecos se ha puesto flamenco en el Sahara porque sabe que se lo puede permitir. El reino alauí se presenta ante el mundo como el estado más sólido del Magreb en unos años convulsos y aliado imprescindible ante dos problemas que preocupan, y mucho, a Europa: la crisis migratoria y el imparable avance del yihadismo.

Tesis anexionistas

Es consciente de que Francia, España y Estados Unidos apoyan sus tesis anexionistas, ya sea por activa o por pasiva. A todo ello se suma el momento de transición (y por tanto debilidad) que se vive en la cabeza de Naciones Unidas, con un Ban Ki-moon que abandonará el cargo en los próximos meses.

Sin embargo, la postura argelina de respaldo al Frente Polisario había frenado hasta ahora cualquier aventura alauí. El problema es que el escenario han cambiado. Las cosas no van bien en Argelia. Sacudida por una doble crisis que es económica (caída de los precios del petróleo en el mercado internacional) que la ha llevado prácticamente a la bancarrota y a la vez política, con un presidente de 79 años, Abdelaziz Buteflika, envejecido y enfermo, y un Gobierno atenazado por la falta de iniciativa, Argelia debe al mismo tiempo hacer frente al yihadismo que golpea desde el sur.

La reacción del Frente Polisario ante la bravata marroquí ha sido inmediata y ha puesto en alerta a sus fuerzas en la pequeña parte del Sahara que está bajo su control (menos de un 20%). En Rabuni, capital administrativa de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), han vuelto a amenazar con romper el alto el fuego y reiniciar las hostilidades, una opción que parece poco probable sin el visto bueno de Argel. Por su parte, Marruecos ha respondido trasladando hasta El Aaiún a un contigente de más de un millar de soldados, cazas y helicópteros preparados para cualquier eventualidad.

Todas las miradas están puestas en el muro que divide al territorio, donde la tensión ya había subido en las últimas semanas, incluso antes de la visita de Ban Ki-moon. A finales de febrero un pastor que se encontraba en la parte saharaui fue asesinado a tiros por soldados marroquíes, lo que se considera la violación más grave del alto el fuego desde 1991. El fracaso palmario de Naciones Unidas en este contencioso podría empujar a los saharauis a un camino alfombrado de peligros, abriendo un nuevo frente de inestabilidad en una región. Está previsto que el próximo mes de abril se produzca la renovación de la Minurso por un año más. Ocurra o no, Marruecos ha conseguido hacer descarrilar el proceso de paz.

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