Medio siglo lleva Efigenia Borges enamorando los paladares de medio mundo. Su puchero y su potaje de berros no han salido jamás de su restaurante, situado en mitad del Parque Nacional de Garajonay, pero los comensales que se sientan a su mesa llegan desde los lugares más lejanos del globo terráqueo. En una de sus sillas se ha sentado, por supuesto, la canciller alemana Angela Merkel y su marido, Joachim Sauer, quienes hace unos años probaron, como dos turistas más, los mangares de doña Efigenia.

Aún hoy, la restauradora gomera, a la que no le gusta desvelar qué edad tiene, prepara la misma receta que le enseñaron, cuando era pequeña, sus padres. Todos los platos que salen de su cocina proceden de la huerta que su familia tiene en Valle Gran Rey y, como a ella le gusta presumir, "todo lo que ponemos en el plato es natural porque no me gustan los químicos". Así, reconoce que "mis platos no tienen ningún secreto, solo el amor y la especialidad que yo pongo cuando los preparo".

Efigenia Borges aprendió a hablar alemán de manera autodidacta hace años: "Cuando venía un turista, yo les señalaba el salero, la mesa o cualquier cosa que estuviera cerca, ellos lo decían en alemán y así he ido aprendiendo". Son precisamente los germanos los primeros que llegaron a la Isla a pasar sus vacaciones y la afamada cocinera explica que a su restaurante llegan desde hace más de 49 años.

Efigenia habla de la llegada de Angela Merkel a su restaurante como si fuera la visita de una antigua amiga. "Vino con un grupo más grande de turistas que se alojaban en el Hotel Tecina y se sentó en aquella mesa como si fuera una más. Era un día en el que yo tenía mucho apuro porque había mucha gente y, como ella no se identificó, no hablamos demasiado pero fue muy agradable", relata la propietaria de Casa Efigenia, en Las Hayas. Pero Angela Merkel no ha sido la única que ha podido disfrutar de la magia del puchero de la gomera. Con especial cariño recuerda la visita del exministro alemán adjunto de Asuntos Exteriores, Gernot Erler. "Con él sí que me senté a hablar. Comió en la terraza y luego yo le envié un correo electrónico agradeciéndole que hubiera venido", relata Borges, quien, no obstante, sabe que todos los personajes conocidos que llegan a su restaurante "buscan tranquilidad y un trato normal", por eso su exquisito servicio no varía entre unas personas y otras.

Estos días, Efigenia Borges espera una nueva visita de Angela Merkel. Sin embargo no puede adelantar cuál será el plato que podrá degustar la canciller puesto que, como ella misma asegura, decide qué cocinará cada día por la mañana y los comensales que se sientan a su mesa deben dejarse sorprender.