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¿Un discurso para canarios "anónimos"?

Lejos quedan ya las intervenciones de dos horas y las réplicas infinitas del expresidente Rivero

¿Vieron ayer la televisión, oyeron la radio o se conectaron a internet el agricultor de La Geria, el pescador majorero, el emprendedor gomero, el joven palmero, la profesora herreña, el médico grancanario y la dueña de un restaurante tinerfeño a quienes se dirigió el presidente Fernando Clavijo en su discurso? Difícil de saber a no ser que se haga un minucioso estudio sociológico de los ciudadanos canarios "anónimos" a los que les interesó el debate sobre el estado de la nacionalidad canaria.

Y es que tanto este debate como otros que se celebran en el Parlamento regional atraen más bien poco a la ciudadanía, ocupada en otros menesteres más importantes que ver como sus dirigentes políticos se echan una y otra vez los trastos a la cabeza. El presidente del grupo parlamentario del PP, Asier Antona, clamó que el debate no se convirtiera en un nuevo "diálogo de besugos" donde cada uno vende su discurso y hace oídos sordos a los argumentos de los rivales políticos.

La expectación que levantó el primer debate general de la situación de las Islas de la era Clavijo fue más mediática que otra cosa. Las televisiones, radios, periódicos y medios digitales desplegaron todos sus recursos para cubrir el principal acontecimiento político de la Cámara autónomica, sólo comparable a la sesión de investitura, el debate de los presupuestos o una moción de censura o de confianza. En la tribuna de invitados poco que rascar porque la gran mayoría era personal de la casa, es decir, altos cargos del Gobierno, asesores, algunos diputados nacionales -Pedro Quevedo y Meri Pita por ejemplo-, pocos alcaldes y ningún presidente de cabildo a excepción de Belén Allende y Casimiro Curbelo, que son diputados y estaban en sus escaños.

Lejos han quedado ya los discursos de dos horas o las réplicas infinitas de Paulino Rivero. Hasta en esto quiere romper Clavijo con su predecesor en el cargo y en unos 50 minutos se despachó el presidente sus primeros ocho meses de gobierno, tiempo que da para mucho o para poco, según se mire, pero que, en boca del mandatario, es el inicio del giro de 180 grados que quiere dar a Canarias y para el que precisa "mucho más tiempo".

No se explayó el presidente en detallar sus logros. La mayoría los enumeró en una frase, a otros les dedicó como mucho un párrafo y prefirió detenerse en el fantasma del desequilibrio entre las islas. ¿Un debate artificial? Para el presidente se ciernen amenazas graves en el horizonte haciendo alusiones, sin mencionarlo, a su principal oponente político: el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, que, sin ser parlamentario, se ha convertido en la pesadilla del presidente del Ejecutivo regional.

Clavijo no quiso dejar pasar la oportunidad de incidir en el debate sobre la reforma del sistema electoral que acaba de iniciarse en el Parlamento, a través de una comisión de estudio que está por constituirse. Y aquí salió de nuevo el "alma" de Coalición Canaria, que basa buena parte de su implantación territorial en las islas no capitalinas. Un gesto elocuente que busca calmar la intranquilidad que ha surgido en algunos próceres de las islas menores, que ya han advertido por activa y por pasiva que la triple paridad no se toca.

El buenrrollismo sigue siendo el hilo argumental de un discurso político hilvanado en torno al diálogo entre todas las instituciones, incluido con el Estado, y dar más protagonismo a los cabildos y ayuntamientos en todos los aspectos de la política autonómica. Aquí fue elocuente la mención que hizo el presidente en su referencia a la Ley del Suelo a las alabanzas del PP, lo cual no dejó indiferente a casi nadie ni dentro ni fuera del hemiciclo.

Para Clavijo se ha avanzado mucho más en sus ocho meses de gestión que en los años anteriores, en los que primó la confrontación con el Gobierno central del PP. El que ahora no haya aún un gobierno investido tras las elecciones es "dramático" para Canarias porque muchos asuntos quedan pendientes de que haya o no un acuerdo y, en el peor de los casos, de unas elecciones que aplazarán la situación hasta después del verano.

"Nuestro archipiélago necesita un cambio", clama Clavijo, para a continuación criticar a los que no quieren ver ese cambio como algo necesario sino como un obstáculos para que todo permanezca igual. Si los dos millones de canarios a los que se dirigió ayer Clavijo desde la tribuna de oradores vieron el debate se estarán preguntando a qué cambio se refiere el presidente cuando, según sus propias palabras, la crisis no se ha ido todavía de Canarias.

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