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Análisis El nuevo orden mundial

Después de Obama, Clinton

Los dos líderes demócratas definen su geoestrategia mundial para defender el liderazgo económico, militar y político de los norteamericanos - Frente a ellos, el republicano Donald Trump ofrece un discurso proteccionista y aislacionista

El proceso electoral que llaman primarias americanas, consiste en un larguísimo debate que dura casi un año para seleccionar los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos. Por un lado compiten los republicanos y por otro los demócratas. Primaria a primaria, los Estados de la Unión van eligiendo sucesivamente a los delegados que le representarán en las convenciones republicana y demócrata del mes de julio. Allí decidirán quién es el candidato de cada partido para las presidenciales que se celebrarán el 8 de noviembre.

Los resultados en los seis Estados que han celebrado primarias en las dos últimas semanas, entre ellos el importante Estado de Nueva York, indican que probablemente la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump serán finalmente los dos grandes candidatos que se enfrentarán para la Presidencia en el mes de noviembre. El mundo sigue con especial expectación y los americanos con auténtica pasión, los resultados de cada uno de los asaltos de lo que algunos llaman ya el combate del siglo. La lucha por la Presidencia del país más poderoso del mundo.

La sociedad mundial es consciente que aquí se está jugando una partida que decidirá la continuidad o el cambio de los destinos del planeta. El magnate inmobiliario y del show business, Donald Trump, es un extraño personaje, más que pintoresco, de ideas radicales, que ha resucitado el viejo discurso de las asociaciones racistas de "la supremacía blanca", ante lo que ellos consideran la invasión mestiza. Y, por otro lado, llama a fortalecer, aún más, militarmente a Estados Unidos, "porque el mundo nunca ha sido tan peligroso como ahora. Y la razón es porque América es demasiado débil". Trump se ofrece para parar el declive que, según él, vive Estados Unidos desde hace más de una década.

Al principio nadie se tomó en serio al magnate, pero la realidad es que ya ha conseguido 950 delegados de los 1.300 que necesita para llegar con mayoría a la convención. Si en junio gana en California, lo que es muy probable, nos encontraremos con el hecho insólito, que desconcierta e inquieta al mundo, que Donald Trump será el contrincante de Hillary Clinton para la Presidencia de Estados Unidos. La señora Clinton a su vez ha obtenido hasta ahora 2.141 delegados, de los 2.383 que necesita. Le falta muy poco y todo indica que ganará la nominación, pero pagará un alto coste político. Porque en la campaña, el otro demócrata que se le enfrentaba, Sanders, un candidato con más de 70 años y que se define socialista -cosa muy rara en la política americana-, ha logrado un apoyo sorprendente en la mayoría de los jóvenes americanos. Todos aquellos que apoyaban a Obama en las elecciones anteriores y que entonces hicieron famoso el "Yes We Can", el Sí Podemos que tantas resonancias tuvo y tiene en nuestro país. Sanders ha acusado a H. Clinton de ser la candidata de los grandes poderes económicos y políticos. "La candidata de Wall Street y Washington", acusa Sanders.

¿A quién representa Trump?

Y entonces, ¿a quién representa Donald Trump? Por los estudios de intención de voto parece claro que representa a los granjeros del mid-west, a los blancos pobres que se enfrentan a los inmigrantes, a toda la gama de los populistas, a las iglesias protestantes cargadas de fundamentalismo. Y, de manera especial, a los medianos y grandes empresarios que son los perdedores de la globalización. Y, en consecuencia, se definen contrarios al libre comercio y exigen protección frente a la competencia de China, Japón y Europa. Por eso el discurso de Trump es proteccionista y aislacionista, "no debemos seguir exportando empleos y quitándoselo a los norteamericanos". Por eso Trump está contra el Tratado con México, contra el gran Tratado del Pacífico recién firmado por Estados Unidos, Japón y diez países más con el objetivo central de aislar a China. Y también está contra el TTIP, el Tratado que la Administración Obama pretende firmar este año con Europa para aislar a su vez a Rusia. Y que, sin embargo, despierta grandes reticencias e importantes manifestaciones en contra en diversos países europeos.

En estos últimos días, el fundador de Microsoft, Bill Gates, ha entrado en el debate electoral diciendo: "El proteccionismo que defienden Trump y Sanders va contra los grandes intereses norteamericanos y nuestro liderazgo en el mundo". Y añadió: "Lo que está en juego es el futuro del mercado mundial en la globalización y el liderazgo económico de los grandes países". Gates explicó: "Se dice que compañías como Boeing o Microsoft pagan muy bien a sus miles de ingenieros y gastan, a su vez, miles de millones de dólares en investigación e innovación. Es así como han conquistado el mercado global. Y si USA quiere seguir siendo líder en todos los grandes sectores: software, aviación, farmacéuticas, películas y en general todo el mercado cultural, etcétera, debe defender el libre comercio y, por tanto, los grandes tratados con los países del Pacífico y de Europa que defienden Obama y Hillary Clinton". Solo observar que a Bill Gates se le olvidó señalar también, como sector clave, a la industria militar. Y añadir que las grandes corporaciones americanas tienen muy claro que si para liderar los sectores punta de máximo nivel tecnológico debilitan a cambio sectores económicos tradicionales, están dispuestos a asumirlo.

'Hard choices'

Pero defender el liderazgo económico, militar y político de los norteamericanos a escala mundial exige también tomar decisiones difíciles. Eso lo tiene claro Obama y más claro aún Hillary Clinton, que ha titulado el libro en el que explica su política con el revelador título Hard choices, decisiones difíciles. Empieza así: "Todos nos enfrentamos a decisiones difíciles en nuestras vidas. La vida es un conjunto de toma de decisiones. Y las decisiones van dando forma a las personas que somos. Yo soy consciente que voy a tener que enfrentarme a decisiones muy difíciles. En ese momento, escucharé a mi corazón y a mi cabeza. Para los líderes y las naciones, esas decisiones pueden significar la diferencia entre la guerra y la paz, la pobreza y la prosperidad".

A lo largo del libro Hillary explica que la situación mundial se está transformando, que estamos en una fase de transición hacia un nuevo orden mundial. En que las dos opciones están abiertas: construir un nuevo mundo de equilibrios entre las naciones de justicia en las relaciones, de libertad en las decisiones. O, por el contrario, entrar en una segunda guerra fría en que repitamos el conflicto de la primera guerra fría entre Estados Unidos y Europa, por un lado, y Rusia y China, por otro. En cómo diseñar ese futuro están trabajando juntos Obama y Hillary Clinton. Creen que 2016 es el año de transición de un mandato a otro. En los primeros seis meses, Obama ha organizado seis grandes viajes para consolidar su legado. En los seis meses siguientes, la señora Clinton explicará esas políticas a los electores americanos y cree que en el mes de enero empezará a aplicarlas.

Hablan de política exterior, pero como es sabido la política exterior no es sino la prolongación de la interior. Y así Obama y Clinton están definiendo su geoestrategia mundial, cuyas claves son: en Asia, el pivot, le llaman así a la política cuyo objetivo es "rebalancear" la política americana. Hacer girar su prioridad desde el Atlántico, que ha sido el centro de su política en el siglo XX, hacia el Pacífico, que lo será en el siglo XXI. Para ello, han firmado recientemente la Asociación Trans-Pacific, complementaria a los acuerdos militares con los diez países claves del área y que sirva de contención al creciente poder de China. "La estrategia del pivot -escribe la señora Clinton- sirve para acabar con las dudas sobre la clara voluntad de Estados Unidos de seguir siendo el líder del Pacífico".

En Oriente Medio siguen defendiendo, pero no dependiendo de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes, como ha explicado Obama en su reciente visita a estos países. Un nuevo equilibrio que debe atraer a Irán hacia el lado de Occidente e impedir que China y Rusia ocupen el espacio que USA quiere seguir manteniendo. El título del capítulo dedicado en el libro a América Latina es de lo más expresivo: "Demócratas y demagogos". Habla de construir una relación de iguales entre el norte y el sur de América, pero aclara que los iguales deben ser los gobiernos de la derecha latinoamericana y los adversarios, lo que llama los demagogos de la izquierda. Acabar con los grandes conflictos sí, como el de Cuba, pero apoyar al argentino Macri y a los líderes de la derecha que vayan sustituyendo a Dilma, la Kirchner, Evo Morales y Correa. Y, por supuesto, a Maduro, cuyo declive lo ha convertido en un esperpento.

Y finalmente Europa, donde Obama ha estado esta semana. En el Reino Unido y Alemania. Los americanos apuestan claramente por una Europa unida y Obama ha dicho en Londres que el referéndum del próximo 23 de junio para salirse de la unión es una grave torpeza histórica. Y que los ingleses deben votar para quedarse y no para irse. Dos días después, en Alemania, en rueda de prensa expresó su elogio y admiración por la señora Merkel y la respaldó como la auténtica líder de Europa. "Es una gran líder que inspira toda nuestra confianza", decía Obama mientras Merkel lo miraba embelesada. Ante los problemas que tiene la canciller en Alemania por la inmigración, Obama dijo: "Merkel está en el lado correcto de la historia". Además, se reunió con lo que él considera los cuatro líderes de Europa: los primeros ministros de Francia, Alemania, Reino Unido e Italia. España no estaba. Y aprovechó para pedir la firma del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea antes de finalizar el año, a pesar de las reticencias de sus socios europeos. Y, una vez más, exigió más gasto militar europeo dentro de la OTAN, ante la actitud agresiva de Rusia.

En resumen, se puede decir que Obama y Clinton son en política dos vidas paralelas que coinciden plenamente en cómo mantener el liderazgo norteamericano en el mundo.

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