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Aniversario Cinco años de la 'toma' de las plazas por la ciudadanía

La llama del 15-M sigue viva

Hoy se cumplen cinco años del fenómeno que despertó la conciencia crítica

La llama del 15-M sigue viva

"Dormíamos, despertamos". Ése fue el lema que recorrió España el 15 de Mayo de 2011. Miles de ciudadanos despertaron de su letargo. La conciencia crítica contra el sistema dominante se abrió paso y la esperanza en un mundo mejor inundó calles y plazas. La euforia colectiva se convirtió en protestas pacíficas con el firme propósito de romper con los poderes fácticos establecidos y el bipartidismo.

La Puerta del Sol en Madrid fue el epicentro de un movimiento social que estalló en respuesta a los recortes sociales, la pérdida de derechos laborales, los desahucios, el hartazgo contra los casos de corrupción, los elevados índices de pobreza derivados de la crisis y el rescate del Gobierno a la banca. La indignación fue inevitable y se tradujo en manifestaciones masivas en toda la geografía nacional. Un lustro después: en las Cortes han irrumpido nuevas fuerzas políticas y el país se enfrenta a elecciones generales el 26 de junio ante la incapacidad de los partidos de ponerse de acuerdo tras los comicios d el 20-D.

Las crisis económica, política y social fueron el caldo de cultivo para propiciar en 2011 la sublevación en la calle, que marcó un cambio de ciclo. El fenómeno de los indignados tuvo una proyección internacional. Tras las revoluciones en los países árabes, Europa se contagió de los aires de cambio. De Madrid y Barcelona a Atenas y Turquía, luego a Nueva York con la ocupación en Wall Street, a Londres, Brasil y México hasta Hong Kong. En todos los rincones, las plazas han sido tomadas. La movilización resurge ahora en la Nuit Debout (Noche en pie) que se desarrolla desde hace un mes en la plaza de la República en París contra la política tradicional y la reforma laboral del Gobierno de François Hollande.

En Canarias, el fenómeno de los indignados ya no existe como tal. La plataforma Democracia Real Ya no tiene presencia física en el Archipiélago, aunque permanece en Internet y el movimiento se ha fragmentado en organizaciones que abanderan diferentes causas. A nivel nacional, el colectivo del 15-M ha hecho un llamamiento para ocupar hoy las plazas de todas las ciudades del mundo y volver a desafiar a los poderes públicos y reivindicar que "sí se puede", el grito de guerra.

Y es que "había gente que había perdido la esperanza en que fuera posible cambiar las cosas, y ahora puede haber una nueva transición política en España que nos lleve realmente a la democracia", asegura la socióloga Rosalía Rodríguez, que considera que el fenómeno se institucionalizó para "cambiar las cosas desde dentro porque desde fuera se ninguneaba bastante a la ciudadanía". El 15-M "hizo cambiar las bases políticas del sistema español, pues la ciudadanía ha llegado a las instituciones con sus demandas, ha roto el bipartidismo y ha ampliado mucho la participación social en poco tiempo".

"Si quieres que una acción sea efectiva y duradera tienes que estar donde se tomen las decisiones políticas", reitera. En su opinión, "Podemos es una formación más que te deja un resquicio para pensar que es posible el cambio, pero hay muchas otras fuerzas que están trabajando en esa dirección, como Equo". Esta experta entiende que "la unión de la izquierda es lo que puede favorecer el cambio, si no va a ser muy difícil".

Para el sociólogo y CEO de Hamalgama Consultores, Armando Peña, el 15-M fue un movimiento social "espontáneo, sin ideología, que rompió cualquier realidad conocida hasta el momento". Puso en valor el hecho de que era una corriente "transversal", que atrajo desde a jóvenes antisistema hasta a padres de familia. Con el devenir, ese empuje social, que "no estaba caracterizado ni por ideología ni por otra circunstancia política" cristalizó en Podemos, que, según Peña, "ha fagocitado y monopolizado ese sentimiento que era transversal". Aprecia que esta formación "entró de lleno en el sistema político español y ya está dentro de las mismas normas y el mismo juego que el resto de partidos que quería cambiar".

Este especialista estima que el movimiento de los indignados permanece latente, en tanto que, a pesar de que ya no se traduce en megamanifestaciones, sí continúa vivo a través de colectivos y plataformas, como las de los afectados por la hipoteca o contra el fraude de las participaciones preferentes entre los ahorradores, y el malestar social queda patente en cada cita con las urnas.

De hecho, Podemos, que se presentó en el barrio madrileño de Lavapiés en enero de 2014, fue una de las sorpresas en las elecciones europeas del 25 de mayo de aquel año. Se convirtió en cuarta fuerza en España y obtuvo cinco escaños en el Parlamento Europeo con más de 1,2 millones de votos. Tras superar su prueba de fuego, en los comicios de 2015 la formación morada irrumpió con intensidad en los parlamentos autonómicos -en la Cámara canaria cosechó siete escaños- como tercera fuerza en el país. Y en las elecciones generales del 20 de diciembre logró el 20,64% de los votos y 69 escaños y ocupó la tercera plaza en el Congreso.

Pero "ni el 15-M es Podemos ni Podemos es el 15-M", a ojos del profesor de Sociología de la Universidad de la Laguna Cristino Barroso, que evoca que, en sus orígenes, el fenómeno se definió como "apartidista", pero con el tiempo surgieron marcas políticas herederas como Partido X, Partido Pirata, Recortes Cero y Podemos, que es el que más éxito ha tenido.

Este experto en sociología política valoró la composición intergeneracional e interclasista del 15-M, corriente que provocó que el hastío de los ciudadanos saltara de las redes sociales en Internet a las plazas y viceversa y creó un nuevo concepto de reunión en círculos y asambleas de barrios.

El sociólogo Miguel Guerra hizo hincapié en la "importancia extraordinaria" del 15-M como reacción a la crisis que golpeó no sólo a los más débiles sino a las clases medias. Fue reflejo de la rebelión y el hartazgo y un grito de "ya está bien de permitir cómo los poderes establecidos en el orden político ven cómo el mundo de las finanzas impone un modelo insostenible de convivencia".

Coincidió en remarcar la transversalidad de esta corriente y la relevancia de las nuevas tecnologías para compartir el malestar y fomentar la movilización. Insiste en que la sublevación social motivó una reflexión en todo el mundo institucional, incluso en la Justicia, ya que se forzó la revisión de directivas europeas y normas que afectan a las cláusulas abusivas en las hipotecas y contra las preferentes.

"El 15-M fue una auténtica respuesta revolucionaria, un movimiento de cambio", resalta Guerra, que insiste en que aquella "chispa que se encendió no sólo está viva, sino que tiene un valor enorme en la regeneración de la vida política y con consecuencias en el orden económico".

Por su parte, la profesora de Sociología de la ULPGC, Guacimara Gil, ve evidente que la presencia pública del 15-M ha experimentado "un importante bajón" desde 2011: "Su expresión pública no es ni por asomo la que era". No obstante, argumenta que un movimiento es "mucho más que su repertorio de protesta, a través de asambleas, manifestaciones y acampadas", ya que el 15-M logró introducir en el argumentario social "ideas y propuestas que con anterioridad circulaban casi exclusivamente entre organizaciones de la sociedad civil críticas".

"El 15-M transformó la forma en la que tenemos los ciudadanos de pensar nuestra democracia, había un letargo político y el 15-M supuso una voluntad de la gente de salir a la calle, expresarse, organizarse y tomar conciencia de que lo que es de todos nos incumbe a todos", sostiene el equipo artístico de Cynthia Viera y Pablo San José, que coordinan las actividades que se desarrollarán hoy en la capital grancanaria. "Se ha abierto una puerta que ya no se puede cerrar, la puerta de la lucha por una democracia real", añade San José, que cree que "aún quedan luchas por hacer".

"No nos representan" fue una de las frases más famosa del 15-M y fiel reflejo de una desconfianza hacia el sistema. Con el tiempo el movimiento se ha fragmentado en plataformas, colectivos, acciones sectoriales y mareas en defensa de la sanidad, la educación, las políticas sociales y la igualdad, entre otras luchas, pero siempre con la idea de confluir en una única voz.

En Canarias quedan pocas asambleas de barrio en marcha. Una de ellas es la de Guanarteme, en la capital grancanaria, donde sus cuatro miembros suelen reunirse en la Plaza del Pilar y organizar actividades. Es un ejemplo de que el fenómeno que se gestó en 2011 prácticamente ha desaparecido de las calle.

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