Cerca del pago cumbrero de Ayacata, en el cortijo de Casa la Data ubicado en la Presa de las Niñas, dos hermanas gemelas de 21 años trabajan en la Ganadería Naroy. Esta explotación abrió sus puertas a principios de año, pero Beatriz y Natalia Mayor explican que se asienta en el esfuerzo y trabajo de sus antepasados, dedicados también al pastoreo.

Son conscientes de que su caso no es habitual. Jóvenes, mujeres y trabajadoras del sector primario. "Es cierto que es poco común", reconoce Beatriz, pero sus ganas por emprender les ha conducido juntas a esta aventura. Viven en Tejeda y cada día el despertador suena a las cinco de la mañana. Con la ayuda de una máquina ordeñan, luego dan de comer a los animales - 190 cabras y 130 ovejas- y los sueltan para que pasten a sus anchas por el campo. Y aunque son iguales por fuera, Natalia aclara que cada una tiene su personalidad.

En verano harán la trashumancia a la cumbre, a la Degollada de los Molinos. Pero no será la primera vez que estas jóvenes hagan algo así. "Tengo 21 años, pero desde los cinco ya he estado haciendo esto", sostiene Natalia. Tras atender a las cabras y ovejas, Natalia y Beatriz pasan a la quesería. Cuentan que los que salen de sus manos, curados y semicurados, se caracterizan por estar hechos a mano, a base de leche cruda y por su reposo. En vez de en una cámara, sus productos se curan en una cueva. Los tiempos son más lentos, pero Natalia explica que las condiciones que ofrece hace que los quesos Naroy adquieran una esencia especial.

En la épocas de mayor producción elaboran entre diez y doce quesos al día, a los que dan salida en el mercadillo de Tejeda, en algunas tiendas pequeñas y mediante las compras de varios clientes particulares. Y aunque saben que su labor es dura porque requiere mucha constancia, no se amilanan. Tienen claro que lo mejor de trabajar es poder disfrutar y ellas lo hacen. "Es cuestión de organizarse un poco y descansar algún día", afirman.

Esa convicción se sostiene en el hecho de que han sido capaces de crear su propio negocio. "Pensábamos que la mejor forma de ser emprendedoras era haciendo lo que nos gustaba", apunta Beatriz. Natalia añade que no quisieron conformarse y aceptar la situación laboral, por lo que se lanzaron a buscar alternativas para lograr ser independientes económicamente. Pusieron alas a su sueño y lo echaron a volar. Pero en ese salto hubo una persona que les respaldó y que aún mantiene su apoyo: su padre.