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"La importancia de ser concejal"

Los mensajes de junio resultan psicofonías ya oídas en el poltergeist del pasado mes de diciembre - Algunas frases sitúan a los candidatos en el olimpo de Sócrates y Confucio

"La importancia de ser concejal"

Como era de prever los primeros mensajes de campaña para junio son réplicas psicofónicas de los ya oídos en el poltergeist del pasado diciembre, que pueden resumirse en uno de los preferidos del presidente en funciones, Mariano Rajoy: "es importante ser concejal", axioma repetido en las últimas horas que lo sitúa en el olimpo donde marisquean Sócrates, Rousseau o Confusio, y no necesariamente en este mismo orden.

La praxis electoral efectivamente plantea que al votante hay que guindarle ideas lo más simples posibles -y en esto Rajoy es un hacha de doble filo: "es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde"-, y que además se haga en formatos comestibles, o al menos, consumibles, como ocurre con la idea de Podemos de difundir su programa en un folleto tipo Ikea.

Pero esta simplificación puede llegar a niveles preocupantes para la tranquilidad del electorado, que pudiera pensar en un momento determinado qué clase de cabeza rumbera podría llegar a gobernar ya que, al fin y al cabo, "la política no consiste en tener razón, sino en tener éxito", como apuntaba el propio Pablo Iglesias en una conferencia pronunciada en 2014.

Y para tener éxito hay que ir minando al contrario, dejando las razones en un segundo plano.

Ayer, cuando ni se sumaban 48 horas de campaña los titulares que arrojaban las formaciones se centran en hablar, no de una lucha de propuestas, sino de partidos, como si la carrera electoral fuera una Eurocopa de todos contra todos.

Así Alberto Garzón, de Izquierda Unida: "el PSOE entró en esa mesa de negociación como un elefante en una cacharrería, a boicotearla". O el caso de Idoia Mendia, secretaria general del PSOE de Euskadi, que también ponía el piloto automático para largar contra "esos suecos que ahora van de socialdemócratas".

Otras van más allá aún, convirtiendo el panegírico en una sopa de letras de difícil digestión. Se lleva la palma Dolors Montserrat, del PP en Cataluña, que al parecer lo quiere todo para ella. Atención porque vienen curvas: "Pido el voto prestado a los votantes de Unió, a los de CDC que se sienten desnortados con esta CDC de la CUP que ya no les representa, y a todos los votantes de C's y del PSC que no quieren que Pablo Iglesias sea presidente de España".

Pero no es la única en presentar un crucigrama. Hernández Bento, al Congreso desde el Archipiélago, lo hila con fenómenos paranormales: "Ante este panorama", soltó en Altavista, "la pregunta debe ser qué voy a votar o dónde va a ir mi voto, porque, al final, cuando uno vota a Ciudadanos, al PSOE o a Podemos, siendo proyectos distintos y partidos diferentes, puede ser que, sin quererlo, se apoye a lo mismo".

De tal forma que no sólo se desconoce donde termina el voto de uno, sino que incluso ni se sabe por boca de los candidatos qué demonios van hacer con nosotras las desgraciadas personas en el hipotético caso de que se forme un gobierno después de las urnas, salvo una notable excepción made in Canarias, a cargo del candidato de CC, Pablo Rodríguez, que si bien también cae en la trampa de acusar al PP de hechos por omisión, al menos lanza una propuesta concreta para lograr "unas mayores cuotas de conciliación familiar". Pero, esto resulta tan, tan, desabrido que nada le augura un mayor recorrido.

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