Un total de 194 candidaturas de las 545 presentadas a las elecciones del día 26 están encabezadas por mujeres, lo que representa el 35,5% del total, y si los resultados son similares a los del pasado 20D, la próxima legislatura arrancaría con cerca de 140 mujeres en el Congreso, la cifra más alta de la democracia, y rozando la paridad legal, establecida en el 40 %, aunque no la paridad real de la mitad de la cámara. La presencia de mujeres en las listas electorales, y en general en la vida política, se ha incrementando sustancialmente en los últimos años, y con ello se han impulsado de forma clara aquellos aspectos de los programas electorales que tienen que ver con las políticas de igualdad y de lucha contra la discriminación de género, muy afectadas por la crisis cuando apenas empezaban a pasar de las bonitas promesas de los partidos, a medidas reales por parte de las administraciones y los gobiernos.
Esta será sin duda una de las cuestiones que marcará la próxima etapa política si atendemos a los compromisos de los candidatos y a los amplios capítulos de los distintos programas electorales en asuntos como la conciliación laboral y familiar, la violencia de género, la discriminación laboral, el machismo en las leyes, el aborto, o la reproducción asistida. Pero para la mayoría de asociaciones de mujeres y colectivos feministas, el impulso de esta políticas no será real si al frente de ellas no están las propias mujeres, que deben empezar por incrementar su poder en sus propias organizaciones políticas y hacerse fuertes en las instituciones con capacidad de decisión.
Sobre este fondo y pese a los avances de los últimos tiempos, resulta poco aleccionador desde la óptica feminista que todavía ninguna mujer haya optado en este país a la Presidencia del Gobierno desde las listas de los partidos con posibilidades de gobernar. "¿Para cuando la Clinton española?", se preguntan los colectivos de mujeres mirando hacia la inminente designación de la demócrata Hilary Clinton como candidata de su partido a la Presidencia de EEUU en las elecciones del próximo noviembre, un elemento de contraste con la ausencia de una fémina en el debate del pasado lunes entre los aspirantes a la Moncloa española.
Más allá de la testimonial presencia de Rosa Díez en las elecciones de 2008 y 2011 como candidata formal a la Presidencia por UPyD, hoy sin representación parlamentaria, sólo la socialista catalana Carme Chacón tomó la iniciativa en su momento para poder convertirse, como representante de uno de los grandes partidos con posibilidad de gobernar, en la primera mujer presidenta del Gobierno de España al presentarse a unas primarias del PSOE. Sin embargo, acabó retirándose de la carrera interna en su partido para dejar el camino libre a su compañero Alfredo Pérez Rubalcaba.
Rostros electorales
Para muchos, la lucha por la normalización de la participación de la mujer en política no concluirá hasta que una de ellas alcance la Moncloa por más que, en los últimos años, otras muchas hayan logrado alcaldías, presidencias de Comunidad Autónoma u otros puestos de relevancia política e institucional. Para esta campaña, algunas candidatas toman, pese a todo, cierto protagonismo por el papel que están desarrollando en sus respectivos partidos, como es el caso de la magistrada Margarita Robles como fichaje estrella del PSOE como número dos por Madrid, el de Carolina Bescansa como segunda en la lista de Unidos Podemos tras Iglesias en la misma circunscripción, o el de la canaria Melisa Rodríguez en el caso de Ciudadanos (C's), todas ellas participantes de diversos debates electorales entre mujeres.
La entrada en vigor de la Ley de Igualdad en 2007 supuso un notable incremento en las listas electorales al obligar a todas las candidaturas a que cada tramo de cinco puestos, al menos dos fueran mujeres. La paridad no se logró en 2008, en las que se eligieron 226 hombres (64,5 %) frente a 124 mujeres (35,4 %), pero sí al final de la legislatura iniciada en 2011 tras varias sustituciones a los largo de los cuatro años, llegando a ocupar un escaño un total de 148 diputadas, es decir, superando el 40 % que establece como paridad legal la mencionada norma. Hay sin embargo notables diferencias entre los grandes cuatro partidos en relación con la presencia de mujeres como cabezas de lista para el 26J. Así, mientras en el PSOE más de la mitad son lideradas por mujeres, 27 frente a 25, en el resto de formaciones hay más problemas para mantener ese equilibrio. El PP sólo coloca a 19 mujeres como cabezas de lista (menos de un 40 %), frente a 33 hombres, mientras que Unidos Podemos sólo mejora en un puesto los datos del PP, colocando a 23 mujeres al frente de las candidaturas, frente a 32 hombres. C,s es en todo caso el partido donde las mujeres copan menos puestos de cabeza, sólo 15 del total de 52 circunscripciones, el 30 %, dejando 37 de ellas en manos de hombres. Llama la atención en este sentido que ninguno de los dos partidos emergentes incremente la presencia de las mujeres en puestos destacados respecto a las formaciones clásicas, y ello pese a tratarse de candidaturas generalmente más jóvenes.
Más candidatas canarias
En Canarias, sin embargo, el PP ha mejorado considerablemente estas proporciones a favor de las mujeres como consecuencia de los cambios producidos por la marcha de José Manuel Soria y la necesidad de sustituirle el frente de la lista por Las Palmas. El nuevo presidente regional del partido, Asier Antona, y la dirección general pactaron hacer varios cambios en las candidaturas respecto al 20D y además de colocar a María del Carmen Hernández Bento en el puesto de Soria, dejando como número dos a otra mujer, Matilde Asián, decidieron darle la cabecera de lista por Santa Cruz de Tenerife a Ana Zurita y relegar a Pablo Matos al segundo puesto.
En el conjunto de las listas canarias, un total de seis mujeres lideran las de los cinco partidos que ganaron escaños en diciembre, de ellas cuatro en Santa Cruz de Tenerife (Tamara Raya del PSOE, Ana Zurita del PP, Ana Oramas de CC, y Melisa Rodríguez de C,s), y dos en Las Palmas (M. Carmen Hernández Bento del PP y Meri Pita de Unidos Podemos). En las candidaturas al Senado de estos cinco partidos, un total 17 hombres aspiran a un escaño en las cuatro islas occidentales, y sólo siete mujeres, mientras que por las islas orientales lo hacen 13 hombres y siete mujeres.
Más allá de la presencia que las mujeres finalmente consigan en el Parlamento, la legislatura tiene por delante una carga e intensa agenda sobre políticas de igualdad de género que los partidos asumen con parecidos objetivos, pero con propuestas diferentes. Tras algunos años de avance y mejoras, esa agenda de la igualdad ha retrocedido en los años de la crisis. La desigualdad, el paro, la reforma laboral, la pobreza y los recortes en políticas sociales ha castigado especialmente a este colectivo, que sufre más los empleos precarios, los salarios más bajos, y la discriminación. Ade- más, las agresiones machistas y la violencia de género se mantienen en niveles insoportables, mientras que por otro lado han estado en riesgo de retroceder treinta años en su conquistado derecho al propio cuerpo y a la maternidad deseada con un retrógrado amago de reforma de la ley del aborto, finalmente frustrada pero que por el camino deja en la cuneta a las jóvenes de 16 y 17 años que se verán obligadas a obtener un consentimiento paterno aún en los casos de riesgo de violencia contra ellas.
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