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Los deberes escolares, a examen

El debate cuestiona el modelo educativo de España, cuyos alumnos destinan más horas a las tareas en casa que la media (6,5 frente 4,8)

Todo empieza con un sencillo ejercicio de caligrafía al viejo estilo pedagógico. Mi mamá me mima o yo amo a mi mamá -o el simple trazo de dibujo en los centros que optan por la innovación educativa- son las primeras tareas escolares que todo niño lleva a casa. Empiezan así, casi como un juego, en la más tierna edad. Y cada curso van haciéndose más complejas y requiriendo más dedicación, en horas y esfuerzo, por parte del alumno. En no pocos casos se convierten en un auténtico quebradero de cabeza para las familias. En otros, la implicación de los padres roza lo enfermizo y pareciera que es a ellos, y no a sus hijos, a quienes evalúa al día siguiente cada profesor.

Cada familia lo lleva en fin cómo puede, en función de las reglas que impone al respecto su país. La de España es que las reglas las fija, de forma autónoma, cada centro. Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuestionara hace unos meses la carga de deberes que los alumnos españoles se llevan a casa, se ha reabierto en nuestro país un debate clásico de la enseñanza. Detrás de él aflora el cuestionamiento al modelo educativo existente en nuestro país, en una legislatura en la que algunas comunidades autónomas se han opuesto a implantar la reforma del Partido Popular según el calendario previsto. Resistir hasta que haya nuevo Gobierno ha sido la consigna de quienes se sitúan, ideológicamente, en las antípodas del PP. El problema es que la constitución del próximo Gobierno se sigue dilatando en el tipo.

Pero, en lo que se refiere en concreto a los deberes escolares, la legislación no dice nada al respecto, más allá de derivar a la autonomía de los centros: "¿Qué ley dice que los profesores pueden sancionar a sus alumnos que hacen los deberes? ¿Dónde está escrito cómo se deben evaluar?", preguntaba recientemente el presidente de la Confederación de Asociación de Padres de Alumnos (Ceapa) ante el debate abierto por una madre en la plataforma digital change.org. Eva Bailén lanzó una petición por "la racionalización de los deberes" que superó las 200.000 firmas y, acompañada con un vídeo, terminaba con la siguiente pregunta: "¿No es hora de que les devolvamos la infancia?"

Muchos creen que sí. Por ejemplo el PSOE, con su coalición con Nueva Canarias en las Islas, recoge en su programa limitar los deberes escolares si gobierna y promover un acuerdo con las Comunidades Autónomas para ordenar y limitar los deberes escolares a realizar fuera del horario escolar. También Unidos Podemos lleva una propuesta en sentido similar, pese a que Izquierda Unida se ha mostrado siempre más partidario de respetar la autonomía pedagógica de los profesionales de la educación y de los centros educativos. El PP y Ciudadanos, por su parte, no son partidarios de limitar los deberes de los escolares, por entender que deben ser los expertos en pedagogía quienes lo determinen.

Sin pronunciarse directamente al respecto, Coalición Canaria incluye sus soluciones a estos dilemas educativos en "la necesidad de analizar las principales deficiencias o problemas relacionados con el éxito escolar". Y trazar, en función de esa radiografía, diferentes líneas de acción.

La conjura de la pedagogía

En realidad, los partidos políticos no hacen más que recoger el sentir de las diferentes corrientes pedagógicas, avaladas por unos informes en un sentido u otro. El que más pesa es el último de la OCDE, que asegura que España tiene un problema con los deberes escolares y los niños "se sienten presionados" por las tareas que llevan a casa: 6,5 horas a la semana de actividades extraescolares frente a las 4,8 de media en el resto de países. Y emplear más de cuatro horas a la semana en hacer las tareas escolares es "claramente ineficaz" y apenas tiene frutos positivos en los resultados finales, según el organismo internacional.

Y, efectivamente, los alumnos españoles están por debajo de la media en los resultados en las pruebas internacionales sobre rendimiento escolar. Sobre todo en matemáticas: un 24% de los estudiantes de 15 años (un total de 95.000 alumnos) no alcanza el baremo adecuado. ¿Cuál es la razón? ¿Dónde está el fallo? Es difícil precisarlo porque, como en otros aspectos de al educación en España, no hay diagnósticos rigurosos detrás que ayuden a tomar la mejor decisión.

La OCDE y los expertos coinciden en que la mesura viene bien a la hora de marcar tareas en casa, pero también que los deberes no pueden desaparecer. Hay una vieja recomendación que goza de cierto consenso entre los docentes: añadir 10 minutos al tiempo diario para las tareas conforme se avanza en los cursos: 10 minutos en 1º de Primaria, 20 en 2º, etcétera. En cualquier caso, sirven para fijar los conceptos y profundizar en el aprendizaje: "Un mínimo de trabajo después de clase es necesario. Hay un momento de estudio y silencio en la casa que ayuda al estudiante", considera Ricardo Moreno, catedrático de instituto y profesor durante más de 35 años, que acaba de publicar La conjura de los ignorantes. De cómo los pedagogos han destruido la enseñanza.

Otros sectores educativos sostienen, sin embargo, que aumentan la desigualdad, alargan los días más allá de las horas que suma una jornada laboral, generan presión a los niños, dolores de cabeza a los padres? "Los deberes son una presión institucional hacia el alumnado y pueden llegar a bajar nota. Depende del tiempo de los padres, la formación que tengan, que sepan transmitir esos conocimientos", ha explicado el presidente de CEAPA.

Jesús Salido ha añadido que es un tema que tenemos tan interiorizado que nos parece que es bueno que nuestros hijos estén en casa haciendo deberes en lugar de estar por la calle, un mensaje que no es el idóneo en absoluto".

La cuestión es que hay demasiadas asignaturas. De ahí que el informe de la OMS registre que el 34% de los niños y un 25% de las niñas de 11 años se sienten agobiados por los deberes. La estadística crece a medida que lo hace el alumno: a los 13 años son ellas las que más se resienten (55 y 53%). Y a los 15, las alumnas que se sienten presionadas ya son siete de cada diez (ellos un 60%).

El debate, por tanto, no está en absoluto zanjado. Poco podía imaginar Ramón Rubio, el padre de los emblemáticos cuadernillos en los que aprendía a escribir con una caligrafía perfecta, sumar o restar, que su iniciativa de reforzar a los alumnos con un ordenado método de enseñanza en casa iba a derivar en una campaña on line de cientos de miles de firmas en contra.

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