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La UE, en la tormenta del 'brexit'

"Seremos fuertes y defenderemos los valores fundamentales de la Unión", proclama solemne Juncker

La alegría del eurófobo Farage.

La UE vive inmersa desde mediada la madrugada de ayer en la tormenta del brexit, la salida británica de la Unión. Los partidarios del abandono se impusieron por algo más de un millón de votos (52% a 48%) a los defensores de la permanencia, en una consulta en la que participó el 72,2% de los 46,5 millones de inscritos. El referéndum, que deja un país dividido y víctima del vértigo, destrozó tanto los augurios de las encuestas de última hora como la confianza en una derrota del brexit que, el mismo jueves, habían mostrado los inversores al apostar fuerte por la libra y tirar hacia arriba de todas las bolsas europeas.

La primera víctima del referéndum, que abre un periodo de incertidumbre hasta que se precisen los modos de la desconexión, ha sido el convocante del plebiscito, el primer ministro conservador, David Cameron, quien a primera hora de la mañana de ayer anunció su renuncia, que hará efectiva en octubre, cuando se celebre un congreso de los conservadores. Para entonces, la libra se había llevado ya un batacazo del que no tenía memoria desde hace treinta años y los parqués de todo el continente reflejaban unas bajas medias del diez por ciento.

"La voluntad del pueblo británico es una orden que debe ser cumplida. Quiero a este país y me siento honrado de haberle servido como primer ministro durante seis años, pero no seré yo el capitán que lleve al Reino Unido a su nuevo destino", dijo Cameron en una declaración ante el número 10 de Downing Street, su residencia oficial, en la que garantizó que, por el momento, no habrá modificaciones en la libre circulación de ciudadanos, mercancías y servicios.

La situación se mantendrá sin cambios en los al menos dos años que, según el artículo 50 del Tratado de Lisboa, transcurrirán desde que Londres anuncie su voluntad de dejar la UE -algo que Cameron podría hacer en el Consejo Europeo de este martes- hasta que la salida efectiva se consume. Con todo, el proceso de reacomodar al nuevo escenario toda la legislación que rige la vida británica puede llevar hasta una década.

Mientras que el semblante de Cameron reflejaba el duro trago al que le ha abocado su decisión de someter a las urnas la permanencia en la Unión, el líder del eurófobo UKIP, Nigel Farage, se mostraba exultante en lo que llamó ´Día de la Independencia´. "Dejamos atrás una unión política fallida y ahora tenemos una oportunidad para reincorporarnos al mundo", sentenció en una declaración ante el Parlamento británico, del que no forma parte, ya que es eurodiputado. Fue precisamente el triunfo de Farage en las euroelecciones de 2014 lo que movió a Cameron a hacer firme su promesa de referéndum de 2013.

Sin embargo, no será Farage quien más se beneficie de la victoria del brexit sino el exalcalde de Londres Boris Johnson, que no ha ocultado su aspiración a suceder a Cameron, asunto que se dirimirá entre el 2 y el 5 de octubre en un congreso en Birmingham. Johnson, que elogió ayer la "valentía" de Cameron al convocar el referéndum, consideró que Reino Unido tiene ahora una "oportunidad gloriosa" para recobrar su "voz en el mundo" y recuperar el control de su economía y su legislación. En opinión de Johnson, que fue abucheado por la mañana al salir de su domicilio, "los británicos han hecho un ejercicio de democracia".

El triunfo del brexit no sólo ha separado a unos británicos de otros -lo apoyaron el medio rural y la población de más edad, lo rechazaron el medio urbano y los jóvenes-, sino que ha abierto una brecha entre territorios. Mientras la salida fue impulsada por Inglaterra y Gales, la permanencia se impuso en Escocia, Irlanda del Norte y la megalópolis londinense, cuyo alcalde, Sadiq Khan, pidió que en las negociaciones con la UE la capital quede dentro del mercado único.

Ya a primera hora, el viceministro principal de Irlanda del Norte, Martin McGuinness, dirigente del Sinn Fein -el antiguo brazo político del IRA-, pidió un referéndum para dirimir si el Ulster se une al resto de Irlanda. La respuesta llegó poco después por boca de la ministra principal, la unionista Arlene Foster, quien se dijo "encantada" con la salida y descartó el referéndum.

En Escocia, donde gobiernan los nacionalistas del SNP, la ministra principal, Nicola Sturgeon, calificó de "error" el brexit y advirtió de que es "altamente probable" la convocatoria de otro referéndum sobre la independencia escocesa, ya que el 62% de los votantes del antiguo reino quiere permanecer en la Unión Europea.

Más allá del canal de La Mancha, el brexit sentó como un tiro en las instituciones europeas, cuyas cabezas visibles se reunieron a primerísima hora. Los presidentes del Consejo Europeo, Donald Tusk; de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; de la Eurocámara, Martin Schulz, y el presidente semestral del Consejo de la UE (antiguo consejo de ministros), el primer ministro holandés, Mark Rutte, firmaron un comunicado en el que admitieron que la Unión Europea ha sufrido "un revés sin precedentes" y confiaron en que "el divorcio" se produzca cuanto antes para evitar daños mayores.

"Esperamos ahora del Gobierno británico que aplique la decisión de los británicos cuanto antes, con independencia de lo doloroso que pueda ser el proceso. Cualquier retraso prolongaría innecesariamente la incertidumbre", señalaron en el texto los cuatro altos representantes.

Juncker, que se mostró "muy triste" ante una decisión que, dijo, "hay que respetar", descartó en rueda de prensa que el brexit sea "el principio del fin" de la Unión Europea. "La Unión de los 27 Estados miembros continuará", agregó el luxemburgués, antes de proclamar de modo solemne: "Seremos fuertes y defenderemos los valores fundamentales de la Unión Europea".

Juncker y Martin Schulz,enviaron también un mensaje de tranquilidad a los más de mil funcionarios británicos en las instituciones comunitarias, cuyos intereses aseguran que defenderán en las negociaciones del brexit.

En una carta en inglés, francés y alemán, Juncker explica a los trabajadores británicos de las instituciones que son "funcionarios de la Unión" y que, como tales, "la puerta no se cierra" para ellos.

"Ustedes trabajan para Europa. Dejaron sus ´sombreros´ nacionales en la puerta cuando entraron en la institución. Hoy, la puerta no se cierra", afirma Juncker en la misiva, en la que destaca que les apoyará en el nuevo y "difícil proceso".

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