Los dos diputados nacionalistas canarios en el Congreso, Ana Oramas (CC) y Pedro Quevedo (NC), se pueden convertir en piezas claves para facilitar la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, ya sea votando a favor o absteniéndose. La opción de un acuerdo del PP con Ciudadanos dejaría a los populares a siete escaños de la mayoría absoluta. En el punto de mira se sitúan el PNV, que tiene cinco asientos en el Congreso, y las alternativas más moderadas dentro del grupo Mixto del Congreso, es decir, Oramas por CC y Quevedo por NC. Aunque éste último acudió a las urnas en alianza con el PSOE irá a engrosar el grupo mixto como ya hizo en la anterior legislatura.

Oramas ya se ha pronunciado a favor de esta opción de gobierno y a facilitar su voto para desbloquear la situación política. Por su parte, Quevedo se niega a votar a favor de Rajoy pero no descarta abstenerse si así se evita el riesgo de unas terceras elecciones por una nueva parálisis política.

La importancia que pueden adquirir los dos votos de los nacionalistas canarios adquirió ayer un destacado peso específico en los principales círculos políticos y mediáticos nacionales ya que es la opción de gobierno más factible a tenor de como ha quedado la distribución de fuerzas en el Congreso tras la cita electoral del 26 de junio. De hecho, el debate estaba en conocer el pronunciamiento de Pedro Quevedo debido a su alianza electoral con el PSOE, que se ha negado a respaldar a Rajoy ni siquiera absteniéndose.

La importancia de los votos canarios en el Congreso ha sido decisiva en varias legislaturas de la reciente historia parlamentaria española.

En 1989 Luis Mardones, por entonces en las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC), respaldó con su voto a Felipe González, lo que le valió contar con la mayoría absoluta para gobernar. En 1996 los cuatro diputados de Coalición Canaria completaron la mayoría de José María Aznar en el Congreso. Cuatro años después el líder del PP logró mayoría absoluta pero los nacionalistas le volvieron a respaldar.

En 2004 CC también respaldó a José Luis Rodríguez Zapatero, aunque ya en la segunda legislatura del presidente socialista se abstuvo. La proclamación de Mariano Rajoy en 2011 contó con la abstención de los nacionalistas isleños, mientras que la investidura fallida de Pedro Sánchez contó con el voto a favor de CC (Ana Oramas) y NC (Pedro Quevedo).

Mariano Rajoy se presentó ayer ante los periodistas con el ánimo robusto del líder victorioso -hasta Aznar le ha felicitado-, pero también con el prudente resquemor que generan los triunfos insuficientes. Subido a tan disímil par de coturnos, el líder popular prodigó una dura serie de advertencias a quienes intenten impedirle formar Gobierno, a la vez que lanzaba sus invitaciones a los "moderados" con los que se empeña en compartir proyecto: el PSOE, en primer lugar, y, en caso de querer sumarse, Ciudadanos (C's). Los dos le dijeron que nones, pero la partida ni siquiera ha comenzado. Rajoy tiene hoy y mañana Consejo Europeo (el "Brexit", un día más) y no arrancará su ronda de aproximación hasta el próximo jueves.

Primero, las advertencias. Respaldado por sus actuales 137 diputados -tenía 123-, por los diez puntos de distancia que le ha metido al PSOE, por sus 7,9 millones de votos y por la debacle del resto de sus grandes competidores, Rajoy cantó alto y claro que no va a renunciar a gobernar. Un mensaje a Ciudadanos -que exige su retirada para llegar a algo con el PP-, sazonado con algo de sal gruesa dirigida a todos. 'Para el presidente en funciones sería una "irresponsabilidad antológica" que otros partidos generasen la situación "verdaderamente grotesca" de no dejar formar gobierno al ganador de las elecciones y forzasen unas terceras elecciones. Aunque a este ganador le falten 39 diputados para la mayoría absoluta. Por eso, conminó, a "hacer un gobierno y hacerlo ya", lo que quiere decir, a "finales de julio o agosto".

Propuestas

Ahora, las propuestas. Descartando por el momento que sus rivales puedan empecinarse en el no, Rajoy repitió la oferta que desde diciembre pasado viene haciendo al PSOE y que el PSOE viene rechazando desde diciembre pasado: formar esa gran coalición que, con 222 diputados, volaría a 46 escaños de altura sobre la mayoría absoluta y garantizaría un Gobierno para cuatro años, o sea, para toda la legislatura. Si C's quiere meter a sus 32 diputados en el crisol, miel sobre hojuelas, sugirió Rajoy. Serían 254 diputados de un total de 350. Pista libre.

¿Qué tipo de gran coalición? Rajoy no se metió en honduras, pero, para curarse en salud, admitió la posibilidad de que el apoyo venga desde fuera del Ejecutivo, mediante pactos sobre los principales asuntos. Incluso, yendo más lejos, se mostró abierto a "otras fórmulas", lo cual ya es un cambio de tercio, porque ahí no se está hablando de gran coalición sino de la más compleja, pero más factible, "vía menor" ya citada antes. La que consiste en sumar sus 137 con los 32 de C's (169) y buscar siete más para llegar a la cifra mágica (176). Siete escaños preciosos y complicados que, en principio sólo podrían venir de PNV (5), Coalición Canaria (1) y Nueva Canarias (1), que pudiera acabar convirtiéndose en la bisagra crucial.

Si la vía menor es la más factible es porque el PSOE sigue en sus trece, aunque Rajoy no quiera enterarse. Nada más hablar el líder popular, el portavoz de campaña socialista, Antonio Hernando, proclamó que a su partido le corresponde estar en la oposición, sin respaldar a Rajoy ni abstenerse para facilitar su investidura. Hernando le indicó sin citarlo el camino que conduce a C's y el PNV, al invitarle a buscar sus apoyos "entre sus afines ideológicos y las derechas nacionalistas". Rechazando las interpretaciones del resultado electoral que han situado la pelota en el tejado socialista, Hernando fue terminante: "La pelota está en el tejado de la calle Génova", en alusión a la sede central del Partido Popular.

Casi a la vez que Hernando planteaba el rechazo socialista, el secretario de organización del PSOE, César Luena, cortaba en seco un desliz del presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, quien se había despertado conciliador y había propugnado que su partido no debería oponerse a un Gobierno de Rajoy.

Desde Ciudadanos apenas llegaron cantos más agradables a los oídos de Rajoy, aunque su líder, Albert Rivera, se mostró dispuesto a negociar con un PP que haya dejado de estar guiado por el presidente en funciones. Rivera quiere poner en marcha una mesa tripartita -con el PSOE y el PP- para ir negociando un programa común. Está claro, dijo, que no se integrará en un Gobierno de Rajoy ni lo apoyará con sus votos, pero tal vez -lo dejó en el aire- podría abstenerse. En cualquier caso, como ya hiciera el domingo por la noche, le pasó la pelota al PSOE, al decir que los únicos votos imprescindibles ahora mismo son los socialistas, no los naranjas.

Rivera obviaba, claro, la posibilidad de la "vía menor". Desde esa galaxia, el PNV lanzó ayer sus primeros globos sonda. Y lo hizo filtrando desde el entorno de su dirección que ve "muy, muy difícil" un acuerdo con Rajoy, porque tendría que dar un "giro de 180 grados" a muchas de sus políticas (la cuestión territorial, los "ataques al autogobierno", la derogación de la LOMCE, la de la reforma laboral...).

Sin embargo, casi a la misma hora, uno de sus diputados electos, Pedro Azpiazu, adelantaba que los peneuvistas están dispuestos a "poner sobre la mesa sus cinco votos", sin limitaciones ni líneas rojas, pero con la contrapartida de avanzar en "la agenda vasca". La partida está servida.