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Mari Cabrera: "No se ha aprendido nada y queremos más seguridad"

En el accidente aéreo del JK5022 murieron sus dos hijas y un nieto

Juan Carlos Rodríguez, Rosa Delia Cabrera y Mari Cabrera. JUAN CARLOS CASTRO

Hace ocho años que la vida de Mari Cabrera dio un vuelco. En el accidente aéreo del JK5022 perdió a sus dos hijas y a un nieto. Ellas tenían 18 y 14 años y él apenas once meses. "Los recordamos todos los días", asegura esta madre que lamenta que el destino se llevara tan pronto a sus seres queridos. Ayer, antes de que comenzara el acto en la playa de Ojos de Garza, describió cómo ha sido su vida desde aquel aciago 20 de agosto de 2008.

"Nosotros no vivimos, sino que malvivimos con esto que nos ha pasado porque nos ha destrozado la vida", sostiene arropada por su hermana, Rosa Delia Cabrera, y su sobrino, Juan Carlos Rodríguez. Y es que precisamente a lo largo de estos años, su familia, sus amigos y conocidos han sido pilares básicos para poder seguir hacia adelante y aprender a convivir con la pena. Los políticos, expone, apenas le han dado aliento. "Durante el primer año te lo ponían todo muy bonito", señala, pero ahora no siente su respaldo.

¿Pero el accidente al menos ha servido para que mejore en algo la seguridad aérea? "Sinceramente, no". Mari Cabrera explica que, desafortunadamente, no se ha avanzado mucho en este aspecto porque desde aquella fecha se han producido varios siniestros aéreos. "Y nosotros queremos que mejore, porque yo me sigo subiendo en aviones cuando se me ofrece viajar", añade. Pese a que perdió a dos hijas y un nieto en un accidente aéreo, Cabrera afirma que no piensa cada vez que embarca en una aeronave que a ella le va a suceder lo mismo. "Lo que está para ti no hay quien te lo quite", apunta. Eso sí, reivindica que siempre quiere subirse a un avión a sabiendas de que lo hace con seguridad: "Estamos luchando para que realmente sea así".

La sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona que incrementó las indemnizaciones que deben percibir los padres y la hermana de una de las víctimas por parte de Mapfre, aseguradora de la extinta aerolínea Spanair, marcó, en cierta media, el acto. Mari Cabrera expuso que la vida de sus familiares "no tiene precio", pero que la compensación que deben recibir ha de ser lo más justa posible porque "son vidas humanas las que se han perdido, no muebles que se usan y se arriman a un lado". En una frase, resumió todo sus anhelos: "Lo que quiero de una vez es que se cierre este capítulo para poder tener un poco de paz y tranquilidad en nuestras vidas".

Su hermana Rosa Delia, que no pudo evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos al rememorar el 20 de agosto de hace ocho años, recalcó que el dinero no va a devolverles a sus seres queridos, pero quieren justicia y que no se aplique el baremo de accidente de tráfico en sus casos. "Ha sido todo muy duro", recordó, porque "se fueron tres personas empezando a vivir y entre ellas un niño que ni lo vimos caminar". Por eso, espera tener fuerza el resto de su vida para que a través de los actos y homenajes que cada año se celebran jamás se olvide a los 154 fallecidos y 18 supervivientes del JK5022.

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