Un avión de Spanair inició hace ocho años la que sería su última carrera de despegue. Instantes después de alzar el vuelo con la intención de aterrizar en Gran Canaria, un MD-80 de la extinta aerolínea se estrelló en el aeropuerto de Barajas con 172 personas a bordo. El accidente aéreo del JK5022 no solo dejó 154 fallecidos y 18 heridos de diversa consideración -de los que más de la mitad residían en Canarias-, sino que también hizo añicos la vida de los familiares de las víctimas.

Ayer, durante la conmemoración del octavo aniversario del siniestro en la playa de Ojos de Garza y en el Jardín de los ausentes de Ingenio, los afectados manifestaron su firmeza para lograr justicia y conseguir que se aplique el reglamento comunitario que se nutre del Convenio de Montreal para calcular las indemnizaciones que Mapfre, aseguradora de Spanair, debe pagarles en las resoluciones que están pendientes de sentencia. Más aún tras conocer el fallo de la Audiencia Provincial de Barcelona, que usó, por primera vez en España, este criterio al descartar el baremo de daños de uso general para los siniestros de tráfico, tal y como se había hecho hasta ahora.

"La Justicia no es justa y siempre se pone del lado del más fuerte", lamentó Máximo Díaz, que perdió a su madre en la tragedia aérea tan solo un día antes de que ella cumpliese 51 años. Durante estos ocho años, que califica de "difíciles", las heridas poco a poco han ido cicatrizándose. Eso sí, "nunca del todo". Ahora, con la sentencia que llega de Barcelona, llega una bocanada de esperanza para quienes aún mantienen litigios contra la aseguradora: "Habría algo de justicia si se aplica al resto que está reclamando indemnizaciones dignas".

Alejandro Dieppa, que perdió a su hermana en el siniestro aéreo, señaló, por su parte, que sin justicia los familiares de las víctimas no podrían vivir en paz. Y pese a que esperan que a partir de ahora se aplique el reglamento comunitario en sus reclamaciones, lamenta que ya haya muchos casos cerrados que no podrán retomarse.

Durante el acto de la playa de Ojos de Garza, que contó con la participación de la Banda Municipal de Telde y la lectura de los poemas El último viaje y Los abandonados, Ángela Piretti, como tesorera de la Asociación de Afectados del Vuelo JK5022, leyó el manifiesto de este colectivo. En él, destacó que "hay motivos más que suficientes" para seguir luchando y "cambiar el rumbo y el final de la historia" de la catástrofe aérea más grave ocurrida en el país en los últimos 31 años. Sin embargo, denunció que el trabajo de la asociación tiene en la Justicia "su principal escollo a superar" y en la investigación oficial "el lastre de no haberla aclarado".

En 2011 un informe de la Comisión de Investigación de Accidentes de Incidentes de Aviación Civil (Ciaiac) concluyó que la tripulación no configuró correctamente el avión para el despegue, razón por la que no se desplegaron los flaps. La Audiencia Provincial de Madrid, un año después, archivó la causa penal al determinar que la responsabilidad del siniestro no era imputable a los técnicos, sino a la actuación errónea de los pilotos que fallecieron en la aeronave.

Por eso, en 2013, la asociación de afectados presentó ante el Tribunal Constitucional un recurso de amparo por el archivo de la causa y en 2014 formalizó una demanda en el Tribunal de Estrasburgo al considerar que la justicia española había cometido una vulneración de derechos. Finalmente, la justicia europea cerró la causa penal abierta mediante decisión inapelable, pero no las reclamaciones civiles. Por esta vía llevan luchando los afectados durante los últimos años, reclamando que en el establecimiento de las indemnizaciones que deben recibir se base en la legislación internacional y no en el baremo de accidentes de tráfico.

"¿Por qué tenemos que luchar desesperante en terrible desequilibrio de recursos, contra quien pretende quedarse con lo que no le corresponde, pero también contra quien le ampara y protege?". Piretti, que sufrió la pérdida de su única hija y su nieto el 20 de agosto de 2008, sostuvo que las vidas de sus seres queridos "tienen mucho más valor que todo el oro del mundo", pero como ya es imposible que vuelvan, exigió que Mapfre pague "lo que tiene que pagar". A su juicio, la aseguradora les ofrece "limosnita" cuando Spanair tenía suscrita una póliza de seguros para toda la flota de 1.500 millones de dólares.

La asociación destacó en ese mismo manifiesto que la historia del JK5022 es también "la de la desunión de los afectados", algo que entienden que ha sido aprovechado por el sistema. Por eso, Piretti manifestó que el colectivo, "como núcleo integrador de un mismo objetivo", buscará la verdad. Para ello, hizo un llamamiento a los familiares de las víctimas para que se sumen al colectivo y luchen de forma conjunta por la justicia y la seguridad aérea.

Ante el monumento que se erige en recuerdo de las víctimas en la plaza de la playa de Ojos de Garza se depositaron un centro y nueve ramos de rosas blancas. Al terminar el acto, los afectados lanzaron al mar esas mismas flores. En ese instante, al igual que cuando la Banda Municipal de Telde interpretó La muerte no es el final, las lágrimas se deslizaron por numerosos rostros.

La emoción del momento estaba reflejada en Ángeles Espinosa. Ella perdió a dos nietos, a quienes no solo recuerda en fechas señaladas como la de hoy, sino que habitan en su corazón los 365 días del año. "Sus vidas no las recuperaremos con nada", subrayó. Y al igual que el resto de familiares, Espinosa señaló que el accidente aéreo del JK5022 no puede caer en el olvido. "No quiero que esto se olvide", expuso, "porque no puede volver a ocurrir". Fueron muchas las vidas que se apagaron, destacó, causando mucho dolor a los que se quedaron. Por eso, Ángeles Espinosa quiere que la lucha continúe para que nadie pase por lo mismo.