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Tensión entre los socios del pacto Días decisivos para el futuro del Gobierno regional

Rebelión para apartar a Hernández del control del PSOE

La oposición a la vicepresidenta aprovecha la crisis política para frenar su carrera y para alejarla del Gobierno

Rebelión para apartar a Hernández del control del PSOE

Cumbre hoy in extremis para salvar el Gobierno de coalición entre CC y el PSOE. A la cita en Las Palmas de Gran Canaria están convocados por parte de los nacionalistas el presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, el portavoz parlamentario, José Miguel Ruano, y el secretario general, José Miguel Barragán. En representación del PSOE: la vicepresidenta del Gobierno, Patricia Hernández, el secretario general, José Miguel Pérez, y el vicesecretario general, Francisco Hernández Spínola. Los máximos cargos institucionales y orgánicos de ambos partidos se van a ver por primera vez cara a cara tras meses convulsos de convivencia. Saben lo que se juegan y a lo que se arriesgan. En la mesa, la continuidad del Ejecutivo regional y, también, de rebote, el control del PSOE.

Hernández quiere pelear por la secretaría general del PSOE canario y José Miguel Pérez empuja para que los socialistas se marchen del Gobierno. Ambos movimientos están vinculados. La salida de la vicepresidenta del Gobierno es un lastre en sus aspiraciones para controlar el partido. Y por paradójico que parezca, ella se siente más protegida por el presidente del Gobierno nacionalista que por el secretario general de su partido, el PSC. La cita de hoy es incómoda y trascendental para todos ellos.

La convocatoria no deja de ser el síntoma de un fracaso. Durante los quince meses de Gobierno nunca antes los seis convocados al encuentro de hoy se han visto frente a frente. Entre todos han hablado, pero nunca todos juntos. Pueden saltar chispas, pero es la última oportunidad que se han dado para salvar los muebles de una convivencia que, de continuar así, desgarra al Gobierno, al PSOE, a CC y a todos ellos

Motivos para la ruptura

La amenaza de ruptura del pacto entre Coalición Canaria y el PSOE se intensifica en el seno de la formación socialista, o al menos en buena parte de los dirigentes, sobre todo en Gran Canaria, aunque también en sectores de la organización en Tenerife, Lanzarote o Fuerteventura. Sin embargo, se encuentran con un tapón a sus anhelos: Patricia Hernández, quiere llegar al congreso regional del partido conservando su cargo institucional. Eso le da más fuerza para convertirse en el relevo del actual secretario general.

Sin embargo, a quienes apuestan por marcharse les sobran los motivos para dar por finiquitado el acuerdo de Gobierno con CC, pues se sienten traicionados con la ley del suelo, el reparto de los fondos del ITE, el control de la televisión regional, la inversión en carreteras, las críticas en la Sanidad o el cierre presupuestario de este ejercicio con superávit sin que, desde la Consejería de Hacienda, se hayan incrementado los recursos para las políticas sociales.

A Hernández se le reprocha que haya dado luz verde a estos proyectos políticos o que fuera tibia ante las sacudidas de los nacionalistas a los compañeros socialistas en el Gobierno. Más que diferencias irreconciliables entre los socios -nacionalistas y socialistas- en el Ejecutivo, el Parlamento y los municipios, en el fondo subyace un pulso por el control del PSOE en Canarias.

Va más allá de esta crisis y de los contactos para sondear una nueva mayoría con el PP. Es una pelea interna por el control del PSC, con un objetivo encubierto: fulminar la fortaleza de Patricia Hernández forzándola a dejar su cargo en el Gobierno. Fuera Hernández de la vicepresidencia se la elimina también como candidata a la secretaría general de los socialistas canarios. Hernández se ha ganado el rechazó de distintos sectores del PSOE para ocupar este liderazgo, sobre todo de quienes no le perdonan la mala gestión en la política de cargos institucionales que realizó tras acceder al Gobierno, dejando sin representación en el Ejecutivo a los que no la apoyaron como candidata a la Presidencia, principalmente de Gran Canaria.

José Miguel Pérez no esconde sus preferencias. Si de él dependiera, los socialistas estarían fuera del Gobierno y aunque pudiera parecer una maniobra suicida -más de un centenar de cargos públicos abandonan la Administración y dejan de controlar miles de millones de euros- este sacrificio tiene una recompensa ideológica.

Hay quien dentro del partido cree haber encontrado un banderín de enganche para restañar heridas, recuperar la ilusión y cohesionar a la militancia: la oposición a los nacionalistas. Un potente catalizador que actúa como pegamento interno en tiempos de zozobra, turbulencias y desconciertos en un partido forzado a facilitar un Gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy.

Parte de quienes no ocupan responsabilidades en el Gobierno ni tienen un puesto en el Parlamento regional apuestan por abandonar a su suerte a CC.

Liberados de la carga del Gobierno, el partido estaría así menos coaccionado ni comprometido a armarse ideológicamente como una formación de izquierdas, liderar la oposición en la Cámara regional, de paso taponar a Podemos y NC, y plantar una batalla a CC, el enemigo natural, sobre todo, en Tenerife. Para eso es imprescindible propiciar la salida de la vicepresidenta del Gobierno.

Las declaraciones de José Miguel Pérez a LA PROVINCIA / DLP -"la vicepresidenta del Gobierno conoce mis contactos con Asier Antona"- la pone en una situación complicada, pues si afirma que conocía las conversaciones del secretario general de los socialistas canarios con el presidente regional del PP para propiciar una moción de censura supone una traición al presidente del Gobierno, Fernando Clavijo. Si, por contra, mantiene que no fue informada, destapa indirectamente, el golpe de estado interno dentro del PSOE para desalojarla del poder y cortocircuitar su aspiraciones a liderar a los socialistas canarios. Sin vicepresidencia no hay secretaria general del PSC. Eso lo sabe la vicepresidenta y quienes conspiran contra ella, con deliberados contactos con otras formaciones, lo que mella su imagen a ojos de Coalición Canaria.

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