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Visita del jefe Estado chino Gran Canaria, en la agenda internacional

El Faro desbanca a Colón

Xi Jinping y su esposa, la cantante Peng Liyuan, piden paella para almorzar en su suite presidencial

Peng Liyuan se quedó encantada con Gran Canaria, sobre todo con la imagen del Faro de Maspalomas, las dunas y el mar que presenció durante su corta estancia en la suite presidencial del hotel Lopesan Costa Meloneras. Tal fue su interés, que pidió como recuerdo un plato de cerámica con la imagen de esta emblemática torre de la zona sur de la Isla. El alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, que pensaba entregarle un obsequio conmemorativo, se las tuvo que agenciar para cumplir el deseo de la primera dama de China, muy famosa en su país antes de contraer matrimonio con el presidente Xi Jinping como cantante de música tradicional china.

En el Ayuntamiento tenía unas láminas del Faro de Maspalomas pintadas por el artista Pepe Dámaso y rápidamente las fueron a buscar durante la mañana de ayer para entregárselas a la esposa del mandatario del gigante chino y, de paso, rastrear por las tiendas de la zona para ver si encontraban el plato de cerámica, según reconoció el primer edil, que aprovechó para relagarle una de estas serigrafías a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

La pintura del artista grancanario viaja ya a China, junto a dos libros de Maspalomas, en las maletas del insigne matrimonio, unos recuerdos que vienen a compensar otro posible souvenir que probablemente hubieran adquirido si llegan a cumplir con la única parte lúdica de su agenda: la visita que tenían previsto realizar por la tarde, antes de regresar a China a las cinco y medio, a la Casa Museo de Colón. La noticia de que el derrumbe de parte de una central eléctrica en obras de la provincia china de Jiangxi (sureste) había causado más de 67 muertos propició la cancelación de esta visita, según indicó el Cabildo grancanario, al que pertenece el museo.

Tradicional visita

El presidente de la primera potencia mundial y el resto del Gobierno que lo acompañaba en su regreso de una gira por Latino América, nada menos que tres vicepresidentes y nueve ministros, optaron por permanecer en el hotel del sur hasta la hora que tenían previsto partir a China. Por lo tanto, Xi Jinping se quedó sin efectuar esta tradicional visita a la Casa Museo de Colón, como ya hicieron sus dos antecesores (Hu Jintao, en 2004, y Jiang Zemin, en 2001).

Para albergar a la delegación que acompañaba al presidente, en torno a 160 personas, entre representantes del Gobierno, periodistas y miembros de su seguridad, el hotel tuvo que preparar 130 habitaciones y desviar clientes a otros establecimientos de la zona. Pero el esfuerzo valió la pena, a juzgar de los elogios de la comitiva china a las instalaciones y al servicio de este gran resort y a los bellos parajes que lo rodean. Algunos de ellos aprovecharon para hacer compras por la zona, ropa principalmente.

No eran miembros del staff del Gobierno chino, que se mantuvieron en el recinto, prácticamente sin dejarse ver, por el amplio dispositivo de seguridad en su entorno. Más de 150 personas vigilaban su seguridad, y se mezclaban con sus trajes oscuros y sus micrófonos inalámbricos con los turistas que tomaban el sol y se bañaban en la piscina. Hasta francotiradores había. La seguridad lleva unas tres semanas preparando la visita, controlando accesos y todo lo inimaginable.

El presidente chino y su esposa apenas salieron de su habitación. El dirigente solo lo hizo al parecer para la reunión que tuvo con Soraya Sáenz de Santamaría. Aunque se trajeron sus cocineros, el matrimonio pidió expresamente que les prepararan una paella, una nueva forma de probar el arroz en sus aposentos. Los chefs del hotel ofrecieron una degustación con papas arrugadas con mojo, atún, quesos, almogrote y otras delicias de la cocina tradicional de Canarias al resto de la comitiva.

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