A unos más y a otro menos, pero templar gaitas tras una discusión cuesta. Vaya si sí y ayer tocaba hacerlo. El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, se sienta junto a su vicepresidenta, Patricia Hernández. El uno, que dijo que no a la triple paridad pero ahora dice sí -"de algún modo habrá que hacerlo", explicó el viceconsejero de la Presidencia, José Miguel Barragán-, y la otra, que se levantó con los suyos de la mesa del Consejo de Gobierno con ese arrebato que te brinda la misma razón de la que te despoja el desaire. Muy incómoda esa corta distancia.

Hernández dialogaba con el presidente del grupo Nacionalista, Antonio Castro, en los escalones que recorre Clavijo para alcanzar su escaño. El encuentro era inevitable, pero lo impidió el proverbial retraso del presidente, que compareció justo cuando la consejera de Hacienda, Rosa Dávila, daba inicio a su defensa de las cuentas para 2017. En ese momento, la vicepresidenta ya ocupaba su lugar.

De existir saludo entre ambos, fue tan leve que ni se notó. Desde el primer minuto, Fernando se lanzó a despachar con el móvil una cuestión tras otra mientras Patricia recostaba su existencia sobre el pupitre en el que aparecían sus papeles. Buena solución el tácito y recíproco desentendimiento, pero solo en el corto plazo; así no podían estar durante casi cuatro horas.

Cuando la espalda de la vicepresidenta volvió a tomar contacto con el respaldo de su sillón, se observó una notable querencia por alejarse de su izquierda y reposar al máximo en el costado contrario. Dicho en términos de ir al cine, Clavijo era el desconocido y el consejero de Economía, Industria, comercio y Conocimiento, Pedro Ortega, el amigo. El reposabrazos que casi contactaba con el escaño del presidente aparecía vacío y totalmente ocupado el de la banda del consejero. Qué bueno que viniste, Pedro, gritaba el lenguaje corporal de Hernández.

También Afonso

Ortega no es político, lo que tiene sus ventajas para tiempos de guerra. Si primero eran los gestos los que denotaban que ayer era el preferido de Patricia, después fueron las palabras. Ella y el consejero de Presidencia, Justicia e Igualdad, Aarón Afonso -también socialista-, pasaron largos ratos departiendo con uno de los principales encargados de poner orden en el reparto del Fondo de Desarrollo de Canarias (Fdcan). Ortega ejerció como el pegamento del vestuario, símil deportivo que alcanzaba más exactitud cuando en sus diálogos con Afonso ambos mantenían la mano muy cerca de la boca como si alguien en la sala tuviera cara de saber leer los labios.

Lo que son las cosas que son. El único atisbo de deshielo llegó de la mano de un integrante de la oposición. El portavoz de Nueva Canarias (NC), Román Rodríguez, aseguró, desde la tribuna, que duerme habitualmente bien pero en la madrugada del martes no logró hacerlo del tirón. Se despertó. "Y estaba pensando en ustedes", espetó. Fernando y Patricia rieron sin discrepancias.