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Nuevo golpe al terrorismo islamista La discreta vida en las islas de supuestos yihadistas

Entre la mezquita y una casa sin luz

Muthanna Zakarna es un hombre "tranquilo y siempre dispuesto ayudar", según el relato de sus vecinos. Un vaso de agua y un bocadillo de carne picada en un 'kebab' era su dieta habitual

"Me quedé frío y temblando cuando lo vi por la televisión esta mañana, porque no me lo esperaba para nada", cuenta el propietario del restaurante Esperanza Kebab II, cercano a la vivienda en la que residía Muthanna Zakarna, detenido este sábado en Barajas por su presunta vinculación con el yihadismo. El dueño de la cafetería no daba crédito a lo que ocurrió durante la mañana de ayer en el pueblo y, mucho menos, a la relación de su cliente habitual con la operación de registro llevada a cabo en el inmueble número 16 de la calle Tinajo. "Venía todos los días y se comía un bocadillo de carne picada con un vaso de agua", relata con nerviosismo aún metido en el cuerpo sobre el palestino que vivía sin luz y cuya rutina era ir de su casa a la mezquita.

Como él, muchos otros vecinos de la zona que lo conocían, "porque aquí casi todos nos conocemos", aseguran, se quedaron perplejos con la noticia. "No lo entiendo, parecía una persona normal, muy buena gente y siempre dispuesto a ayudar con todo", determina el propietario de Esperanza Kebab con poca esperanza ya de que se trate de un sueño del que quiere despertar.

Tan real como la vida misma, fue el episodio "de película", según residentes en los alrededores, que vivió ayer esta zona de Vecindario. Asomados en las ventanas, balcones y azoteas o en la misma plaza y más de cerca, miembros de familias enteras no quisieron perderse ni un detalle de la operación de la Guardia Civil. Así, desde la llegada de más de ocho patrullas al barrio hasta la entrada y salida del detenido, esposado, en el domicilio, el número de espectadores aumentó a lo largo de las más de tres horas que duró el registro. Con sus teléfonos móviles inmortalizaron el momento que jamás dejarán en el olvido.

Zakarna tiene 38 años y, aunque tiene nacionalidad española, es de Jenin, Palestina. Su pasaporte en España tiene validez hasta el 28 de abril de 2024 y "hace solo unos meses que alquiló el piso donde vivía", según Francisco Sánchez, vecino de la vivienda número 10 en la misma vía del presunto yihadista, desde hace 40 años. "Es una casa que lleva sin luz bastante tiempo, incluso los cables están cortados y se puede ver desde fuera", señala mientras comenta que "también hay dos muchachos negros que viven en el edificio, pero no sé si en la misma vivienda". Así, según los últimos datos dados a conocer por fuentes cercanas a la investigación, uno de ellos podría ser el compañero de piso del detenido al que la Guardia Civil está buscando dentro del Archipiélago por su vinculación también con el radicalismo.

Sorpresa

Por la cabeza de Sánchez jamás pasó la posibilidad de que su vecino estuviera vinculado con el Mundo Islámico. "Siempre iba solo y andando porque no tenía coche, era muy tranquilo y casi todos los días se sentaba en un banco del parque", explica señalando con el dedo índice hacia el espacio infantil situado en la plaza 25 de Noviembre. Asimismo, lo describe como un hombre de pocas palabras, "tanto que jamás escuché su voz", y que nunca saludaba, "al contrario que los otros dos inquilinos, que decían hola y adiós siempre que me veían".

Una rutina normal

De casa a la mezquita y del templo al hogar. Así es como algunos clientes fijos del restaurante que frecuentaba diariamente y de una tienda de la zona recuerdan la rutina del detenido. "La mezquita está par de calles por detrás de la plaza y él siempre iba tranquilo, como una persona normal", afirman vecinos también de origen palestino. Tanto ellos como la mayoría en la zona coinciden en que se trata de un hombre "que pasa desapercibido". Visión que ha cambiado de golpe tras lo ocurrido.

"Al lado de mi trabajo vivía un terrorista, lo veía todos los días y hasta lo saludaba cuando pasaba", grita sobresaltado un joven mientras habla por teléfono en la plaza y hace mención a la última noticia. De esta forma, parece que de estar en un segundo plano, Zakarna es ahora el más conocido de esta zona de Santa Lucía.

"Ponte el gorro que nos cae una bomba encima", comenta Santiago Benítez a uno de sus amigos, aterrorizado con todo lo ocurrido en su zona de residencia. Explica que cuando vio a la Guardia Civil pensó que podría tratarse "de temas de drogas", pero que nunca se imaginó "que hubiera alguien relacionado con el yihadismo viviendo en la casa que antes era del maestro Juan". Relata que el inmueble pertenecía, en un principio y hace años, al mecánico Juan Benítez pero que ahora le corresponde, "tras un embargo", al empresario Juan Suárez, "que tiene una tienda de muebles en el pueblo, junto a otros negocios, y al que es casi imposible ver por aquí".

Pero lo que sí vieron todos aquellos que se desplazaron hasta la calle Tinajo y alrededores fue un panorama nada frecuente en la Isla. "Lo ves por la tele y parece que aquí esas cosas no pasan y contemplarlo en vivo y en directo es una impresión muy fuerte", comentan frente a los coches de la autoridad algunos vecinos.

Miedo

Un sin fin de caras de asombro y la palabra "miedo" resonando en cada esquina fue la fusión que presentó ayer los alrededores de un pueblo lleno de incertidumbre. Mayores, jóvenes y niños trataban de entender lo sucedido y, entre pavor por si existen más implicados con el presunto yihadista y un gran desconcierto, repiten entre ellos y para el resto que "al final, uno nunca sabe a quién tiene al lado".

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