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Amor con disimulo

El pleno que los grupos parlamentarios obligaron a retransmitir a la Televisión Canaria no pasó de mera comparecencia parlamentaria tras rehuir Hernández el careo con el presidente

Amor con disimulo

Parecía que iba a haber una tormenta política, espadas en alto, frases para la historia, más ruido político que nunca, pero no. Aunque con algún chascarrillo que otro, unos tímidos aplausos y unos anunciados regalitos al presidente, la cosa no pasó a más en el pleno donde Fernando Clavijo comparecía ayer para explicar la crisis ante la expectación creada en días anteriores al pedir, incluso, los grupos parlamentarios la retransmisión en directo de la sesión plenaria, algo inédito y que obligó a la televisión pública canaria a cambiar su programación.

Pero no hubo mociones de confianza, ni casi alusiones a la censura, ni el morbo del careo entre el presidente y su exvicepresidenta, Patricia Hernández, sentados frente a frente con la nueva distribución de las butacas al pasar el PSOE a la oposición. Miradas y gestos entre ambos, pero poco más.

Es verdad que se produjeron las esperadas críticas a la soledad de Clavijo y su Gobierno en minoría, las cuales, por cierto, ya han sido expuestas públicamente hasta la saciedad desde que se rompió el pacto entre CC y el PSOE el pasado 23 de diciembre, pero entre la sombra parlamentaria surgió un rayo de luz: un flirteo disimulado entre el PP y CC que, según los entendidos en esto del amor político y que suelen pulular por los pasillos del hemiciclo en los plenos, terminará en un veloz matrimonio en el Gobierno canario.

Ayer no era el día para formalizarlo, lógicamente. CC acaba de romper con el PSOE y el resquemor sigue latente. Era el día de pasar factura, de que Clavijo diera explicaciones de por qué destituyó a los consejeros del PSOE, expusiera cómo piensa gobernar, con qué programa y apoyos, y la oposición se despachara a gusto leyéndole la cartilla por su debilidad al querer dirigir un Ejecutivo en minoría, con solo 18 diputados de CC y tres incondicionales de ASG. Y hacerlo delante de los numerosos medios de comunicación, del público presente, entre ellos los consejeros cesados Jesús Morera y Aarón Afonso, diputados nacionales, alcaldes y asesores de todos los partidos ubicados en la grada superior, para gloria de los portavoces.

Román Rodríguez, de NC, estaba en su salsa. Conoce las mañas, habla claro, gesticula, e irrumpe cuando le toca el turno con voz atronadora. Tiene experiencia y la usa, tanto que cuando no está en la tribuna se pone a hablar por el móvil o a hacer aspavientos de crítica, actitud que a más de una de sus señorías le molesta pero que los medios de comunicación suelen agradecer ante los, casi siempre, tediosos plenos.

Las cartas se fueron aclarando con el desarrollo de la jornada y pese a que Australia Navarro, portavoz del PP, menuda en aspecto pero contundente en voz, abroncara a los dos partidos que han gobernado y que han sumido a Canarias en la crisis -CC y el PSOE- se empezó a notar cuáles son sus preferencias a pesar de la ambigüedad en la que han nadado los populares desde que se rompió el pacto. La censura ni la nombró, si bien dijo que el Gobierno de CC no cuenta con la confianza del PP, al menos por ahora, pero tampoco le va a entregar su apoyo a una alternativa de Gobierno que a día de hoy no existe, esto es, al PSOE y Nueva Canarias, con el apoyo de Podemos. En el hemiciclo escenificó que el PP no bebe del agua de CC ni del PSOE y lo que quiere es un gran acuerdo para dar salida al atolladero en que ambos partidos han sumido a la ciudadanía de Canarias con tantas peleas públicas.

El PP sabe que tiene la llave en dar estabilidad al Gobierno o en propiciar uno nuevo y ayer lanzó el guante. ¿Pero a quién lo dirigió? Directamente a Clavijo, aunque con disimulo, como quien no quiere que se sepa que le gusta más este gobierno que pactar con un PSOE con problemas internos de liderazgo, con gestoras, con pactos en islas como Lanzarote, La Palma o Fuerteventura, remisos a aliarse con el PP, y dispuestos a continuar, por tanto, con CC. Y así, pergeñó un primer programa de gobierno: reducir el IGIC, un plan de choque contra las listas de espera, que la Ley de Servicios Sociales entre en el Parlamento antes del debate de Investidura, que se apruebe la Ley del Suelo y un plan para los sectores productivos. Clavijo, como no, recogió el guante exultante, y también el que le lanzó Casimiro Curbelo, de la Agrupación Socialista Gomera, la otra formación que acudió al pleno con propuestas concretas para alcanzar acuerdos y que apoyó abiertamente y sin fisuras a Clavijo. "Critican que lo hago a cambio de inversiones. ¡Qué descubrimiento! ¡Faltaría más!", ironizó. Mientras él era claro, Navarro le exigía a Clavijo y al PSOE que pidieran perdón por el tiempo que han hecho perder a la ciudadanía y al presidente, en concreto, le vino a llamar 'malote' aunque con otras palabras. "Usted expulsó al PSOE con esa cara de buen chico, esa sonrisa tierna, no, no, usted no es un angelito", reprendió al presidente que le contestó que a ella sí le sonreía tiernamente.

"Ya ven, hay 33 diputados que están dispuestos a trabajar con lealtad al ciudadano y no al Gobierno de Canarias, con propuestas concretas (PP, ASG y CC), y hay otros que quieren desahuciar a CC cueste lo que cueste sin presentar ninguna alternativa a los problemas de los canarios", acabó en referencia al PSOE, NC y Podemos. Lo cierto es que estos tres grupos no formularon propuestas de gobierno sino que plantearon la necesidad de un cambio.

En sus intervenciones hubo de todo. Como que Clavijo, con Carlos Alonso y Rosa Dávila representan la vuelta al insularismo y a la ATI más profunda, coincidieron Román Rodríguez e Iñaki Lavandera, del PSOE.

Lavandera echó la culpa a Clavijo de la ruptura, y dice que se dieron cuenta de que Clavijo representaba a ATI cuando pidió al PSOE retirar la cobertura pública a los medicamentos contra la hepatitis C. El presidente dijo que era mentira y, no es por nada, atacó duramente la gestión en las listas de espera de Jesús Morera, que lo miraba con frialdad desde la tribuna de invitados.

Noemí Santana, dura con el presidente, comparó además a Carlos Alonso con el Donald Trump de los canarios. Siguiendo las costumbres de Pablo Iglesias, le llevó tres regalos a Clavijo, un libro del Estatuto de Autonomía del que leyó la parte de la cuestión de confianza; una calculadora: para que sepa que 18 diputados es mucho menos de la mitad; y un mapa de Canarias, con rostros donde ponía palabras de pobreza o paro para que recuerde la igualdad de todos los canarios. Tres horas después acabó el debate.

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