La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aires democráticos en Gambia

El empeño de los ciudadanos y la firmeza de los países vecinos logran derrocar al penúltimo tirano de África Occidental

El presidente de Gambia, Adama Barrow, saluda a sus simpatizantes a su llegada desde Dakar a Banjul. REUTERS

Mientras el mundo se estremecía con la entronización de Donald Trump en EEUU, África occidental se desembarazaba de uno de sus últimos dictadores. Gambia, uno de los países africanos más próximos a Canarias, ha vivido la semana más intensa de su historia. El pasado 1 de diciembre unas elecciones generales dieron el triunfo en las urnas al opositor Adama Barrow, que encabezaba una coalición de siete partidos. Todo parecía ir bien hasta que una semana más tarde el presidente del país, Yahya Jammeh, decidió que los comicios no habían sido justos y manifestó su intención de quedarse en el poder. La inmediata reacción de los países de la región, que iniciaron una ronda de negociaciones con Jammeh y al mismo tiempo amenazaron con el uso de la fuerza militar para derrocarle, sumió al país en una grave crisis que provocó la huida de 50.000 gambianos.

Durante un mes y medio, el presidente fue perdiendo todos los apoyos y hasta en el seno de su propio Ejército comenzaron a producirse deserciones. El régimen se tambaleaba. Sin embargo, Jammeh seguía enrocado y daba pasos en la dirección de un enfrentamiento: declaración del estado de emergencia, promoción de militares afines en puestos clave, contratación de mercenarios para su protección personal. Mientras tanto, al otro lado de la frontera, las tropas senegalesas y nigerianas, bajo mando de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), se preparaban para intervenir.

El día 19 expiraba el plazo dado por la comunidad internacional. Adama Barrow, que se encontraba refugiado en Senegal, fue investido presidente en la Embajada de Dakar. Apenas unos minutos después, los soldados africanos penetraron la frontera gambiana. La soledad de Jammeh quedó totalmente en evidencia cuando el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Ousmane Badjie, fue grabado bailando con quienes celebraban esta intervención militar. "No voy a enviar a mis soldados a una guerra absurda", dijo a los periodistas.

Sin embargo, la Cedeao jugó una vez más la baza de la negociación y dio una última oportunidad al dictador. Los presidentes de Guinea y Mauritania viajaron a Banjul y, tras largas horas de reunión, alcanzaron un acuerdo que permitió, 24 horas más tarde, la salida de Jammeh del país. "No puedo estar contento, me hubiera gustado verlo sentado delante de un tribunal", asegura el histórico opositor Lamine Sonko. De hecho, se fue con su familia y tres vehículos de lujo y las nuevas autoridades gambianas tratan ahora de averiguar si se llevó también dinero del Estado a su exilio en Guinea Ecuatorial. "La paz y la estabilidad son más importantes que tres coches", ha dicho el propio Barrow.

Al día siguiente, los soldados senegaleses y nigerianos avanzaron sobre Banjul y tomaron el aeropuerto y el Palacio Presidencial. Lo más importante era garantizar que no había armas escondidas o bolsas de resistencia para poder facilitar la llegada del nuevo presidente. Las tropas fueron recibidas por la mayor parte de la población como libertadores. Babucar, vendedor ambulante, aseguraba que "son nuestros hermanos, han venido a hacer cumplir nuestra voluntad de cambio" mientras se hacía un selfie junto a un blindado senegalés estacionado frente a la State House.

Si la salida de Jammeh al exilio, de noche y en medio de lágrimas de sus partidarios, cerraba una página negra de la historia de Gambia, la entrada triunfal de Adama Barrow en la capital aclamado por una multitud enfervorecida marca el inicio de un nuevo tiempo. "Lo sucedido en Gambia muestra que cuando los líderes de una dispar oposición deciden ir juntos detrás de un solo hombre, todo es posible. Si una transición democrática y un régimen de libertades es posible en Gambia, entonces es posible en cualquier lugar del mundo", asegura el investigador y director de Vanguard Africa, Jeffrey Smith.

Además de la unidad y la pérdida del miedo de los gambianos, fue la firmeza de los países africanos la que acabó por inclinar la balanza hacia una salida pacífica del embrollo. El continente ha mostrado que puede encontrar soluciones a sus conflictos internos sin acudir a sus ex metrópolis o a organizaciones internacionales. Y aunque la posibilidad de que Jammeh se siente delante de un tribunal está ahora mismo lejana, protegido por otro dictador de la misma escuela como Teodoro Obiang, lo más importante es que el cambio se ha producido sin disparar un solo tiro.

Compartir el artículo

stats