Usted es la primera mujer que representa al Frente Polisario en España, un paso importante.
Efectivamente, representa esa proyección que el Polisario propicia para cualquier mujer saharaui y está en coherencia con el esfuerzo y trabajo de las mujeres saharauis, correspondido con una responsabilidad para cumplir con esa confianza depositada por el electorado.
El 27 de febrero el pueblo saharaui celebra la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), ¿este año tendrá un cariz más reivindicativo?
La RASD fue proclamada el 27 de febrero de 1976 cuando se retiró el último soldado español del Sahara. Fuimos colonia española hasta entonces e inmediatamente fue invadida por Marruecos, por la política expansionista del régimen que representa este país. Desde entonces se han ido consolidando los estados saharauis y el aniversario significa celebración y, sobre todo, la valoración de esta resistencia de los saharauis, tanto en el exilio como en las zonas ocupadas, para seguir luchando por la soberanía total y la independencia.
¿La independencia del Sahara está cada vez más cerca o cada vez más lejos?
Somos conscientes de que, aunque la Justicia sea lenta, llegará tarde o temprano y esto es una lucha justa por unos derechos lícitos. El pueblo saharaui está más consolidado y más apegado que nunca a defender ese derecho y también ha crecido la solidaridad en todas las esferas hacia este pueblo.
¿Qué ha cambiado en el Frente Polisario tras el fallecimiento de su líder Mohamed Abdelaziz en mayo de 2016?
En este aniversario queremos visualizar que las instituciones que se consolidaron bajo el liderazgo de Abdelaziz se mantienen. Mucha gente cuestionó la continuidad del Polisario tras su muerte, pero se reafirma que esto no es una cuestión de liderazgos individuales, sino del conjunto de los saharauis. Ésta es una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con él y con todos los mártires que han caído por esta causa.
Abdelazis amagó siempre con la lucha armada, ¿éste es el momento?
No es cuestión de que los saharauis quieran o no tomar la lucha armada, en la medida en que Marruecos provoca tensa la situación y deja en entredicho a las Naciones Unidas al implementar su plan de proceso de paz, pero sobre todo provoca que los saharauis, por muy pacíficos que seamos, defendemos lo que es lícito. No es cuestión de amenazar con la guerra, al revés, nosotros estamos alertando de qué es lo que se puede derivar de una situación si se le hace caso omiso o no se le paran los pies a quien no cumple el derecho internacional.
¿Ve cerca la guerra con Marruecos?
Sí, si Marruecos continúa con su intransigencia. Violó recientemente el alto al fuego con el Sahara. En este momento están sobre la mesa tanto una solución pacífica, si se quiere reanudar el diálogo, como la guerra, si se provoca.
¿El pueblo saharaui está preparado para una guerra?
¿Estaba preparado en 1975? No tenía ni tan siquiera una estructura para ello, hoy sí. Nadie se prepara para una guerra siendo luchador por la paz, pero sí para la autodefensa. Hace un año todo el mundo se preguntaba si el Polisario iba a seguir o si íbamos a perder el Norte porque pereció nuestro líder, pero no hemos perdido el Norte, lo que veníamos tejiendo y formalizando se ha consolidado. Seguimos en esa lucha y en la resistencia.
¿Qué solución pacífica plantea usted?
En las Naciones Unidas está consensuado que la población saharaui tiene derecho a autodeterminarse. La forma más democrática posible es realizar un referéndum en el que los saharauis dejen claro qué es lo que quieren.
¿Cuál es el papel que debe tener España?
España dice que se alinea con las resoluciones de Naciones Unidas, pero en el día a día su política deja mucho que desear. España dejó un proceso de descolonización inconcluso y no se puede mantener al margen del conflicto.
Marruecos ha regresado a la Unión Africana, ¿teme que sea para maniobrar para expulsar al Sahara de esta organización?
Para maniobrar sin lugar a dudas. Hasta ahora había puesto como condición para volver a entrar la expulsión de la RASD de este organismo internacional y el no reconocimiento de ese estado, pero todos los países africanos se negaron. En la reciente cumbre anunció que se suma sin condiciones y, además, el Parlamento marroquí ha firmado los estatutos de la Unidad Africana, donde también está claro que se deben respetar las fronteras heredadas del colonialismo y que a ningún país se le permite usar la fuerza contra otro miembro de la Unión Africana. Hoy Marruecos está más llamado que nunca a cumplir lo que ha firmado y lo que ha aceptado para entrar en la Unión Africana.
¿Qué opina sobre la imputación de la Audiencia Nacional al presidente saharaui, Brahim Ghali, por genocidio?
Es parte de la campaña mediática que hace Marruecos y que desgraciadamente tiene eco. Ghali fue representante del Polisario en España durante ocho años y jamás hubo ninguna queja ni querella.
Tres familias españolas de acogida denuncian ante la ONU el secuestro de jóvenes saharauis por sus familias biológicas.
No creo que haya ningún secuestro. Son conflictos puntuales entre familias. Se trata de niños que participaron en un programa estatal de niños que vienen a veranear en España y que son acogidos en espacios solidarios, entornos que les permiten todo el calor humano y todas las condiciones. No son niños que han aparecido flotando en el cementerio del Mediterráneo ni han aparecido en las puertas de un centro eclesiástico abandonados en una canasta, son niños que vienen por un plan y que la aspiración de permitirles la formación en España es bienvenida por la familia saharaui.
¿Le preocupa que el yihadismo que está invadiendo varios territorios de África se instale entre la juventud saharaui?
No, no está dentro de los valores saharauis, ni en su idiosincrasia ni dentro de su doctrina religiosa.
¿El pueblo saharaui es el eterno olvidado o incomprendido?
Desgraciadamente es así, es el eterno olvidado, pese a que hay muchas personas y organismos que no han permitido que caigamos en el olvido y que han valorado altamente nuestra prudencia, nuestra resistencia y nuestra lucha pacífica. Nunca hemos intentando atentar contra la integridad de nadie.
