Robina van Lanschot Wessels todavía conserva en su casa de Noordwijkerhout, una pequeña localidad holandesa de 16.000 habitantes, el billete del vuelo KL4805 Amsterdam-Las Palmas de la compañía de bandera holandesa KLM del 27 de marzo de 1977 que contrató a Eurotours. Robina pretendía viajar a Canarias para pasar 8 días junto a su novio, Paul Wessels, que se encontraba entonces en Tenerife por motivos laborales. Tenía también cerrada la vuelta en el vuelo KL4806 a Amsterdam del 3 de abril.

Hubo muchas historias increíbles en la tragedia pero la de Robina está entre las más especiales. Esta guía turística delgada y de ojos claros se salvó milagrosamente. Y eso que no estaba en el Boeing 747 holandés cuando se produjo el impacto. Una vez que se anunció que el Jumbo iba a ser desviado a Tenerife por la bomba en el aeropuerto de Gran Canaria, Robina empezó a pensar que sería ideal quedarse en este punto pues es donde residía su novio y a donde realmente se dirigía. Y de paso se ahorraba un vuelo, el Gando-Los Rodeos.

Así es que comenzó a hacer gestiones para lograrlo. Por los protocolos de seguridad de la aviación primero le dijeron que no. No se permite que un pasajero abandone la nave en medio del trayecto, por mucho que haya una escala técnica imprevista, y menos cuando tiene su equipaje en la bodega. Pero gracias a su insistencia, finalmente los responsables de la aeronave le permitieron quedarse en Tenerife. Fue clave que entre los tripulantes estuviera casualmente la hermana de Paul, Yvonne Wessels.

Robina van Lanschot estaba de camino hacia la casa de Paul cuando se produjo el choque. En ese momento ella no se enteró de nada. Lo contó hace unos días en un reportaje publicado por el periódico holandés Reformatorisch Dagblad, que incluyó la foto del billete.

"Todo iba bien. Había buen ambiente porque la mayoría de los pasajeros estábamos de vacaciones. Yo estaba sentada en la parte central del avión", recuerda la mujer en su casa de Noordwijkerhout. Pero cuando aterrizaron en Tenerife, ella y muchos otros pasajeros se dieron pronto cuenta de que algo iba mal. "Había muchos aviones que habían sido desviados en aquel pequeño aeropuerto y se respiraba un ambiente de caos. Entonces, los pasajeros empezaron a decirse entre ellos que esto no era nada bueno".

Robina van Lanschot se enteró de la tragedia cuando se reencontró con su novio y llamó a su casa de Holanda para decir que había llegado bien y que incluso se había ahorrado un vuelo. "No tengo palabras para describir lo que sentí. Estaba en shock. Había sido un desastre tan grande, tan increíble... No paré de llorar", asegura la superviviente holandesa.

La tragedia los unió para siempre. Ella se había salvado y él había perdido a su hermana. El cuerpo de Yvonne fue uno de los últimos en ser identificados. Ambos apenas pudieron disfrutar porque tuvieron que resolver los trámites para repatriar el cuerpo. Robina y Paul se casaron poco después, en 1981, y hoy, cuando ella tiene 64 años y él 66, siguen muy unidos. "Nunca me he olvidado de aquello. Siempre pienso en las personas que conocí en aquel avión y que se quedaron allí", concluye Robina.