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Los Kokorev acusan a la Policía de armar el caso con pruebas falsas

La familia hispano-rusa arremete en una carta contra su exabogado Ismael Gerli, investigado por fraude y falsificación en Panamá

Vladimir Kokorev, durante el juicio celebrado en Panamá. LP / DLP

Los Kokorev rompen su silencio. Los tres miembros de la familia hispano-rusa, acusados de actuar como testaferros del presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, hablan por primera vez desde la cárcel. En una carta, a la que ha tenido acceso este periódico, acusan a la Policía de armar la causa contra ellos con pruebas falsas, aportadas por su exabogado en Panamá, Ismael Gerli, que está a su vez investigado en el país centroamericano por presuntos delitos de estafa agravada y falsificación documental.

Vladimir Kokorev, su esposa Julia y su hijo Igor permanecen en prisión preventiva en Juan Grande, en Gran Canaria, tras ser detenidos en 2015 en Panamá por la Interpol y extraditados a España. La Policía Judicial cree que el clan de Obiang defraudó a Hacienda más de 16,7 millones de euros a través de negocios irregulares en España, y sospecha que los Kokorev ejercían como apoderados en una decena de empresas fantasma a favor del mandatario africano.

La magistrada del Juzgado de Instrucción número 5 de la capital grancanaria, Ana Isabel de Vega, levantó el secreto de sumario a finales de febrero. Desde entonces los Kokorev estudian entre rejas los 98 tomos, en especial Igor, que usa sus conocimientos como letrado para examinar la ingente documentación. La juez ha citado a los Kokorev para comparecer el 12 de junio.

En una carta manuscrita, de 42 páginas, Igor Kokorev, sostiene que en el sumario no existe “ni el más mínimo vínculo entre algún miembro de la familia y el crimen organizado”. Achaca el proceso a una trama urdida por su exabogado, Ismael Gerli, a quien acusa de emprender una campaña de “acoso y extorsión” cuando decidieron prescindir de sus servicios.

“Testigo estrella”

En su misiva, revela “contradicciones” de Gerli -considerado “pieza clave” y “testigo estrella” en la instrucción- y su estrecha relación con un inspector de Policía, con quien Gerli presuntamente tuvo “contactos de forma extraprocesal, a espaldas del proceso penal”. Al entender de Igor, Gerli “es mucho más que un testigo, más bien es el promotor y director del procedimiento”.

Según su testimonio, la orden de arresto internacional contra los Kokorev en agosto de 2015 “fue coetánea con la extorsión” por parte de su exabogado. Igor añade que desde finales de enero de 2015, Gerli les amenazó y exigió importantes “sumas de dinero y bienes inmuebles” o, de lo contrario, les interpondría una “denuncia falsa”, y les presentaría como “peligrosos delincuentes y mafiosos” para que “se pudrieran en la cárcel”. De hecho, en uno de sus emails, Gerli les declaró “la guerra”.

A pesar de que Gerli había denunciado que temía por su “desaparición física”, Igor Kokorev afirma que no existe “ni una sola prueba” de que alguien del entorno de los Kokorev le haya amenazado, al tiempo que remarca que “las únicas amenazas” que constan en el sumario son de Gerli contra la familia rusa.

La detención de los Kokorev en Panamá el 7 de septiembre de 2015 coincidió, según Igor, con la falsificación de decenas de documentos públicos por parte de Gerli para apropiarse de las propiedades de los Kokorev en este país: dos apartamentos y un local de oficina.

Tras su arresto, la familia fue trasladada a la cárcel de La Joya, donde se agravaron los problemas de salud de Vladimir, que fue hospitalizado. El médico de la prisión expresó “serias dudas respecto a sus posibilidades de sobrevivir al traslado” al hospital. Tesis que choca con la postura de la embajada de España en Panamá, que entendía que Vladimir “estaba fingiendo”, aunque no tenía “ningún certificado” que justificase esta hipótesis.

El 10 de septiembre de 2015 el Tribunal Supremo de Panamá ordenó su libertad bajo fianza, pero no pudieron abonarla porque su patrimonio ya estaba bajo el control de Gerli. De hecho, en un email de diciembre de 2016 a la unidad contra el crimen organizado (Udyco) Gerli se atribuye “el 100% del mérito de que los policías españoles no regresaron con las manos en blanco”, al retrasar que los Kokorev pudieran pagar sus fianzas.

Igor argumenta que es “falso” que los Kokorev intentaran en algún momento aprovechar su libertad para huir, pues confiaban “plenamente en la Justicia española” y creían que sus “derechos fundamentales, incluido el de la presunción de inocencia, serían respetados” por el juzgado grancanario, añade la carta.

Asimismo, expone varias contradicciones de Gerli al comparecer en diciembre de 2015 ante la jueza. El exabogado declaró en su día que había entregado a la Policía un pendrive que Igor dejó en su oficina pero no lo pudo leer por estar encriptado. En cambio, Igor alega que “nunca” ha ido al despacho de Gerli con un pendrive y “nunca” ha encriptado este tipo de dispositivos.

Incluso Igor alude en su carta a un escrito de Gerli en el que admite que el caso de los Kokorev en España “está viciado totalmente” y afirma que Gerli “chantajea” a la Udyco con echar abajo la instrucción si no se le “protege” ante la Justicia panameña para evitar su ingreso en prisión por apropiarse de los bienes de los Kokorev en dicho país.

En este sentido, Igor Kokorev concluye su extensa misiva desde el calabozo asegurando que “la Policía canaria utiliza pruebas falsas aportadas por un criminal y, para que no sean desacreditadas por él mismo, tal y como amenaza, hace lo posible para protegerle”.

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