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Medalla de Oro de Canarias 2017

La sirenita canaria de Olimpia

Michelle Alonso revalidó en los Juegos Paralímpicos de Río el oro en los 100 metros braza

Cada cuatro años los atletas griegos tenían una cita ineludible en Olimpia. Además de ser la sede de un importante santuario en la Antigüedad, la ciudad situada en la unidad periférica de Élide, en Grecia, es la cuna de los Juegos Olímpicos que se celebraban en honor de Zeus, dios del cielo y del trueno. La primera competición tuvo lugar en el 776 antes de Cristo y hoy es la principal cita deportiva mundial a todos los niveles y en numerosas disciplinas. Los primeros juegos de la era moderna tuvieron lugar en Atenas en 1896 y un siglo y dieciséis años después Michelle Alonso (Santa Cruz de Tenerife, 1994) se hizo un hueco en el espacio reservado para los vencedores. Con una discapacidad intelectual del 37%, la tinerfeña se colgó el oro en los cien metros braza en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012; en Río 2016 revalidó el título de campeona paralímpica en la misma categoría, con récord incluido (1.12.62), al mejorar en cuatro segundos su propia marca. Solo una centésima la separó de batir su plusmarca mundial. Ahora suma otra medalla de oro, la que el Ejecutivo regional le concede por el Día de Canarias que se celebra cada 30 de Mayo.

Estos títulos tan solo constituyen la punta del iceberg de su vasto palmarés y listado de reconocimientos, pues la nadadora cuenta en su haber con la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo que el Consejo Superior de Deportes le entregó en 2013, la que le otorgó el Ayuntamiento de Tenerife en enero de este mismo año, o el campeonato de Europa en mayo de 2016 en los 100 metros braza, entre otros.

En el agua, Alonso encontró su lugar en el mundo y un medio en el que sí podía expresarse sin necesidad de hablar. "En la piscina no se sentía desplazada; era una forma de eliminar el estrés", relata su madre Concepción Morales.

El fraude del equipo de baloncesto español en los Juegos Paralímpicos de Sydney 2000 propició que el Comité Paralímpico Internacional suspendiera la participación de los discapacitados intelectuales en ese evento. El combinado que representó a España en aquel entonces se hizo con el oro, pero solo dos de los doce deportistas que integraban el equipo contaban con alguna discapacidad intelectual. La prohibición se prolongó hasta los juegos de Londres de hace cinco años. En la capital inglesa, la nadadora paralímpica tuvo la oportunidad de demostrar su potencial y no defraudó. Sus cien metros braza pasaron a la historia. Los años de constancia y esfuerzo tuvieron su reflejo.

Con apenas siete años, Alonso se zambulló en la piscina por recomendación médica debido a una escoliosis. Aún no se le había evaluado la discapacidad intelectual, pero su entorno percibía que tardó más tiempo en aprender a hablar que el resto de niños de su misma edad y que le costaba relacionarse. Los dibujos animados, según apunta su madre, constituían un bálsamo y una motivación para ella. La Sirenita, en concreto, acaparaba buena parte de su atención.

Así fue como Michelle halló en el agua el espacio idóneo para sentirse libre, sin ataduras, alejada de los desplantes de quienes no la comprendían. Empezó en un club convencional, en el que no había deportistas con discapacidad. Compaginaba sus entrenamientos con las tareas y exámenes propios de la etapa educativa. No tuvo una educación adaptada a sus circunstancias y le costaba más que al resto de alumnos aprobar. Pero lo consiguió. No sin esfuerzo y tesón y siempre con el respaldo de su familia. Ésta la ayudaba en cada momento para que no abandonase su formación académica ni la carrera deportiva que se estaba labrando sin saberlo. Finalmente, Alonso concluyó la Educación Secundaria Obligatoria y logró la titulación de Salvamento y Socorrismo.

Con 14 años, le reconocieron la discapacidad intelectual, momento en el que pasó a entrenar en el Club Ademi Tenerife, asociación deportiva para personas con minusvalías. Alonso se sintió allí integrada y comenzó a mejorar en sus entrenamientos. La sirenita canaria, como muchos la conocen, comenzó a hacerse un hueco en la natación. Tras muchos títulos cosechados en diversas competiciones, tanto insulares, regionales, nacionales e internacionales, el gran salto lo dio en los Juegos Paralímpicos de Londres de 2012 y en el Open Internacional Glasgow 2016, donde registró el récord mundial en los 100 metros braza (1.12.61).

Desde que se integró en su nuevo club de natación, la joven tinerfeña solo ha conocido un entrenador: José Luis Guadalupe. La madre de la deportista explica que Michelle no se siente cómoda con los cambios, a lo que se suma que Guadalupe conoce bien los altibajos de su hija. Él, que ha estado junto a la nadadora en cada brazada, conoce como nadie cómo se ha esforzado para lograr cada uno de los títulos.

"Ha evolucionado mucho", expone Guadalupe. Las personas que presentan una discapacidad como la de Michelle tiene problemas de memoria y no tienen la misma percepción de sufrimiento y esfuerzo que el resto de deportistas. "Ella no tenía ninguna preocupación, lo veía como un juego", añade.Personalidad competitiva

En Michelle vivía la sirena que quiere ser. Y aunque con 17 años "la natación no era su prioridad", la posibilidad de mantener una beca le dio el empuje suficiente para tomarse con mayor responsabilidad sus entrenamientos. No en vano, es la única nadadora en su situación en el plan Apoyo al Deporte Objetivo Paralímpico (ADOP).

"No se puede comparar el grado de concentración y motivación que tiene con los deportistas sin discapacidad", explica Guadalupe, quien subraya que pese a ello se enfrenta a las mismas horas de entrenamiento que las grandes nadadoras de élite como Mireia Belmonte. La canaria entrena una media de seis horas diarias con un día de descanso a la semana. "El trabajo físico está al mismo nivel", expone, tal y como sucede con los controles antidopaje.

"Michelle es una referencia. Una nadadora con discapacidad intelectual que llegó al mismo nivel que nadadores convencionales", insiste el entrenador. Y para conquistar todos los títulos que ha logrado, Guadalupe tiene claro que el apoyo de su familia ha sido un factor decisivo y fundamental. Defiende que sus padres no solo "la cuidan mucho", sino que han propiciado que sea competitiva. Y esto resulta determinante, pues los progenitores de otras niñas solo ven en la natación una actividad de ocio, no un deporte en el que sus descendientes pueden, algún día, competir al más alto nivel.

El próximo 30 de Mayo, Día de Canarias, Michelle se subirá al escenario del teatro Pérez Galdós para recoger la Medalla de Oro de Canarias. Corebo de Élide es el primer ganador que se conoce de los Juegos Olímpicos. En el 776 antes de Cristo, grabó su nombre en la lista de los vencedores que comenzó a elaborarse a partir de entonces. Encontró la gloria en Olimpia. Ahora, mucho tiempo después, la joven que sueña con tener cola de sirena recogerá un reconocimiento más a su trayectoria. Pero su Olimpia no está sobre tierra, ella la descubrió bajo el agua.

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