Madrid es una ciudad acostumbrada a que sucedan en sus calles hechos curiosos, notables. Pasear por el centro siempre mantiene el atractivo de poder tropezar con algún incidente curioso: funambulistas sin red, Bob Esponjas reciclados, momias sin cabeza... La realidad siempre sorprende a cada paso, en cada instante. Y a pesar de esta galería habitual de pequeños y grandes acontecimientos, lo que ayer ocurrió el sábado entre la una y las dos de la tarde (hora local) resultó tan sorprendente que muchos no daban crédito.

Se quedaron boquiabiertos, extrañados, y después, al comprobar que todo ese río de gente alegre que no dejaba de cantar canciones de siempre, de esas que en alguna ocasión escucharon por la tele a los emblemáticos Sabandeños, eran tan solo un grupo abigarrado de canarios, entonces, casi en tropel, decidieron unirse a la fiesta, acercarse hasta la parranda y sus cantadores y quedarse entusiasmados viendo y sintiendo cómo entonaban las chicas que se alzaron con los mandos de estos sones. Eso fue lo más insólito que pasó ayer al mediodía por los alrededores de la Puerta del Sol.

Entre los muchos canarios, la mayoría residentes en Madrid por estudios o por trabajo, que se dieron cita en esta primera gran romería, también se encontraba un grupo notable de conejeros. La mayoría eran jóvenes amantes de la música y el baile que desde hace algunos años tuvieron que dejar su Lanzarote natal para hacerse un huecoen Madrid en el difícil mundo de la interpretación.

Almudena Hernández Toledo, cuya familia procede de La Graciosa, no pudo evitar elevar la voz y cantar una folía como merecía la ocasión. En mitad de la calle Montera, cercana a Sol, la parranda hizo una parada y deleitó a la concurrencia con una gran actuación de esas que siempre recordarán a las entrañables romerías tan habituales en toda Canarias, desde la de Los Dolores a la de Teror o la de San Benito en La Laguna.

Al lado de Almudena, otra conejera, Isi Hernández, que no quiso ser menos. Isi forma parte de ese grupo amplio de lanzaroteños que en su isla alcanzaron todos los galardones y ahora desde hace unos años se dedica a actuar por el resto de España y también en lugares más lejanos como Egipto o Marruecos. Los integrantes de la parranda Casa Canarias fueron los encargados de poner la música en una jornada especialmente festiva. Esta agrupación está integrada por canarios y también por hijos de isleños que insisten en mantener vivas los lazos con el Archipiélago. Por eso no renuncian al placer que sienten cada vez que alguien les pide que realicen una de sus actuaciones, siempre con temas del folclore insular.

A medida que se avanzaba en este periplo, más gente se iba sumando a la estela. Turistas incrédulos, nacionales que miraban con curiosidad y que después, al oír el acento, entendían claramente la procedencia de este tumulto siempre alegre.

Los paseos por el centro dan para mucho. En esta primera romería no sólo se cantó, se bailó, también se hicieron nuevos amigos y se produjeron reencuentros de gente que hacía tiempo se había perdido la vista y así de pronto, al levantar la mirada y ver ondear aquellas banderas, se dieron cuenta de que estaban cerca de casa, o que había mucha gente de casa.

Lo único malo de esta primera romería es que el bar Sol y Sombra se quedó pequeño. La gente se amontonaba en la puerta en una inmensa cola. Los platos de queso majorero y papas con mojo se diluyeron. Aunque para los que ayer quisieron pasar unas horas distintas, esta fiesta adelantada del Día de Canarias resultó una de esas ocasiones en las que si se puede, merece la pena no perderse.