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Ataque terrorista en Mánchester

El fisio de Silva estuvo en el Manchester Arena "con futbolistas" hace una semana

Canarios residentes en Máncehster y británicos con estrechos lazos con Canarias relatan el horror del día después

David Silva con Eduardo Álvarez.

Mucha seguridad en las calles, pero no se respira miedo, relatan los canarios que viven en Mánchester. La normalidad impera en la ciudad, aunque las medidas de seguridad han aumentado. "¡Otra vez nosotros!", se oye a decir a los ingleses.

Eduardo Álvarez forma parte del equipo de fisioterapeutas del Manchester City de David Silva y estaba en su casa cuando ocurrió la tragedia, a escasos cinco minutos andando del escenario de la barbarie. "Por suerte me encuentro perfectamente, aunque lo cierto es que podría haberle ocurrido a cualquiera. En Mánchester es muy habitual hacer planes en torno a los conciertos y yo este año ya he ido a muchos en ese mismo pabellón", explica el técnico, que forma parte del círculo de confianza de Pep Guardiola.

La mujer y las dos hijas del exentrenador del Barcelona presenciaron el atentado, pero salieron ilesas. "Hace sólo unas semanas estuve allí con varios futbolistas y miembros del equipo viendo a Red Hot Chili Peppers o el concierto de Drake. La verdad es que da miedo pensarlo porque mis hijas también fueron hace poco a ver a Bruno Mars", añade.

Eduardo Álvarez no escuchó la explosión, pero su teléfono móvil comenzó a echar humo poco después de que estallase la bomba. "No me llamaron la atención las sirenas porque en Mánchester se escuchan muchas a diario, pero al rato ya empezaron a entrarme mensajes. Lo primero que hice fue tratar de avisar a mi familia de que estaba bien e interesarme por todos los conocidos que tengo en la ciudad para saber que no les había ocurrido nada. Te asustas porque es una cosa horrible. Pienso que tuve la reacción que hubiese tenido cualquiera", explica el fisio, que regresará este jueves a España de vacaciones al haber terminado el "City" la temporada.

Tampoco estaban ya en Mánchester muchos de los futbolistas que juegan en el equipo al que pertenece Eduardo Álvarez, como el grancanario David Silva, una circunstancia que puede haber evitado que la tragedia le tocara aún más de cerca.

"Es lo que decía antes, en Mánchester vamos a muchos conciertos y a los futbolistas, que son jóvenes, les gusta mucho la música. No hubiese sido extraño que alguno hubiese ido este martes al concierto", asegura Eduardo Álvarez. Mientras hablaba por teléfono con este periódico, el fisioterapeuta del City describe el ambiente que se vivía en la zona en la que tuvo lugar el atentado: "Hay muchas zonas que están acordonadas, se ve mucha policía y mucha prensa, aunque por la calle sigue habiendo gente y mucho trasiego, como siempre".

Aunque la ciudad vivió el lunes uno de los peores días de su historia, según el relato de los residentes españoles en aquella tierras británicas, no se respiró miedo. "Mánchester es un ejemplo de integración y probablemente un gran porcentaje de la gente que estaba en el concierto fuesen musulmanes", explican.

Yara Tena, una tinerfeña socióloga, que lleva en Mánchester desde hace un año y medio junto a su pareja, César Barreto, contaba que estaba tranquila al saber que todos los amigos que tienen en la ciudad estaban bien. "Hoy la ciudad parece que está paralizada, no los transportes no funcionan y se percibe la tensión entre la gente porque por un lado hay información de lo que ha ocurrid, afirmaba. "en Mánchester se vive muy bien", decía Tena. "Nunca hemos visto un problema racial ni sabemos de la existencia de la radicalización de musulmanes".

Karl McLaughlin, por su lado, afirmaba que "lo más triste es que nadie puede garantizar que no seamos blanco de un ataque así porque es impredecible, aunque la gente ha respondido con generosidad, solidaridad y unidad". McLaughlin es canario que compagina su vida laboral entre Mánchester y La Laguna. Ha trabajado como corresponsal para diarios británicos desde Tenerife y lunes por la noche estaba escribiendo en su casa de Manchester. Solo se percató de las sirenas de las ambulancias".

"Tras el trauma y el impacto inicial, la gente se ha volcado con las víctimas. Se ha pedido sangre y miles de personas, entre ellas yo mismo, hicimos colas para que nos la extrajeran. Los taxistas no cobraron sus carreras, incluso hubo conductores que llegaron desde localidades para ayudar", detalla McLaughlin. "Tal ha sido la respuesta ciudadana que fue a donar sangre que las autoridades tuvieron que comunicar que se fueran a casa porque tenían más que suficiente, incluso de la del tipo O negativo". Este canario-británico o británico-canario destacó la tensión e impotencia que se percibía en la gente que, no obstante, ha sabido sacar lo mejor de sí", concluye.

Arturo Cantero trabaja como comercial en Mánchester a tan solo un kilómetro de dondes se produjo el atentado pero no escuchó la explosión. "Solo el ir y venir de las sirenas me alertó y supe lo que había pasado por las redes sociales. "Por el centro de la ciudad ha estado cortado y la gente ha preferido quedarse en su casa y pocos que han llegado al trabajo tuvieron que hacerlo a pie desde lejos", relató.

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