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Medalla de Oro de Canarias 2017

La unión que hizo la fuerza

La asociación Niños Especiales de La Palma acumula dos décadas de trabajo en beneficio de los menores con lesiones neurológicas

Sus hijos no tenían posibilidad de acceder a servicios adaptados a sus circunstancias porque "en La Palma no había nada". Si a principios de la década de los 90 resultaba complicado encontrar herramientas que ayudasen a los niños con lesiones neurológicas en Gran Canaria y Tenerife, disponer de ellas en las islas periféricas resultaba, simplemente, una tarea imposible. La necesidad que generaba la falta de medios disponibles para pequeños que requerían una estimulación temprana, entre otros factores, empujó a media docena de familias a dar un paso al frente y unir sus fuerzas. En sus propias casas, los padres organizaban reuniones para compartir información o, incluso, para que algún logopeda o fisioterapeuta atendiera a sus descendientes. Tras un tiempo en esta situación, las familias implicadas impulsaron la creación de la asociación Niños Especiales de La Palma (NEP) en 1996, una entidad de carácter social sin ánimo de lucro. Dirigida a niños, adolescentes, y jóvenes con daños neurológicos, también asiste a personas con otro tipo de discapacidades o enfermedades raras. El Ejecutivo regional reconoce ahora su actividad con la entrega, el próximo 30 de Mayo, de la Medalla de Oro de Canarias.

En diciembre cumple 21 años de andadura, pero el camino no ha sido fácil. "Cuando decías que tenías un niño con problemas te llevaban al centro de salud", apunta la actual presidenta de la asociación, Isabel María Martín González. Los familiares de esos "niños especiales" comenzaron a organizar cenas y loterías para mantener un local en alquiler y centralizar allí toda su actividad. Con el tiempo, la asociación fue creciendo y tiene ahora otra sede, ya en propiedad, en Las Manchas, situado en Los Llanos de Aridane. Allí se ´mudó´ en 2010 y, tres años después, se puso en funcionamiento una piscina.

El principal objetivo de la entidad, declarada de Utilidad Pública, es mejorar la calidad de vida de los usuarios del centro y la de sus familias mediante servicios que cubran las necesidades de atención que requieren. La asociación busca, a su vez, colaborar con otras asociaciones y la Administración Pública en acciones que favorezcan a estos colectivos. Asimismo, NEP pertenece como entidad asociada a la Plataforma Palmera de Atención Integral a la Discapacidad (INDISPAL) y a ADER La Palma.

Centro de puertas abiertas

El centro abre sus puertas tanto por la mañana como por la tarde y vive gracias a las aportaciones que realizan los socios, de un lado, y de la recaudación que logra a través de los eventos que organiza a lo largo de año y de las subvenciones que recibe de diferentes administraciones, de otro. En cuanto a los socios, la entidad distingue entre los que son beneficiarios ­-72 familias- y los que son colaboradores -unas 300 personas que pagan una cuota anual de 30 euros-.

"Los niños están en un entorno en el que no son discriminados, ellos son las cabezas reinantes y, en algunos casos, llevan un estilo de vida que de no ser por el centro no podrían tener". Martín se refiere a las numerosas actividades lúdicas y de ocio que desarrollan fuera de la asociación. Algunos de los padres, por ser mayores, no pueden ofrecerles esas posibilidades. Los usuarios no solo disfrutan con ellas, sino que también se implican y apoyan para salir de la rutina.

La distinción que el Gobierno de Canarias les concede a NEP por el 30 de Mayo supone un "premio" para la presidenta de la asociación. Los padres de los niños nunca pensaron que algún día podrían tener un centro así y, mucho menos, que se reconociera la labor que han desarrollado durante más de 20 años en beneficio de las personas con discapacidad. Su hija Kimberli murió hace dos años con apenas 17 primaveras. Padecía una enfermedad rara y también presentaba una lesión cerebral. Martín se emociona con su recuerdo y apunta a que sigue siendo madre para el resto de usuarios del centro: "Algunos me llaman mamá". Los lazos que se forjan en el centro son fuertes, indestructibles, y una razón más para seguir trabajando y creciendo.

Diversión en la piscina

La asociación ofrece servicios de orientación y asesoramiento, psicopedagogía, fisioterapia y logopedia para atender a usuarios llegados de todos los rincones de la isla bonita. Quince profesionales conforman la plantilla del centro, entre los que se encuentra el monitor de piscina Iván Benítez, que a su vez se encarga de organizar eventos para el mantenimiento de la asociación.

"Soy como el profesor de Educación Física al que están esperando para pasarlo bien", comenta Benítez. Los usuarios disfrutan en la piscina -"cuando se zambullen en el agua les cambia la cara"- y se relajan. Él lleva trabajando en la asociación desde junio de 2013 y se siente absolutamente agraciado e implicado con su empleo. No en vano, resta horas de dedicación a su familia para volcarse con el proyecto de la entidad. Sabe que los usuarios esperan mucho de él una vez que el centro les da el visto bueno para que participen en las actividades acuáticas, ya que un equipo multidisciplinar valora al usuario antes de que entre en el agua.

Entre los actos más destacados del centro se encuentra la carrera Desafío GR130. Este evento deportivo, que acumula ya varias ediciones, reúne a senderistas y corredores en una cita sin carácter competitivo con el objetivo de recaudar fondos que permitan a la asociación continuar con su actividad. Es, a fin de cuentas, "una vuelta a la Isla con carácter solitario".

La asociación Niños Especiales de La Palma, en sus 21 años de historia, no solo ha conseguido derribar barreras. La entidad, a través de la labor desarrollada desde sus inicios, ha logrado configurar un universo abierto y adaptado para las personas con discapacidad que habitan en la Isla. Para ellas y para sus familias, quienes encuentran en el centro una vía de escape. Y no solo porque los usuarios que acuden a él requieren atención las 24 horas del día, sino porque también les libra del desamparo al que tuvieron que hacer frente las seis familias con niños que presentaban algún tipo de lesión neurológica o de alteración genética a principios de la década de los 90. Un trabajo silencioso y desconocido en muchos puntos del Archipiélago que ve ahora reconocido su esfuerzo.

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