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Defensa Visita a las entrañas de la Base Aérea de Gando

Superioridad aeroespacial

Alrededor de 1.300 profesionales controlan el espacio aéreo del Archipiélago

Desde mediados del siglo XIV, la Bahía de Gando ha protagonizado un sinfín de gestas marítimas y aeronáuticas. En 1492 las naves de Cristóbal Colón arribaron a esta costa para reparar la carabela La Pinta en su primer viaje hacia el descubrimiento del Nuevo Mundo. En 1924 aterrizaron los primeros aviones en lo que era un páramo del Sureste de Gran Canaria y casi dos décadas después se instaló la primera unidad aérea permanente del Ejército del Aire. Actualmente, la Base Aérea de Gando representa uno de los principales baluartes para la defensa y seguridad nacional.

Estas instalaciones destacan por su excelente situación geográfica y se trata de la base más avanzada del flanco meridional de la OTAN. Canarias se erige así en una plataforma logística estratégica para misiones. Alrededor de 400 aviones militares sobrevuelan el Archipiélago cada año en tránsito, normalmente hacia África, pero también hacia el Caribe y Sudamérica.

El Mando Aéreo de Canarias (Macan) vigila más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados, el 80% de ellos sobre el agua. Con el fin de acercar su labor a la sociedad, la Base de Gando recibe numerosas visitas. Ayer le tocó el turno a 40 estudiantes de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Las Palmas de Gran Canaria, en el marco del curso Seguridad, paz y defensa en Canarias.

El encargado de abrir esta primera jornada formativa fue el coronel José Luis Ortiz-Cañavate, jefe de la Base Aérea de Gando -que atesora 77 años de historia- y del Ala 46, con medio siglo de actividad.

En su intervención, expuso el poder aeroespacial del Archipiélago y los riesgos y amenazas existentes, que hoy en día son "difusos y tienen orígenes distintos". Esta base se encuentra en misión permanente de prevención contra el terrorismo, el crimen organizado y para la atención de emergencias y catástrofes.

En Gando se asientan las unidades de combate, patrulla marítima y salvamento del Ejército del Aire en esta región, así como el Grupo de Alerta y Control, que da las órdenes precisas para las operaciones.

Además de detallar las ventajas de actuar desde el aire, como viajar más rápido, tener libertad de movimiento y un efecto sorpresa ante el adversario, Ortiz-Cañavate señaló que los medios aéreos tienen más campo de visión y de vigilancia en comparación con otros Ejércitos. En cambio, la capacidad de los aviones para cargar armamento es limitada y tiene vulnerabilidades respecto a los medios marítimos.

En todo caso, subrayó la gran versatilidad de las aeronaves, que permiten operar en conjunto o en solitario y sin tener que arriesgar efectivos sobre territorio enemigo, que conlleva una agresión mayor y muchas más bajas. El coronel explicó la respuesta de las fuerzas y cuerpos de seguridad ante una hipotética amenaza y citó un ejemplo de misión de combate.

"En tiempo de paz la misión para actuar por una agresión externa es muy limitada. Cuando un avión militar sale de la base es porque un avión civil no responde o no cumple la normativa", remarcó el coronel. Con todo, los efectivos del Ejército de Aire entrenan cada día para actuar tanto en caso de peligro como en misiones de rescate, salvamento y control, entre otras funciones. Vigilan que ningún avión invada el espacio aéreo nacional "de manera desapercibida" con la intención de atacar o introducir droga.

Durante cuatro horas varios militares contestaron todas las curiosidades y dudas de los alumnos, que tuvieron la oportunidad de estar a los mandos de un F-18 y de un helicóptero Super Puma y conocieron in situ la historia del emblemático Torreón de Gando.

En esta base trabajan unos 1.300 militares, más otros 200 civiles. Casi el 17% del total son mujeres. Una de ellas es la teniente Yolanda Miguélez, piloto de Super Puma del 802 Escuadrón de Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo (SAR). Natural de Madrid y con 34 años, nunca ha notado diferencias respecto a sus compañeros varones. Se siente una más. "Tradicionalmente antes no había mujeres en las Fuerzas Armadas y poco a poco hemos ido entrando. Hoy ya es normal, aunque aún persiste desconocimiento entre la sociedad acerca de esta profesión", aseguró. A su lado, el teniente madrileño, Daniel Zambrana, de 31 años y también piloto, y el grancanario Sergio Martel, mecánico de vuelo y operador de grúa. Mientras, a lo lejos, despegaba otro Super Puma para una salida de entrenamiento.

Minutos después, el teniente gallego Alejandro Mourente, piloto de caza F-18, explicó las características de estos aviones de combate, que pueden alcanzar una velocidad máxima operativa de 1.800 kilómetros por hora y una altitud de 50.000 pies. Cuenta que cada día es diferente, con maniobras y entrenamientos metódicos. Ayer estaba en situación de alarma, por lo que, en caso de activarse, debía estar volando en menos de quince minutos, aunque este tiempo de reacción varía. En estado de alerta, los cazas deben tener disponibilidad inmediata para despegar en cinco minutos a fin de neutralizar una amenaza.

Nacido en Argentina y criado en Tenerife, Ezequiel Múlgura, de 25 años y piloto de F-18, describió todo lo relativo a su uniforme y lució con orgullo su casco con la imagen de "un diablillo" por el número de su promoción, el 66. En el mismo refugio del área restringida Álvaro Alejandre, piloto del avión Delta-4, de vigilancia marítima, habló de su experiencia durante dos meses en la Operación Sofía, puesta en marcha por la Unión Europea para desmantelar las redes de tráfico de inmigrantes en aguas del Mediterráneo. A partir de septiembre volverá a unirse a esta misión, "muy reconfortante a nivel personal, porque estamos ayudando en la medida de lo posible para paliar este drama", comentó el joven, convencido de que "la ciudadanía tiene una visión muy limitada y no sabe todo" lo que hace el Ejército del Aire.

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