Dentro de las actividades del contingente canario en Líbano se encuentran las visitas a los mercados tradicionales, que tienen lugar en distintas ciudades del área de responsabilidad nacional. En ellas interviene la célula de Cooperación Cívico Militar (Cimic), que es la encargada de trasladar las necesidades de las poblaciones tras entrevistarse con sus representantes locales. Con posterioridad, se eleva la misma para su estudio y valoración al mando de la Brigada, que evaluará su acometimiento dependiendo de tres criterios: su coste, su impacto y el tiempo en ejecutarse.

El jueves pasado se centró en la visita a este mercadillo, situado en la población de Khyiam, bastión de mayoría chií que fue arrasada y ocupada por Israel en 2006 tras el lanzamiento de numerosos cohetes contra sus ciudades.

Para poder acceder a esta urbe, ubicada en el corredor chií, es necesario contar con la escolta de los militares de las Fuerzas Armadas libanesas (FAL), ya que la presencia de vehículos de Naciones Unidas sin su acompañamiento podría acarrear incidentes. En esta ocasión, el viaje fue en un todoterreno del contingente español acompañado del Oficial de Información Pública (PIO), el comandante Domingo Expósito, y una intérprete libanesa que lleva trabajando para España desde el año 2006. Como escolta de los cascos azules, llevamos la protección de tres vehículos del contingente serbio y un alférez del Ejército salvadoreño.

Khyiam llama la atención ya que sus edificaciones son prácticamente de nueva construcción. Ello tiene su explicación en el hecho de que cuando el Estado de Israel se retiró de la ciudad, dejándola en piedra viva, Qatar se ocupó de sufragar su reconstrucción, que, además, no estuvo exenta de picaresca. Quien más quien menos manifestó al gobierno qatarí que, antes de la invasión israelí, su casa contaba con dos o tres plantas, algo que no era del todo cierto. De ahí el hecho de que casi todos los edificios cuenten con una volumetría sensiblemente superior a la de antes de la guerra.

Uno de los puntos de los que sus habitantes se sienten orgullosos es la antigua cárcel, edificada en tiempos de la ocupación francesa y donde Israel encerró a los prisioneros de Hezbolla. Junto a ella había una posición de Naciones Unidas y, en el transcurso de los ataques, cuatro miembros de la Finul perdieron la vida a manos de Israel. En un vídeo, algunos de los detenidos narran cómo fueron las torturas a las que fueron sometidos. Una de ellas, tal vez la más cruel, consistía en encerrar a los prisioneros en una enorme caja de caudales, esposados, mientras sus captores golpeaban con una piedra el metal. Y así durante horas.

Al llegar al centro de la ciudad, el representante de El Salvador acude junto a la intérprete a presentarse al alcalde de Khyiam, que tiene que dar su permiso para la visita, cosa que se consigue en breve. En ese momento comienza la visita al mercadillo, donde lo primero que llama la atención es la gran cantidad de mujeres, de todas las edades, vistiendo de negro y con hiyab. Pero también resulta curioso ver a niñas de no más de 14 años, de tez negroide, con tatuajes de jena comprando calzado o ropa de baja calidad. Son "jóvenes etíopes que son contratadas como personal de hogar por un tiempo de dos años", señala la intérprete.

Raro es el poste de la luz o telefónico que en su parte inferior no cuente con una hucha que sirve para recoger dinero para los "huérfanos". Cada uno va acompañado de una bandera de Hezbollah y otra de Hamal, los dos partidos mayoritarios en esta zona. Además, un enorme cartelón con los rostros de los mártires cuelga en los principales puntos de la ciudad como recuerdo permanente de aquellos que murieron en la lucha contra Israel.

En cuanto a la presencia del Ejército de El Salvador, a pesar de ser un país pequeño, con una fuerza militar no muy numerosa, se encuentra plenamente comprometido con el esfuerzo de Naciones Unidas. De hecho, en estos momentos hay militares salvadoreños en Haití, Afganistán, Colombia y Malí, entre otros países.

El alférez Serrano se mostró encantado con el tiempo de preparación en la base militar de La Isleta, donde permaneció junto con sus compañeros un total de tres meses. "Me gustó Gran Canaria. Tuve tiempo de recorrerla muy bien. Me atrajo mucho el Sur, sobre todo Mogán y San Bartolomé. Fue una experiencia maravillosa. Además, el teniente general jefe del Mando de Canarias, Pedro Galán, durante el discurso de bienvenida, nos dijo que conocía nuestro país, ya que formó parte del contingente de Onusal (Misión de Naciones para El Salvador), por lo cual se sentía doblemente satisfecho de nuestra presencia en Gran Canaria".