El comandante Eduardo de Aguiar Rodríguez lleva 23 años fuera de las Islas Canarias, en especial de Gran Canaria, la tierra que lo vio nacer. Su larga carrera en el ejército lo ha alejado de su particular paraíso durante mucho tiempo, pero caprichoso se muestra el destino que le regala su última etapa de vida militar en la Isla donde se crió. Ayer mostró una gran alegría después de su toma de posesión como nuevo jefe del Escuadrón de Vigilancia Aérea 21, en el Pozo de Las Nieves, donde será responsable de la instalación durante los próximos tres años en los que disfrutará de su Archipiélago, al que ha vuelto con la mayor de sus sonrisas.

El sol le dio la bienvenida a casa y "en sólo dos días", asegura, su piel se volvió más oscura de lo que ha estado en los últimos meses en la ciudad en la que ha servido antes de aterrizar en Gran Canaria. "Mi último cargo ha durado tres en años como jefe de escuadrón en Zaragoza", señala con brillo en los ojos De Aguiar haciendo referencia al Escuadrón de Vigilancia Aérea 1, en el municipio de El Frasno.

Antes de este servicio, "estuve seis años como profesor en la escuela militar de paracaidismo y doce en el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo de Zaragoza, motivo por el cuál he estado de misiones en Afganistán y África", relata.

Con expresión alegre y carácter amistoso, refleja el entusiasmo que le provoca acabar en la Isla, "porque he estado en diferentes destinos por todo el mundo y me gusta volver para finalizar aquí, ya que en tres años paso a reserva", asevera.

Tras una década en tropa, otra como suboficial y 23 años de oficial, comienza una etapa que no olvidará, "no sólo por estar en esta unidad emblemática por ser la de mayor altitud en España, sino por volver a mi tierra", concluye satisfecho.