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La firma del casero, lo más difícil

Vivienda finaliza el plazo para la solicitud de ayudas al alquiler

En el Instituto Canario de la Vivienda, en cuanto a las ayudas al alquiler para este año, ya está todo vendido. Ayer, a la una de la tarde, se cerró el plazo para poder presentar la solicitud necesaria para optar a la subvención y la documentación complementaria, en el edificio de Usos Múltiples II de Las Palmas de Gran Canaria. Desde que se abrieron las puertas, a las nueve de la mañana, hasta la hora en la que finalizó el margen establecido, la fila de ciudadanos dispuestos a obtener la ayuda no dejó de crecer. La mayoría de solicitantes manifestaron su enfado por "el poco tiempo para hacernos con todos los documentos y poder presentarlo bien", asegura Martha Hernández, de 47 años y en paro. Aunque las idas y venidas fueron constantes a lo largo de la mañana por la falta de algún papel, la firma de los arrendadores fue, según la mayor parte de los presentes, lo más complicado de conseguir. "Es agosto, la gente está de vacaciones y mi casero, por ejemplo, no pudo firmarme porque se fue unos días al Sur", agrega Hernández con esperanza de que le recojan la solicitud.

"Si estás en la cola hasta la una, estás dentro", garantizó el guardia de seguridad del edificio de Usos Múltiples II a una joven, angustiada, que llegó a las menos cinco. Como ella, la mayoría de ciudadanos haciendo fila pensaban que aquellos que no habían sido atendidos a esa hora se quedarían fuera. Pero no, pese a que en el horario fijado prohibieron la entrada, los que llegaron a tiempo pasaron al interior del inmueble para entregar la solicitud -que también podía presentarse por internet-.

Unos 40 minutos fue la media de espera, "aunque va bastante rápido", afirma Hernández mientras cuenta que "me enteré de la convocatoria, anoche, por mi hijo, porque se lo dijo un familiar que es funcionario, y llevo toda la mañana intentado conseguir la documentación". Es la primera vez que pide la subvención y se queja del "poco tiempo" que se ha fijado para poder solicitarla, "porque hay que moverse y estamos en un mes en el que mucha gente está fuera disfrutando del verano", pese a ello, se muestra positiva, "porque el no ya lo tengo", garantiza.

Como ella, Gregorio Arvelo, de 33 años y trabajador en el sector de la limpieza, manifiesta que le parece "bastante mal" el plazo habilitado de diez días, ya que cree que "es muy poco tiempo para conseguir los papeles". También es la primera vez que solicita la ayuda y relata que se enteró "gracias a un compañero de trabajo" el viernes pasado. "En fin de semana no se puede hacer nada, así que el lunes fue cuando me puse a buscar los documentos y, sobre todo, la manera de quedar con el casero para que me firmara, porque también trabaja y fue muy precipitado quedar", afirma, ya tranquilo, al conseguir su propósito.

Que el martes fuera día de fiesta hizo que tanto Arvelo como otros solicitantes acudieran a última hora. "Lo he hecho todo muy rápido", fija con agobio el joven. Entre el festivo y el fin de semana "hemos perdido días", añade, compartiendo enfado con la mayor parte de la fila.

Por su parte, El Ejecutivo argumenta que el plazo fijado es suficiente y el necesario para cumplir con el impuesto desde el Ministerio, que marca como límite el 15 de octubre para publicar la resolución provisional de los beneficiarios.

La larga cola dio opción a que alguno que otro rellenara el formulario, necesario para optar a la subvención, apoyado en la pared o en un banco cercano mientras le guardaban el turno. Ariadna Carrillo, de 22 años y empleada en el sector de la hostelería, se vio en esa situación. "Venía escribiendo en la cola, porque ha sido un caos y aunque me enteré el mismo día que se publicó la convocatoria, he estado trabajando y arreglar papeles no es cosa de un día", expresa a la vez que resalta que "es mi día libre y ha sido una mañana de mucho agobio. He tenido que ir y volver dos veces porque me faltaba una fotocopia, pero bueno, estoy satisfecha porque lo hemos podido entregar", apunta señalando hacia su tía Ana Díaz, de 41 años y trabajadora en el mismo sector.

Para Díaz es la segunda vez que intenta acogerse a la ayuda y critica que "además de ser una época muy mala, esta vez han exigido más documentos y han dado menos tiempo", a pesar de que la directora del Instituto Canario de la Vivienda, María del Pino de León, ha asegurado que en esta ocasión se ha reducido la documentación. Como la mayoría, tanto Díaz como su sobrina tuvieron problemas con la firma del casero, "aunque al final lo solucionamos", y no tan por los pelos como uno de los documentos imprescindibles que no tuvo hasta el final de la mañana. "Me caducó el contrato de alquiler y justo en la fila me mandaron la renovación", suspira.

El reloj siguió su curso y, tal y como se había anunciado, Usos Múltiples II cerró sus puertas a la una de la tarde. A punto de marcar la una y un minuto, Marta Calderín, de 33 años y en paro, fue la última en entrar en el edificio. "Sólo espero que esté todo" correcto, señala agitada y contenta por su llegada a la meta.

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