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Ataque yihadista en Barcelona Canarios en la Ciudad Condal

"Bajamos las persianas y la gente se atrincheró en el fondo de la tienda"

Varios canarios residentes en Barcelona viven el caos originado por el atentado

Shaday Fernández EFE

Todo apuntaba a que iba a ser un día de verano más en el centro de Barcelona, pero no fue así. El grancanario Shaday Fernández, de 31 años, apenas había comenzado su jornada de trabajo como vigilante de seguridad en la tienda de Nike situada en Las Ramblas. Un fuerte sonido primero, gente corriendo después y, de repente, una furgoneta a toda velocidad embistiendo a todos. Sirenas, gritos, llantos. "No era una huida de manteros como las que se ven con frecuencia en esta zona, era una atentado", comenta desde el interior del comercio donde permanece encerrado junto a unas 200 personas a la espera de ser desalojado.

Shaday FernándezVigilante de seguridad

"Los vi atropellar a todo velocidad; aún no me lo creo"

"Fue todo muy rápido y aún estoy que no me lo creo", asegura. Tampoco tuvo mucho tiempo para asimilar lo sucedido. Junto con el encargado, Fernández comenzó a controlar que la gente no saliera de la tienda al tiempo que dejaban entrar a quienes se encontraban en la calle. "Vi el furgón atropellando a dos personas. Ahora no puedo estar mal, pero igual cuando llegue a mi casa me echo a llorar". El grancanario, que lleva once años en Barcelona, relata que el nerviosismo en el ambiente era más que palpable. Las personas que buscaron refugio en el comercio de dos plantas se atrincheraban al fondo y, si los mossos tocaban a la puerta, enseguida comenzaban a gritar. Él siempre mantuvo la calma durante las horas que permaneció encerrado, a la espera de que los agentes de seguridad identificase uno a uno los ciudadanos que se encontraban en el interior para poder regresar a su casa, ya de noche. Desea enterarse bien de lo que pasó, hablar con calma con su familia y volver, cuanto antes, a la normalidad.

Elena GarbisuRevisora de traducción

"Vimos gente correr y pensamos que era una manifestación"

Elena Garbisu trabaja en una agencia que da para Paseo de Gracia y allí se encontraba cuando escuchó numerosos gritos por la ventana. "Nos asomamos para ver qué pasaba y vimos a mucha gente corriendo desde Plaza de Cataluña en dirección a Gran Vía", explica la joven de 28 años natural de la capital grancanaria que al principio pensaba "que se trataba de una manifestación". No tardó en salir de su error a través de las redes sociales. "Enseguida pusimos la radio y ahí ya supimos lo que había pasado", cuenta en referencia a la masacre que a ella y sus compañeros les pilló bastante cerca, tanto que durante horas tuvieron que permanecer en la oficina hasta que fue seguro salir para volver a casa.

Rubén y GuacimaraDirector comercial y médico

"En Navidad evitamos los mercadillos por miedo a atentados"

Rubén Pulido y Guacimara García no estaban cerca cuando pasó el atropello, pero se vieron afectados por lo ocurrido ya que viven a pocos minutos de Las Ramblas. "Vinimos a comer a La Barceloneta con unos amigos canarios", cuenta el matrimonio grancanario desde el parquin del Hotel W Barcelona en el que meditan cuáles deben ser sus movimientos. "Estamos muy preocupados porque para ir a casa tenemos que pasar por las zonas donde ha ocurrido el suceso y no sabemos muy bien si lo mejor es que no nos movamos o que intentemos llegar de otra manera", explica Pulido con el miedo aún en el cuerpo al encontrarse en "un punto emblemático" de la ciudad que para ellos podría ser también susceptible de atentado. "Sabíamos que tarde o temprano pasaría algo así, de hecho en Navidad evitamos los mercadillos por lo mismo, porque había mucha gente, pero lo que no esperábamos es que fuese ahora en verano", comenta su mujer mientras conducían en dirección sur de Barcelona para intentar acceder a su vecindario.

Marta HernándezMédico

"Aquí cada vez hay más gente y yo ya había pensado que pasaría"

Marta Hernández Meneses también se temía que algo como lo que sucedió ayer en uno de las zonas más turísticas de Barcelona pudiera pasar. "Yo vivo cerca de la Sagrada Familia y cada día tengo que esquivar a cientos de turistas. La ciudad está cada vez más llena de gente y hay tantas aglomeraciones que lo he llegado a pensar", cuenta quien apenas lleva un año en la ciudad donde trabaja como médico en el Hospital Clinic. Justo ayer ella estaba descansando después de una guardia nocturna, si bien el protocolo de emergencias que se activó en los centros médicos le hizo estar "en alerta" por si era necesario ir ayudar con los heridos. "A mi hospital han llegado 16 personas con traumatismos y en el box de paro se encuentran cuatro en estado grave", contó la joven de 31 años de Las Palmas de Gran Canaria que asegura que tanto su hospital, como el Del Mar y San Pau están preparados para una situación así.

Héctor LeónDesarrollador web

"Todos los móviles empezaron a sonar al mismo tiempo"

El sonido de los móviles alertó a la clase del grancanario Héctor León de que algo no iba bien. "Empezaron a sonar casi al mismo tiempo y nos pareció extraño", comenta el desarrollador web. La clase del curso intensivo de programación que imparte cerca del auditorio de Barcelona se interrumpió por el atentado. Su teléfono tampoco paraba de sonar. "Llega mucha información", relata, al tiempo que confiesa que se ha tomado una cerveza para tranquilizarse. Antes de ir a su casa, ayudó a los estudiantes a buscar rutas alternativas para que regresen a sus domicilios sin tener que pasar por la zona afectada.

Moisés DénizEnfermero

"Aunque imagines que puede pasar, esperas que nunca ocurra"

Moisés Déniz se encontraba a cinco minutos de Las Ramblas en el momento del atentado. Estaba en casa de un amigo cuando comenzaron a escuchar las sirenas de los coches de los Mossos d'Escuadra y de las ambulancias. Pronto llegaron los helicópteros. Fue entonces cuando empezaron a ver las noticias. "Siempre imaginas que puede ocurrir algo así, pero en el fondo nunca esperas que suceda", señala. El grancanario, que trabaja como enfermero en la Ciudad Condal, había pensado alguna vez que en España podría ocurrir algo así, pero más que en Barcelona en Madrid. Déniz relata que la incertidumbre se adueña de la ciudad porque falta información certera para saber si se puede salir o cómo moverse por la ciudad. "Tras el atentado, se ve menos gente en la calle", subraya.

José Raúl HidalgoTécnico en conciertos

"Se veía venir que pudiera ocurrir algo así, falta seguridad"

Aunque se encuentra lejos del epicentro de la tragedia, José Raúl Hidalgo reconoce que está "un poco asustado". El grancanario, que trabaja como técnico en conciertos, también había recibido llamadas de sus seres queridos después de que ocurriera la tragedia. El isleño apunta que esperaba que en cualquier momento pudiera pasar una tragedia así porque cree que falta seguridad en la ciudad. Según subraya, no existen suficientes bolardos y maceteros en calles céntricas y concurridas. Un hecho, indica, que facilita a los atacantes sembrar el terror y el pánico por las vías peatonales.

Jorge RobainaBotones en un hotel

"Pasé miedo cuando me topé con la gente corriendo"

Jorge Robaina estaba cruzando Vía Layetana en dirección a Las Ramblas cuando se encontró con tres mossos d'esquadra. "Me extrañó verles con las armas en la mano", asegura el joven de Vecindario que trabaja como botones en el Hotel W Barcelona. Poco después un amigo le hizo enterarse de lo que había ocurrido. "Dijo que había habido un atentado en La Boquería y yo había quedado con otro amigo que no podía bajar porque se encontraba en la zona y tuvo que rodear". El caos lo vivió después al toparse con personas corriendo mientras los agentes de seguridad buscaban a los terroristas. "Ahí sí pasé miedo".

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