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"Vi un furgón atravesar una marea de gente, luego cuerpos y sangre"

La grancanaria Victoria Fraguela no fue víctima del atentado yihadista de Barcelona porque llegaba tarde al trabajo

"Vi un furgón atravesar una marea de gente, luego cuerpos y sangre"

Victoria Fraguela está viva hoy por una conversación más larga de lo habitual. Ese retraso supuso que un furgón no arrollase su cuerpo por La Rambla de Catalunya. Esos minutos con su compañero de piso hicieron que hoy no encontremos su nombre entre las víctimas del segundo atentado yihadista en España.

Hace siete años que Victoria dejó Las Palmas de Gran Canaria para mudarse a la Ciudad Condal. Vive a cinco minutos de La Rambla de Catalunya, que atraviesa todas las mañanas para llegar a su trabajo en el H&M de la Avinguda de l'Àngel, a cinco minutos del lugar del atentado.

Señala que había sido un día totalmente normal. Pero se entretuvo con su compañero de piso hablando y salió de casa unos minutos tarde. "El camino al trabajo son siete minutos y en línea recta" señala, de haber ido en hora se hubiese encontrado el vehículo de frente. Cuando llegó al cruce de su calle con La Rambla encontró una estampa veraniega típica de la congestionada Barcelona, una riada de gente que recorría esta vía.

Hasta que de repente empezó a escuchar gritos y tiros. "Había un furgón atravesando un mar de gente que corría y gritaba" asegura. "La gente escapaba por los callejones del Raval y yo me metí en un portal cualquiera". Lo primero que hizo fue llamar a su trabajo para activar la alerta terrorista.

"No me entendían bien, le intenté explicar los tiros, el atropello y me dijeron que me diese la vuelta y volviera a casa". Los clientes de la tienda y los compañeros de trabajo de Victoria permanecieron encerrados alrededor de cuatro horas sin poder volver a casa.

Cuando se giró y sacó la cabeza del portal, vio a los policía intentando apartar a los "cientos de personas" que llenan La Rambla a esa hora. Entonces fue cuando "vi lo que quedaba, lo que el furgón había dejado, cuerpos y sangre en el suelo".

Entonces empezó a correr hacia casa. "Lo primero que hice después fue llamar a mi madre, que supiese que estaba bien". Pero tuvo que cortar la llamada, pues oyó más gritos, lo que creyó que era "un repunte del atentado".

Cortó el teléfono y una vez en casa consiguió hacerle llegar a su familia que se encontraba bien. Permaneció el resto de la tarde en casa, a salvo. Pronto la enorme cantidad de gente intentando ponerse en contacto con sus familias saturó la red. "Estuve horas sin conexión móvil mientras los helicópteros sobrevolaban mi casa", de hecho apunta que debido a la intermitencia del servicio empezaron a llegar cadenas de Whatsapp solicitando que la gente no usase sus teléfonos a no ser que fuese de vital importancia.

Asegura que lo peor ha sido no poder escapar del " aluvión de fotos y vídeos que están por todas partes". "La gente ya no tiene corazón", critica. Ante la cantidad de material del atentado que le llegaba al móvil señala que optó por "salirme de todos los grupos de Whatsapp y apagar el teléfono porque no lo soportaba". Es consciente de que mañana la rueda de Barcelona seguirá girando y por suerte ella también. Todo por un retraso, "si llego a ir puntual no estaría hablando ahora contigo".

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