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Carantoñas para salvar la minoría

NC vuelve a pedir a Clavijo que se someta a una cuestión de confianza y avisa: "Lo van a pasar mal"

No fueron capaces de llegar a un acuerdo para que los populares se incorporaran a las tareas de gobierno, pero aún ayer, aunque sin rebajar el tono de reproches cruzados, el presidente regional, Fernando Clavijo, y el dirigente del PP, Asier Antona, sí fueron capaces de dedicarse carantoñas mutuas que abren la puerta a un entendimiento al menos en lo fundamental. Y las carantoñas no son precisamente asunto baladí si se tiene en cuenta que la negociación de los presupuestos está a la vuelta de la esquina.

Antona se mostró contundente, tanto para lo constructivo como para la crítica. "Aquí está la mano tendida pero se da con mucho diálogo", dijo no sin antes recordar que el PP apoyará lo que sea "bueno" para Canarias, "y no lo que sea bueno para Coalición Canaria". Y Clavijo prefirió quedarse con lo primero cuando aseguró que a su partido no le separa tanto del PP, aunque como Antona, a la zanahoria la siguió el palo: "Se levantaron de la mesa de negociación [para la entrada en el Ejecutivo] sin hacer gala del diálogo y la generosidad de la que presumen".

Con todo, y por más que estuviera trufada de duras críticas, la intención de acercamiento de Antona fue toda la señal de consenso que ayer se permitió la oposición en el turno de preguntas al presidente.

Y sirve como ejemplo del rechazo de la oposición hacia Clavijo y su gabinete la enésima petición del presidente de NC, Román Rodríguez, para que el nacionalista se someta a una moción o cuestión de confianza, petición a la que asintieron con gestos desde la bancada del PSOE. En su defecto, el líder de NC le pidió un "cambio de estrategia" que permita al Gobierno salvar la legislatura con sus "dieciocho diputados y pico", un "pico" que encarnan los tres diputados de ASG.

Tan duro pareció ser Rodríguez que Clavijo incluso se sintió amenazado cuando le espetó que, de no cambiar, "lo van a pasar mal". Claro que antes había sido el presidente quien había amenazado al popular Guillermo Díaz Guerra, a quien "ya le llegará el recadito" por vincular vertidos y microalgas. Clavijo se disculparía después pero ya había había encendido la mecha.

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