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El benjamín sopla diez velas

El Pinar se segregó hace una década de La Frontera y se convirtió en el tercer municipio herreño y en el número 88 del Archipiélago

Imagen de archivo de La Restinga. EFE

Si fuera niño, el pasado lunes habría hecho la mochila para empezar quinto de primaria y, de gustarle el fútbol, sacaría brillo a sus botas para jugar en la categoría alevín. El 15 de septiembre de 2017 las Islas asistieron al nacimiento de su hermano pequeño: el municipio número 88. El Pinar de El Hierro vio colmados sus deseos hace diez años tras 95 de lucha y reivindicación. El pueblo más meridional de España 'soltó la mano' de La Frontera para comenzar a caminar solo. Reclamó libertad e independencia y la obtuvo. Una década después, sus habitantes celebran la efeméride más importante de su historia. Una segregación, aseguran, que les ha servido para ganar inversiones y, por consiguiente, prestaciones.

Los piñeros viven apegados a sus costumbres. Su carácter "duro y recio" es el que les ha convertido en los mejores defensores de su patrimonio y legado. En la isla, algunos les conocen como los vascos de El Hierro. Sus propios moradores destacan el respeto que tienen a sus tradiciones y la férrea defensa que siempre harán de lo propio. Ese espíritu es el que les condujo, precisamente, a exigir la constitución de El Pinar como municipio, muchos años después de que no quedaran satisfechas sus aspiraciones.

Todo comenzó en 1912 con la puesta en marcha de la Ley Constitutiva de los Cabildos Insulares. En aquel entonces, El Hierro solo contaba con un municipio, Valverde. Para que se creara una Corporación insular en cada isla era necesario que existieran al menos dos. Fue entonces cuando se decidió 'romper' a la isla del meridiano en dos y surgió el término municipal de La Frontera. Una división, en cambio, que no satisfizo a los piñeros, pues reclamaban su propia autonomía e idiosincrasia.

Expediente de segregación

"El Pinar era, en ese momento, un pueblo importante", explica su alcalde Juan Miguel Padrón, "mientras que La Frontera era una población nómada". Pero sus peticiones no fueron escuchadas entonces y quedaron congeladas en el tiempo hasta que el 1 de junio de 2006 la comisión promotora para la segregación de El Pinar -constituida en agosto del año anterior-, presentó el expediente de secesionista en el consistorio de La Frontera.

La discriminación en los recursos centraron durante años las quejas de los piñeros. Las reivindicaciones se encendieron de nuevo a cuenta de una disputa durante la XVI Bajada de la Virgen de Los Reyes. A finales de septiembre de 2006 el ayuntamiento de La Frontera emitió un informe favorable de la segregación y elevó el expediente al Cabildo. En abril del siguiente año, el pleno de la corporación insular solicitó el dictamen del Consejo Consultivo y, tras obtener su visto bueno, dio luz verde a la constitución del tercer pueblo herreño.

Más de 2.000 personas se congregaron en el Centro Cultural de El Pinar el 15 de septiembre de 2007 para asistir a la creación del nuevo ayuntamiento, que estuvo dirigido por una comisión gestora, presidida por Virgilio Fernández, hasta que en 2011 se celebraron las primeras elecciones locales en el municipio. Ahora, presumen de contasr con un convenio con Cruz Roja para desplazar a las personas con problemas de movilidad reducida a los centros médicos o farmacias, servicios de asistencia domiciliaria que prestan a 35 personas con cuatro empleadas, ayudas para el material escolar y para estudiantes forzados a emigrar fuera de la isla, y con la primera bandera azul que luce una playa de El Hierro.

El Pinar, integrado por los núcleo poblaciones de Taibique, Las Casas y La Restinga, ha vivido con intensidad sus diez años de vida como municipio. Su historia está marcada por el estallido de la crisis económica y la erupción del volcán submarino Tagoro en el Mar de Las Calmas en otoño de 2011.

El pescador David Pavón, originario de Gran Canaria, vive allí desde los 17 años. Define El Pinar como un pueblo "tranquilo", con prácticamente el mismo movimiento social y económico que antes. La Restinga, apunta, tiene "más vida" por el negocio que se genera en torno al turismo y el buceo. Pavón sostiene, a su vez, que es la gente mayor "la que sabe y siente" que El Pinar es un pueblo y que tiene su propia historia.

Quizás se deba, como expone el maestro José Luis Brito, a que en una década los piñeros se han acostumbrado a ser un municipio. Él lleva 25 años dando clases en el Centro de Educación Infantil y Primaria Taibique. Ayer se vivió la jornada con normalidad en el colegio, pues como explica Brito, y debido a la corta edad de los niños -los mayores tienen solo 12 años-, "no tienen conciencia de haber pertenecido a La Frontera".

Los retos que tiene por delante el municipio poco difieren de los que tienen que combatir muchas de las localidades de las islas más occidentales. La población envejece. La crisis económica acentuó la fuga de los jóvenes del pueblo que buscaban oportunidades fuera de su lugar de origen. El anhelo del municipio es atraer de nuevo a su juventud formada para que apliquen sus conocimientos en beneficio del desarrollo de su pueblo. Una localidad por la que sus mayores lucharon para lograr un futuro mejor.

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